El waterpolo catalán: oro mundial pese a la crisis energética

Los clubes catalanes alertan de que el aumento del precio del gas multiplica los gastos para mantener las piscinas. “El escenario es muy crítico”, reconoce el presidente del CN Sabadell

Los jugadores de la selección española de waterpolo, tras recibir la medalla de oro conseguida en la final del campeonato del mundo.Giorgio Scala (EFE)

La selección española de waterpolo, que se proclamó la semana pasada campeona del mundo, estaba compuesta íntegramente por jugadores de tres equipos catalanes: CN Atlètic Barceloneta, CN Barcelona y CN Sabadell. ¿Cómo es posible conseguir el oro mundial con una plantilla basada en unos clubes deportivos ...

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La selección española de waterpolo, que se proclamó la semana pasada campeona del mundo, estaba compuesta íntegramente por jugadores de tres equipos catalanes: CN Atlètic Barceloneta, CN Barcelona y CN Sabadell. ¿Cómo es posible conseguir el oro mundial con una plantilla basada en unos clubes deportivos cada vez más ahogados por el aumento de los gastos y la crisis económica? “Es un milagro, no hay más explicación”, resume Jordi Payà, oro olímpico en Atlanta 1996 y gerente del histórico CN Catalunya. Los últimos dos años han sido especialmente duros para los clubes deportivos de natación. “El escenario es crítico desde marzo de 2020 y muy crítico desde febrero de 2022″, analiza Claudi Martí, presidente del CN Sabadell. La pandemia limitó sus actividades y redujo sus ingresos.

La crisis sanitaria, sin embargo, ha dado paso a una crisis energética que ha impactado de lleno en el día a día de la natación: el coste de mantener la climatización de las piscinas se ha disparado. El CN Sabadell, explica Martí, ha pasado en un año de abonar un millón de euros en materia energética a pagar 1,7; y prevé superar los dos millones el año que viene por el mismo concepto. “Nos equivocamos poco con estos cálculos”, adelanta. El problema, dice, es la evolución creciente del precio del gas que llevará a los clubes al límite. “Ahora el megavatio cuesta 44 euros y en unos meses alcanzará los 130 euros. Son precios inasumibles y no podremos pagar las facturas. El deporte se va a resentir mucho”. Para Santi Fernández, gerente del CN Atlètic Barceloneta, la crisis energética será incluso más dura que la pandemia: “No será como una ola que sube y baja. Esta vez parece que no habrá marcha atrás y el futuro no se prevé nada fácil para los clubes de natación”, compara. El Atlètic Barceloneta ha tenido un desvío presupuestario de 400.000 euros por la inflación del gas, según Fernández.

El aumento de los gastos genera un desequilibrio en las cuentas porque los ingresos no crecen al mismo ritmo y los socios son difíciles de mantener por la proliferación de empresas privadas. “En los últimos años, con el aumento de los hábitos saludables, se han creado unas entidades deportivas que no tienen la idea de formar a deportistas y competir como los clubes, sino de ofrecer un servicio con ánimo de lucro”, señala Toni Esteller, exseleccionador nacional de waterpolo y emblema del CN Barcelona. Estas empresas, como los gimnasios DiR o Európolis, por ejemplo, son “competencia directa” de los clubes de natación, añade Esteller, y carecen de “una voluntad formativa”.

La consecuencia es automática: los socios reclaman una mejora de la cartera de servicios en su club de toda la vida para seguir de alta y apremian a los clubes a destinar una mayor parte del presupuesto a la mejora de las instalaciones. “Ahora los clubes hacen clases de spinning y habilitan pistas de pádel para que los socios no se vayan a otros gimnasios”, ejemplifica el exentrenador del CN Barcelona: “Esto te lleva a tener menos ingresos porque tienes menos socios; y volver a aumentar los gastos porque inviertes en infraestructuras para recuperar a los que se han ido. Los clubes tienen un presupuesto y lo último que miran es el deporte profesional”.

Todos los gestores consultados, sin embargo, admiten que los clubes tienen una virtud que no tienen las empresas privadas: “El sentimiento de pertenencia”. Los usuarios identifican los triunfos de los equipos profesionales como propios, aunque los gerentes admiten que se está perdiendo la tradición de añadir a los hijos en las cuotas. “No conozco casi ningún socio que no celebre los éxitos de Liga o que no esté contento de que el núcleo de la selección sea del Atlètic Barceloneta”, aporta Fernández. Quizás por ello los gimnasios privados llegaron a perder más del 50% de los abonados durante la pandemia, por el 20% de los clubes, aproximadamente. “En los gimnasios se paga por un servicio; aquí no”, resume Martí.

Y en este ciclo de subsistencia, ¿dónde quedan los deportistas? “Cada vez tienen menos potencial”, alerta Payà. Su club es una de las tres entidades junto al CN Barcelona y el Atlètic Barceloneta con una Copa de Europa en categoría masculina en el palmarés (el CN Catalunya la ganó 1995). Por sus piscinas entrenaron los míticos Manel Estiarte y Jesús Rollán, entre otros pilares de la gran selección española de los años 90. Pero la apertura de un Európolis cercano y una mala inversión a principios de siglo limitaron su capacidad deportiva. “Teníamos 9.000 socios y se invertía más de 600.000 euros en el primer equipo”, explica el gerente. El dinero menguó y los sueldos de los profesionales no superan actualmente los 500 euros.

El Atlètic Barceloneta aportó ocho jugadores a la selección española el pasado Mundial, por tres el Sabadell y dos el Barcelona. Todos los testimonios admiten que el equipo de David Marín era uno de los favoritos para ganar el oro. “Es una selección con mucho talento”, reivindican. Pero el éxito de hoy es una incertidumbre mañana. “Me preocupa poco el éxito inminente”, considera Martí; “la base es fuerte y los éxitos pueden repetirse”, añade. “El problema es que la estructura deportiva se resienta a medio y largo plazo por la falta de recursos. Y sin clubes potentes, los éxitos serán más complicados”, alerta el presidente del Sabadell.

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