Cabify se despide de Barcelona

El modelo de negocio siempre es el mismo: la suma de nuestra supuesta comodidad y la reducción de costes del servicio, por ejemplo, al no tener contratadas a las personas que lo ofrecen

Manifestación contra Uber e Cabify en Barcelona, en una imagen de archivo.Albert Garcia

Barcelona se ha llenado de anuncios de Cabify informando de su marcha de la ciudad. La empresa dedicada al transporte de personas, que junto a otras como Uber llevan unos años planteándose como una alternativa al servicio de taxi tradicional, se dirige a las personas que viven y visitan Barcelona con este mensaje: “Que levante la mano el que quiera volver a hacer cola para volver a casa”. En letras grandes ...

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Barcelona se ha llenado de anuncios de Cabify informando de su marcha de la ciudad. La empresa dedicada al transporte de personas, que junto a otras como Uber llevan unos años planteándose como una alternativa al servicio de taxi tradicional, se dirige a las personas que viven y visitan Barcelona con este mensaje: “Que levante la mano el que quiera volver a hacer cola para volver a casa”. En letras grandes se denuncia la pérdida de oferta que supondrá su salida de las calles. A continuación, con letra de menor tamaño, una mínima explicación de lo sucedido: “El 1 de octubre entra en vigor la nueva normativa que impide continuar operando a las VTC y deja al taxi como la única opción en Barcelona”. La campaña de Cabify llega después de que el Parlament de Catalunya haya aprobado un decreto de “medidas urgentes en materia de alquiler de vehículos con conductor” con el apoyo de todos los grupos parlamentarios con la excepción de Vox, Ciudadanos y el PP.

El nuevo decreto ha sido recibido como una victoria de la movilización del sector del taxi, que ha denunciado la vulneración de derechos que representan los modelos de negocio de estas empresas. Esta nueva norma coincide con la publicación de documentos confidenciales de Uber, publicados por EL PAÍS, que demostrarían sus prácticas para conseguir introducirse en diferentes mercados y hacerse con ellos expulsando al servicio de taxi tradicional. La historia de Cabify y Uber, y de otras empresas que en los últimos años se han instalado en nuestras sociedades con un modelo de negocio basado en la desregulación, es la historia de nuestro tiempo. La historia de nuestro capitalismo desregulado que escribe Naomi Klein.

En nombre de la libertad, de nuestra libertad, se nos ofrecen servicios y productos que supuestamente nos mejoran la vida. Nos llevan de un lugar a otro de la ciudad, nos traen rápidamente la comida de un restaurante o la compra del supermercado, o cualquier cosa que hayamos comprado… El modelo de negocio siempre es el mismo: la suma de nuestra supuesta comodidad y la reducción de costes del servicio, por ejemplo, al no tener contratadas a las personas que lo ofrecen.

Cabify tiene como lema “La ciudad es tuya”. Esa ciudad es menos tuya, pensarán, si no están. Y tal vez nos dirán que somos menos libres. Lo hacia la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que al salir en defensa de Uber y Cabify decía que en la Comunidad de Madrid no se iba “a ir en burra” como en la Barcelona de Ada Colau.

Uber ya dejó de operar en Barcelona con sus conductores tras regulaciones anteriores. La conocida como ley rider tuvo como consecuencia que Deliveroo dejara de operar en España, y que empresas como Just Eat o Glovo! estén buscando su adecuación a la nueva legalidad. Urge que en nuestras sociedades se debata sobre las regulaciones laborales y medioambientales que necesitamos. Y que pensemos con profundidad lo que nos hace libres y lo que no.

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