La catapulta presupuestaria del consejero Jaume Giró en Junts per Catalunya

El titular de Economía gana peso en el Govern y en el partido de Puigdemont, al que se afiliará en breve

El consejero catalán de Economía, Jaume Giró, durante un debate en el Parlament de Cataluña.Quique García (EFE)

La aprobación de las cuentas de la Generalitat, gracias a un pacto entre el Ejecutivo de ERC y Junts con En Comú Podem, no solo da estabilidad a un Govern que comienza de nuevo a mostrar sus contradicciones. También ha servido de gran escaparate para el titular de Economía, Jaume Giró, responsable último de su negociación y del éxito del acuerdo presupuestario. Un lider...

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La aprobación de las cuentas de la Generalitat, gracias a un pacto entre el Ejecutivo de ERC y Junts con En Comú Podem, no solo da estabilidad a un Govern que comienza de nuevo a mostrar sus contradicciones. También ha servido de gran escaparate para el titular de Economía, Jaume Giró, responsable último de su negociación y del éxito del acuerdo presupuestario. Un liderazgo particular que genera algún recelo en Junts, el partido que lo propuso como conseller, y que de paso desdibuja el peso del vicepresident Jordi Puigneró, la voz cantante del partido en el Gobierno autonómico.

El exdirector general de La Caixa, de 57 años, fue el consejero sorpresa del Ejecutivo, a propuesta de Junts, si bien también tenía relación con el president Pere Aragonès. Giró no milita en el partido que lidera Carles Puigdemont, pero desde su entorno aseguran que tiene voluntad de afiliarse de manera inminente, un paso que demuestra su interés en representar un papel de mayor protagonismo en la primera línea política. Fue el propio Jordi Sànchez, secretario general de Junts y expresidente de la entidad independentista ANC, el encargado de negociar su llegada al Govern, aupado por su dilatada experiencia también en otras empresas del Ibex-35 (Repsol y Gas Natural) y su posterior abrazo a las tesis soberanistas.

El diseño del Ejecutivo formado por ERC y Junts favorece cierta zona gris en el control de los de Puigdemont sobre los republicanos. En las últimas tres legislaturas, la cartera de Economía ostentaba también el rango de vicepresidencia. Puigneró, que con Quim Torra era el consejero de Políticas Digitales, fue el elegido número dos y asumió además las competencias en Territorio, formando así una superconsejería. Sin embargo, el poder político del vicepresidente quedaba separado del control de la caja y la ejecución presupuestaria.

El éxito con las cuentas resalta ante el bajo perfil de Puigneró

Pese a que la relación entre Giró y el vicepresidente es correcta, hubo algunos desencuentros desde el primer momento. Puigneró quería tener bajo su mando la secretaría de Difusión, una cartera relevante, encargada del reparto de la inversión en medios de comunicación. El cargo se mantuvo dentro del organigrama de Economía, pero Giró pactó con Puigneró el nombre de su titular, el periodista Jofre Llombart; todo ello con el plácet de Sànchez.

Giró tuvo el foco encima desde el primer momento por la propuesta de avalar a los ex altos cargos responsables de la acción exterior de la Generalitat, encausados por el Tribunal de Cuentas, mediante el Instituto Catalán de Finanzas. La operación no salió adelante por el rechazo del órgano fiscalizador a recibir el dinero pero, de momento, la justicia no se ha pronunciado en contra de la acción administrativa, que fuentes del Govern aseguran que se acabará convirtiendo en ley (ahora es un decreto ley).

Es la responsabilidad de Giró sobre los presupuestos la que le ha dado más relevancia en un momento en que las maniobras de Puigneró para marcar perfil propio no le han salido bien. El vicepresident logró apuntarse un tanto con la ampliación de El Prat —que descolocó a ERC—, pero luego la negociación terminó por descarrilar y ahora el equipo de Puigneró espera a que el fiasco de septiembre se enfríe para intentar retomar los contactos. En esa polémica, el titular de Economía tuvo un papel discreto.

En lo que sí ha podido lucirse el responsable de Economía es en la aprobación de las cuentas. La escena de un ex alto cargo de La Caixa negociando con la CUP podía parecer surrealista, pero desde ambas partes, y también desde ERC, reconocen que el compromiso de Giró fue total. Si bien fueron los comunes quienes finalmente permitieron aprobar los presupuestos, es cierto que la ley aprobada el 23 de diciembre recoge muchas de las cesiones hechas a los anticapitalistas.

Tour de presentación

La pinza entre Aragonès y Giró fue básica para permitir que el presupuesto llegara a buen puerto. Incluso con algunos miembros de la Ejecutiva de Junts en contra de que las cuentas salieran adelante y con discursos incendiarios como el del diputado Joan Canadell criticando el acuerdo, el consejero logró mantener los puentes con los comunes. En esta operación fue fundamental que ambos miembros del Govern hablaran “el mismo idioma”, reconocen desde el Palau de la Generalitat. Eso sí, aclaran que es Puigneró con quien se sigue teniendo toda la interlocución en lo político.

El papel de Giró no se limitó a la negociación de los presupuestos, en la que tuvo que lidiar con departamentos gobernados con Junts, que según fuentes conocedoras de las negociaciones se negaban a asumir las peticiones de los comunes. El conseller también exprimió su contenido incluso mucho más que el propio Aragonès en su día: una extensa gira por las veguerías (una división supramunicipal de Cataluña contenida en el Estatut) para mostrar las virtudes de su propuesta y también por diferentes agrupaciones de Junts en varias poblaciones catalanas. Un tour que le ha permitido pasear su imagen de gestor por muchos escenarios.

Giró coronó el trámite presupuestario con un discurso en el Parlament, escrito por el mismo, y en el que algún importante miembro de Junts ve una intervención “de presidente”. Tampoco pasó desapercibido su vídeo de felicitación de Navidad, junto al gran abeto que decora la escalera noble del Parlament. Ese perfil propio genera suspicacias sobre la agenda y las pretensiones futuras del consejero, que este año tendrá la prueba de fuego de mantener las relaciones con el Gobierno central pese a desmarcarse de la reforma de la financiación autonómica.

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