40 años de Brighton 64: “Seguir expresándonos es nuestro triunfo”

La banda de los hermanos Gil celebra aniversario con ‘Más de lo mismo’, un disco menos nostálgico que irónico

Ricky y Albert Gil, hermanos y fundadores de la banda Brighton 64 que cumple 40 años.Vicens Gimenez (© Vicens Gimenez)

Hay muchas formas de envejecer, hacerse mayor, si se prefiere, y Brighton 64 han optado por una de las más razonables: no negarlo. En una escena rockera donde las estrellas quieren parecerse a sus nietos vistiendo como ellos, los hermanos Gil (Albert, 58 años, y Ricky, casi 57) han regrabado viejos éxitos, han añadido dos canciones nuevas y han titulado el disco Más de lo mismo. Envejecer con una sonrisa irónica les sienta bien. Celebran 40 años de carrera musical, parte de ellos con otros proyectos como ...

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Hay muchas formas de envejecer, hacerse mayor, si se prefiere, y Brighton 64 han optado por una de las más razonables: no negarlo. En una escena rockera donde las estrellas quieren parecerse a sus nietos vistiendo como ellos, los hermanos Gil (Albert, 58 años, y Ricky, casi 57) han regrabado viejos éxitos, han añadido dos canciones nuevas y han titulado el disco Más de lo mismo. Envejecer con una sonrisa irónica les sienta bien. Celebran 40 años de carrera musical, parte de ellos con otros proyectos como Matamala o Brigatones. “Eran épocas en las que estábamos perdidos tras hallar muy pronto nuestro camino con Brighton 64″, recuerdan. “No teníamos 30 años y nuestro proyecto de juventud parecía agotado”, remachan, expresando cómo vivieron unos años 80 que vieron su ascensión y desplome casi sin solución de continuidad.

No reniegan de su fichaje por una multinacional: “Hay trenes que no se pueden dejar pasar y además tampoco estuvimos bien asesorados”, reconocen. En 2011 recuperaron su nombre. “Es nuestra marca, es nuestro, lo creamos nosotros, ¿por qué no recuperarlo?”, se preguntan retóricamente, y están aquí con más arrugas pero igual orgullo: “Seguir expresándonos es nuestro triunfo”.

Pero el óxido avanza, ¿o no se puede leer así la relectura más pausada de La casa de la bomba, uno de sus mayores éxitos? “En absoluto, simplemente era una de nuestras pocas canciones que no era mejorable en el mismo tempo, así que decidimos rebajar la velocidad”. Pero conste que no es por incapacidad, aseguran: “Somos capaces de sonar rápido y tocar alto, como puede comprobarse en los conciertos, y no hemos tenido que bajar el tono de voz”. Viejos sí, decrépitos no.

¿Y ese clip del tema en el que aparecen como gamberros provectos bebiendo cerveza en la playa y dejando latas y basura en la arena como si fueran chavalería maleducada? “Pues, simplemente, le damos la vuelta a la historia. La canción, basada en un texto de Tom Wolfe, habla de los conflictos entre surfers y viejos. Antes fuimos los surfers, ahora, los viejos”. Perfecta medicina para desterrar nostalgias, lagrimitas por juventudes perdidas o tibias celebraciones de éxitos de juventud: “Hay grupos que rehacen sus canciones y pierden su público. Menos este tema, todos los demás son iguales que entonces, pero mejor grabados”.

Desde su reaparición, la ideología, manifestada de manera explícita, es un eje del grupo, que denuncia la situación política y social. ¿Se han caído ahora del guindo?, ¿la injusticia es algo nuevo?, ¿a qué estas denuncias ahora? Las preguntas provocan dos respuestas. La de Ricky: “Cuando eres muy joven creas un mundo propio, una mitología propia que a veces es una coraza en relación a tu entorno social. Pero eso no da para mucho más. Has de buscar nuevos temas que desde un punto de vista más adulto te permite juzgar lo que ocurre política y socialmente”. Por su parte, Albert niega la mayor: “Siempre hemos tenido una mirada social, ya desde jóvenes. Hablábamos de una ciudad dura como la nuestra y defendíamos una actitud como mods trajeados. No hablábamos tanto de amor como de otros temas, tratamos incluso el tema de la tortura policial, cosa que vimos en casa por el trabajo de nuestro padre (el abogado August Gil Matamala)”.

En lo que sí hay acuerdo total es en su apreciación sobre Barcelona, su ciudad, un clásico en sus canciones: Albert vive en Mataró y Ricky, en La Garriga. ¿Todo dicho? No: “El primer single de este disco, En mi ciudad, retrata su evolución. Hay un momento en Barcelona en que todo parece estropearse. Fue con la nominación olímpica. Somos nostálgicos de la ciudad preolímpica, hoy es un parque temático orientado al turismo, y cuando este falla, como ha pasado con la pandemia, nos damos cuenta de que no tenemos nada más”, afirman al unísono en un tema sobre el que tienen el mismo consenso que sobre el envejecimiento del rock: “Entre los años 50 del siglo XX y los 2000, el rock era cosa de jóvenes. Hoy no hay jóvenes en los conciertos de rock, el rock está fuera de eje, nuestra música ha envejecido”, asumen, no sin añadir con humor: “Iremos a las puertas de los colegios enfundados en una gabardina… para enseñar rock”.

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