Rusia y España, Ucrania y Cataluña

Ambas son realidades históricas de una consistencia que supera los regímenes políticos e incluso las épocas, y como tales exigen extremada prudencia

El expresidente Jordi Pujol durante su entrevista con Josep Cuní.Gianluca Battista

No pudo ser. Empezó el razonamiento pero no lo terminó. Fue larga la entrevista radiofónica con la que Josep Cuní se despidió de su matinal en la SER-Catalunya, más de 40 minutos, pero el entrevistado solo pudo apuntar esa idea de desarrollo tan prometedor. Dijo que España es como Rusia “en muchos aspectos”, aunque ahí lo dejó, y todo lo que se pueda deducir luego serán conjeturas sin fundamento, a menos que Jordi Pujol siga el hilo de su pensam...

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No pudo ser. Empezó el razonamiento pero no lo terminó. Fue larga la entrevista radiofónica con la que Josep Cuní se despidió de su matinal en la SER-Catalunya, más de 40 minutos, pero el entrevistado solo pudo apuntar esa idea de desarrollo tan prometedor. Dijo que España es como Rusia “en muchos aspectos”, aunque ahí lo dejó, y todo lo que se pueda deducir luego serán conjeturas sin fundamento, a menos que Jordi Pujol siga el hilo de su pensamiento en alguna de las notas que publica en Associació Serviola, un blog dedicado a sus ideas y escritos.

A pesar de su edad y su actual marginación, las opiniones del expresidente todavía cuentan. Hay pocos personajes entre nosotros con tantas ideas interesantes, especialmente sobre la marcha del mundo, pero Pujol es uno de ellos. Los hay en España, sin duda, pero escasean o son casi irrelevantes en Cataluña. Cada vez que abre la boca, aunque sea con las dificultades que acompañan a su avanzada edad, sufren un súbito ataque de añoranza quienes tienen interés en la política internacional, y no solo en la diminuta y con frecuencia mezquina política doméstica catalana. Las opiniones de Pujol, acertadas o no, nos recuerdan la época en que los catalanes queríamos y conseguíamos existir en el mundo.

Su idea, sobradamente conocida, del tiempo de la caída del Muro es que Cataluña es como Lituania pero España no es como la Unión Soviética. ¿Resultará ahora que la comparación infame que no valía para la URSS vale para Rusia? ¿Habría que deducir de la ecuación que Cataluña que era como Lituania no está en cambio a la altura de Ucrania? Para tirar de este hilo he repasado una larga entrevista que le hice al expresidente en 2009, con motivo de la publicación del segundo volumen de sus memorias, en la que recuerda la vinculación entre las independencias de las pequeñas naciones y la caída y desaparición de los imperios. Es una circunstancia que no vale para España, sin imperio desde hace dos siglos y sin su último vestigio hace uno. Ni para Cataluña, que jamás ha sido colonia, como es el caso de Ucrania bajo los zares y luego los bolcheviques.

¿Entonces en qué se parecen Rusia y España? No hay que ser un pujólogo reputado para avanzar en la interpretación de la frase, vinculada al realismo político característico del expresidente. Ambas son realidades históricas de una consistencia que supera los regímenes políticos e incluso las épocas, y como tales exigen extremada prudencia y capacidad de entender la realidad por parte de quienes pretenden cambiarlas o cambiar la relación de sus comunidades nacionales con ellas. Es una mera conjetura, ya lo sé, pero también una invitación al expresidente, sugerida por su entrevista inacabada, para que se extienda en sus reflexiones sobre Rusia y España, Ucrania y Cataluña. De momento, todavía es una de las pocas voces catalanas capaz de hacerlo.

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