Conflictividad o protesta laboral

Los sindicatos hablan con una expresión de la patronal, de los empresarios: conflictividad. La protesta, al parecer, está mal vista. La conflictividad, a lo que parece, es la moneda de cambio. ¿Entre quién?

Vista general de la manifestación de Primero de Mayo en Barcelona.Alejandro Garcia (EFE)

Este Primero de Mayo almorcé como cada domingo en El Fornet del barrio, en el Eixample de Barcelona. Esta cadena o franquicia o lo que sea tiene diversos establecimientos aquí y allá de la ciudad, decorados con una suerte de aire vienés o algo así, con un cierto gusto, y sus bocadillos y pastas están bien. Sirven solo en la barra. Hasta hace poco, este local, de buenas dimensiones, estaba en domingo por la mañana casi vacío. Notó mucho la pandemia y la ausencia de los socorridos turistas. El servic...

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Este Primero de Mayo almorcé como cada domingo en El Fornet del barrio, en el Eixample de Barcelona. Esta cadena o franquicia o lo que sea tiene diversos establecimientos aquí y allá de la ciudad, decorados con una suerte de aire vienés o algo así, con un cierto gusto, y sus bocadillos y pastas están bien. Sirven solo en la barra. Hasta hace poco, este local, de buenas dimensiones, estaba en domingo por la mañana casi vacío. Notó mucho la pandemia y la ausencia de los socorridos turistas. El servicio menguó, menos gente trabajando; pero, bueno, también éramos pocos los clientes. Ahora han vuelto los turistas, que de nuevo lo llenan. Ahora hay cola para entrar. Y no es que el local sea estrecho. Es que solo una camarera atiende la barra. No está acompañada por nadie más. No puede parar ni un momento. De las únicas dos mujeres más que trabajan aquí, una está en la cocina y la otra limpia. Más de diez minutos de espera para ser servidos en la barra. ¿Cómo quejarse? La explotación laboral de las tres mujeres era tan evidente que venían ganas de ir a manifestarse por ellas.

Ya no hay clase obrera, oyes a veces. ¿De veras? Carburo que la afirmación se refiere a lo que hace décadas se llamaba conciencia de clase, de saber que formas parte de un colectivo marcado por sus condiciones de trabajo y sus salarios. Lo sabes, o no. Desconozco si las trabajadoras a las que me he referido tienen o no esta conciencia, no estaba la mañana como para intentar preguntárselo. Me limité a decirle a una, tras confirmar lo evidente, que su compañera de la barra estaba sola: “Vaya explotación, la de ustedes”. “Sí”, respondió en un suspiro, rauda a recoger la bandeja de la mesa del lado que su cliente no había tenido a bien retirar por su cuenta. Tal vez “conciencia de clase” sea una expresión caduca, pero “explotación” es una palabra sin ninguna falta actual de comprensión, al contrario. En lo laboral, desde luego.

Me manifesté por mi cuenta, pensando en el asunto. Llevamos décadas de trabajadores asustados por sus empleos. Si lo tienes, por cómo nos pagan. Si lo pierdes, por cómo encontrar otro. Si no has accedido nunca al mundo laboral, por cómo hacerlo. Al mediodía, puse la tele por aquello tan fetichista de ver qué cifras de manifestantes se decían de aquí y de allá, cómo había ido la cosa. Lo que más me llamó la atención de las crónicas fue oír a los representantes de los grandes sindicatos hablar de “conflictividad”.

Si no se arreglan los salarios, si no suben los salarios, habrá “conflictividad”, repetían. No hablaban de protesta laboral, de salir a la calle, y ya no digamos de lucha. Hablaban con una expresión de la patronal, de los empresarios: conflictividad. La protesta, al parecer, está mal vista. La conflictividad, a lo que parece, es la moneda de cambio. ¿Entre quién?

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