Dua Lipa: para bailar hasta el fin de los días

La cantante arrasa en Barcelona con un espectáculo pop en sentido estricto y una divertida puesta al día que le permite burbujear con absoluta vigencia

La cantante británica Dua Lipa durante el concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona.Foto: Gianluca Battista

Agítese durante un par de años una botella de cava. Si no se astillan los codos de puro desgaste el resultado se parecerá a lo que este miércoles por la noche ocurrió en el Palau Sant Jordi de Barcelona cuando Dua Lipa comenzó un concierto dos veces pospuesto por la pandemia. Sí, espuma de alegría invadiéndolo todo, presión contendida desbordada, griterío saludando el encuentro largamente esperado y Phisical sonando a todo trapo para poner banda sonora al moment...

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Agítese durante un par de años una botella de cava. Si no se astillan los codos de puro desgaste el resultado se parecerá a lo que este miércoles por la noche ocurrió en el Palau Sant Jordi de Barcelona cuando Dua Lipa comenzó un concierto dos veces pospuesto por la pandemia. Sí, espuma de alegría invadiéndolo todo, presión contendida desbordada, griterío saludando el encuentro largamente esperado y Phisical sonando a todo trapo para poner banda sonora al momento. ¡Qué instante! La joven que en la cola de acceso dijo “creía que no llegaría este momento” ya debía optar a la afonía. La londinense, de origen albanokosovar, con un traje pantalón fucsia y taconazos, aplicaba su poderosa voz a las primeras estrofas y el Sant Jordi lleno gritaba mientras la diva se contoneaba en escena rodeada por un acalambrado cuerpo mixto de diez danzantes. Sordera total fruto del griterío al acabar el tema, que dio paso al house-pop bailable de New Rules, uno de sus primeros éxitos, con la estrella ya en el pasillo que se adentraba en la platea para dejarse ver más cerca mientras unos paraguas en manos de las bailarinas redondeaban la estampa. Uno de ellos fue lanzado al público. Puro pop, alegría sin manual de instrucciones.

El tono del concierto se mantuvo en el nivel de su inicio. Griterío, tema, griterío. El sampler de Lew Stone (My Woman) que articula Love Again ya dio juego a la pantalla semicircular que cerraba la parte posterior del escenario, de forma triangular. Con Dua Lipa como centro del montaje bailando, pero sin pasarse, la artista se aplicaba a lo que mejor sabe hacer, proyectar su voz de mezzosoprano pelín andrógina para hacerse oír por encima de su banda, que por cierto sonaba bastante acústica, sin las pistas, pistas y pistas que hoy dan forma al sonido directo. También sonaba por encima de todo el público coreando las canciones, cuyas letras se sabía de memoria. Karaoke descomunal y cuerpos como juncos azotados por la ochentera Cool, en la que Dua Lipa estuvo arropada por dos patinadores que no usaban esos trastos modernos en línea, sino los de toda la vida, los de antes, los de cuatro ruedas. Y los registros graves de Dua Lipa para rematar el tema. El disco-funk de Pretty Please, Break My Heart, con esa línea de bajo tomada del Need You Tonight de INXS y Be The One, un medio tiempo, cerraron la primera de los cuatro actos del concierto.

Dua Lipa ante un entregado público de unas 17.000 personas en el Palau Sant JordiGianluca Battista

A estas alturas ya estaba claro que Dua Lipa no es una más de las que aspiran al trono de Madonna o Kylie Minogue. Ella no es una diva del r&b sino del pop, un pop con raíces en la música disco, azotado por el funk, con resabios de Prince y presentado con el colorismo propio del género. Fue un espectáculo pop en sentido estricto, con la mirada en el pasado, pero sin un saqueo impúdico del mismo, sino con una divertida puesta al día que le permite burbujear con absoluta vigencia. Una fuente termal brotando podía venir a la cabeza, agua cálida, sulfurosa que salpica traviesa. El tiempo dirá si es la nueva reina del pop, un estilo que se muestra tan vigente como hace 60 años, pero viendo conciertos como el del Sant Jordi, Dua Lipa se perfila como una firme candidata. Canta muy bien, compone estupendamente y tiene sentido del espectáculo y su belleza un punto exótica la diferencia del clon. No es otra más.

La cantante británica ha empezado este miércoles poco después de las 21.15 horas con una versión extendida de 'Physical'.Gianluca Battista

Tras un interludio con más patinadores, cambio de vestuario, brillante ahora y más exiguo, piernas en libertad. Sentada como una sirena, melena azabache cayendo como una fuente por su espalda, cantaba We’re Good, un tema sobre la necesidad de llevarse bien tras una ruptura, mientras una langosta, ¿la pareja que se fue?, se le acercaba. La simpática Good In Bed, con cerezas en pantalla, antecedió a Fever, con Angèle cantando también desde la pantalla, y a Boys Will Be Boys, momento para gastar batería con la linterna del móvil. Y así se cerró el segundo acto. Y sí, las sillas olvidadas como un paraguas en día soleado aguardaban un concierto menos dinámico para reencontrar su sentido.

El tercer y el cuarto acto ya fueron directamente un atropello. ¿Con qué se puede bailar más y olvidar entre sonrisas la fealdad de nuestros días?, ¿con el tema que lanzó con Calvin Harris?, ¿con la remezcla de los australianos PNAU del Cold Heart de Elton John?, ¿con Hallucinate?, ¿con Future Nostalgia? Hubo bolas de discoteca, un escenario que cayó del cielo, globos, láser, más coreografías, bajos sacudiendo el estómago. Sí diversión de la buena en uno de esos conciertos en los que una artista afirma su poderío con la solvencia de una estrella que obligará a las personas que la vieron este miércoles a repetir la próxima vez que vuelva. Menuda fiesta. ¡Qué maravilloso es sonreír!

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