Josep Abril: “Me gusta estar entre los dos mundos”
El diseñador hace años que no desfila, pero trabaja más que nunca con su propia firma de moda y creando vestuario para espectáculos
Era habitual ver sus diseños en la semana de la moda de Barcelona, cuando fue Pasarela Gaudí y más tarde convertida en 080 Barcelona Fashion, pero hace más de cinco años que se alejó del foco mediático. Eso no quiere decir que haya colgado las agujas, al contrario, asegura que trabaja más que nunca. Desde su taller en el barrio de Gràcia, que pasa inadvertido en los bajos de un edificio de una angosta calle, el diseñador Josep Abril recibe a EL...
Era habitual ver sus diseños en la semana de la moda de Barcelona, cuando fue Pasarela Gaudí y más tarde convertida en 080 Barcelona Fashion, pero hace más de cinco años que se alejó del foco mediático. Eso no quiere decir que haya colgado las agujas, al contrario, asegura que trabaja más que nunca. Desde su taller en el barrio de Gràcia, que pasa inadvertido en los bajos de un edificio de una angosta calle, el diseñador Josep Abril recibe a EL PAÍS y cuenta que sigue tan activo como siempre, con su negocio diversificado principalmente en dos camales: la moda, más centrada en hombres pero con prendas que encajan bien en la etiqueta sin género; y el vestuario para espectáculos, especialmente óperas, pero también para obras de teatro o actuaciones musicales.
“Me gusta estar entre los dos mundos”, afirma el diseñador, refiriéndose al diseño de ropa de vestir para la realidad, y a la creación de personajes para la ficción, una pasión que descubrió la primera vez que creó el vestuario para una ópera. “Son dos mundos muy diferentes, no tienen nada que ver, y hay pocos diseñadores que se dediquen a los dos”, cuenta en relación a la moda y el figurinismo. Empezó a imaginar nuevos mundos cuando un cliente habitual, director de escena, se lo propuso. Desde entonces ha creado muchos personajes, algunos tan complejos como los de las óperas de Tristán e Isolda o El holandés errante, de Wagner, bajo dirección de Àlex Ollé, que se han visto en el Liceu, el Teatro Real de Madrid o en la Opera National de Lyon. “Cuando haces teatro lo importante es el personaje, lo que quiere contar el director, no creas ropa, sino todo un concepto, una historia”.
“Tenía ganas de hacer otras cosas”, argumenta, y el figurinismo le abrió la puerta a otro mundo que le fascinó. Para crear el vestuario de una obra entera se empieza a trabajar un año y medio antes, con el atelier del teatro dónde se estrenará y a menudo requiere viajar. Así que se lanzó a la ficción, pero con los pies en la tierra, manteniendo su marca, la que levantó hace más de 25 años, mientras trabajó para otras firmas como Armand Basi. Tiene una clientela habitual y muy fiel, entre los que se cuentan artistas, cocineros o políticos, además de arquitectos, que atiende en su estudio personalmente, aunque también tiene tienda de venta on line. Entre las piezas especiales, menciona las creadas para músicos como Raul Refree, Rodrigo Cuevas, Love of Lesbian o Albert Pla para sus actuaciones, y trabaja habitualmente con el bailarín Moreno Bernardi, con quién ahora empezará un nuevo trabajo que se verá en escena en 2023.
No es casualidad que muchos de sus clientes sean arquitectos, dice Abril, que está convencido de que la moda y la arquitectura comparten una visión del mundo a diferente escala. “Construyo piezas de ropa para vestir igual que ellos construyen edificios para habitar, su espacio para mí es el cuerpo humano y mis patrones son sus planos”, relata. Su formación va más allá, estudió Bellas Artes y es escultor. Hubo un momento en que tuvo que escoger y tiró por el camino de la moda, ya venía de una familia relacionada con el textil. Los patrones, la simetría o el equilibrio son palabras que conjuga bien y que ha exprimido al máximo, con una sastrería de corte impecable. Ahora que las faldas y la moda sin género van ganando espacio en la calle, cabe recordar que desde sus inicios siempre ha defendido esta prenda para hombres en todas sus colecciones.
Al contrario de lo que pueda parecer, cuando más ha puesto en práctica los pilares del diseño ha sido en la creación de uniformes. Hizo por primera vez uniformes para el hotel Omm, y se dio cuenta de que allí había que estrujar realmente el ingenio. Asegura que es un reto hacer diseños bonitos, funcionales, económicos y para diferentes tipos de cuerpo. “Es cuando aplicas el diseño más puro”, matiza. Además de mantener esta línea de uniformes -los últimos que ha creado son para un restaurante mejicano de San Francisco y para un chiringuito en Begur (Girona)- también da clases de moda en varias universidades, como ESDI y LCI, y próximamente colaborará con BAU.
Aunque a Josep Abril se le vea menos en los medios de comunicación y en la pasarela, no ha desaparecido del mapa, sino que está de parranda, porque como él dice, disfruta mucho con su trabajo. “La moda es una forma de vida”, asegura, y se inspira en todas partes. Para él da igual si es lunes o domingo para escaparse un rato al taller, que tiene estratégicamente situado muy cerca de su domicilio. Eso sí, también se toma sus desconexiones. A ser posible en el mar, con Menorca como destino habitual, o en la montaña, es amante de los Pirineos y los Alpes. No acostumbra a tumbarse a la bartola, su espíritu inquieto le lleva al movimiento, ya sea recogiendo conchas en una cala o caminando por la montaña.
Dejó la pasarela por diferentes motivos pero principalmente porque no podía están en todas partes. Luego vino la pandemia y el invento de la pasarela digital no le convenció. Ahora que la 080 Barcelona Fashion ha anunciado que vuelve a pisar tierra, dice que se lo pensará. Yoshi Yamamoto o Raff Simons son dos de sus referentes principales en moda, pero también menciona al chef Ferran Adrià como faro creativo. La creatividad es lo que le motiva. Por eso está convencido de que retomará su parte más instintiva, la de la escultura.
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