Carme Forcadell: “La herida con el PSC por el 155 se debería olvidar, pero eso cuesta mucho”
La expresidenta del Parlament, indultada tras el juicio del ‘procés’, defiende el pacto presupuestario con los comunes
La expresidenta del Parlament Carme Forcadell (Xerta, Tarragona, 66 años) asegura que sus más de tres años en prisión no han menguado sus convicciones independentistas. El único cambio, afirma, es que ahora es más feminista....
La expresidenta del Parlament Carme Forcadell (Xerta, Tarragona, 66 años) asegura que sus más de tres años en prisión no han menguado sus convicciones independentistas. El único cambio, afirma, es que ahora es más feminista. El indulto otorgado por el Gobierno en junio la libró de tener que cumplir toda la condena por sedición (11 años y 6 meses) dictada por el Tribunal Supremo en 2019. La que también fuera expresidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) ve muy difícil un acuerdo con el PSC en Cataluña pues considera que la aplicación del artículo 155 hizo una herida que aún sigue abierta.
Pregunta. ¿No le enfada la incapacidad de ERC y Junts para gobernar juntos?
Respuesta. El independentismo, más o menos, siempre ha estado dividido. Precisamente para crear un espacio sin peleas partidistas nació la ANC. Más allá de las cuentas hay acuerdos que mantendrán los grupos independentistas. Y entiendo que la gente se enfade. A mí me pasaba en la cárcel. Decía: “Yo aquí y estos peleándose”.
P. ¿La actitud de Junts es lo que más cuesta?
R. Es legítimo que cada partido defienda sus intereses. Después de la pandemia, es evidente que necesitamos tener unos presupuestos, en los que yo veo un giro muy social. Tras el no de la CUP, el Govern tenía la responsabilidad de buscar a otro socio [en referencia a los comunes] si quería los Presupuestos. A veces hay que hacer cosas que no te gustan, pero que son las mejores para el país.
P. El drama de la investidura, los choques por la ampliación del aeropuerto de El Prat y la mesa de diálogo. ¿Cuánto desacuerdo puede soportar una coalición?
R. Mucho. Y lo digo por experiencia. En Junts pel Sí [coalición que ganó las elecciones catalanas de 2015] había muchísimo desencuentro. Pero no trascendía porque había una meta: el referéndum del 1-O. Cuando no hay objetivo común, como sucede ahora, se hace más evidente.
P. ¿Y por qué le cuesta tanto al independentismo encontrar una nueva meta volante en su plan?
R. Es un momento muy complicado. Salimos de una pandemia y vivimos con un nivel de represión muy alto. Casi cada día alguien tiene que ir a declarar o se conoce una condena. Contra la represión y por la libertad de Cataluña, el independentismo sí responde unido. Los intereses de partido son otra cosa.
P. ¿No es hora de explorar otras mayorías?
R. La mayoría de este país está en la apuesta por una salida democrática del conflicto, algo que va más allá de las formaciones independentistas. Aquí a la gente le habría gustado que la mayoría del 52% se mantuviera, pero en el eje social hay muchas diferencias. En España, Francia o Italia las formaciones tampoco se ponen de acuerdo; en otros sitios, ante las crisis, hay gobiernos de concentración nacional...
P. Para que eso funcione, por ejemplo, no se pueden hacer cordones sanitarios, como con el PSC.
R. El PSC, para una parte importante de este país, es el partido que apoyó la aplicación del 155. Es una herida que aún está abierta. Y a veces, por el bien del país, has de olvidar estas cosas, pero cuesta mucho.
P. Pero ganó las elecciones.
R. Sí, pero en este país gana la mayoría. Y la mayoría no es socialista, es independentista.
P. ¿No dejó una herida que, en septiembre de 2017, Jéssica Albiach [líder ahora de los comunes] enseñara su voto contrario a las leyes de ruptura del Parlament?
R. Ella votó, pero otros se marcharon del hemiciclo. Claro que a mucha gente le hizo mal que ella enseñara su voto, pero no era la líder parlamentaria.
P. ¿Lo más duro de la cárcel?
P. Que es una larga espera. Tienes mucho tiempo y no quería tener la sensación de que lo perdía. Busqué cómo mejorar la vida de las otras reclusas. La prisión es la punta del iceberg del patriarcado. Todo está pensado para hombres: los deportes, los programas educativos, la dieta. Hay campos de fútbol, pero si quieres hacer pilates o yoga tienes que acomodarte en algún rincón. En el economato, productos para hacer deportes los que quieras, pero de higiene femenina, uno.
P. ¿Valió la pena el sufrimiento personal de la cárcel?
R. No es que haya valido la pena, es que volvería a hacer lo mismo. Cuando eres la presidenta del Parlament tienes que defender su soberanía y libertad, la de todos los diputados. El único límite es el respeto de los derechos humanos. Se me condenó por desoír al Tribunal Constitucional, no por violar los derechos de la oposición.
P. Hay frustración en la calle.
R. Es frustrante porque en el 2017 lo tuvimos muy cerca y mucha gente creyó que se conseguiría. Entonces ahora todo te parece poco. Pero ya tenemos más senadores, diputados, concejales y alcaldes independentistas que nunca, el crecimiento del voto independentista es sostenido en el tiempo. La gente está preparada y muchas veces está más a la altura que los políticos.
P. ¿De verdad cree que Carles Puigdemont fue un cobarde?
R. Nunca dije eso. Aprovecho ahora para desmentir a Pilar Urbano y el artículo en El Español.
P. Entonces ¿qué piensa de él?
R. Cada uno tomó la decisión que consideraba más adecuada a su situación personal y política.
P. ¿Qué habría que corregir en el Consell de la República, otro foco de conflicto entre los partidos independentistas?
R. No sé muy bien cómo funciona. Pero como idea es buena.
P. ¿Aceptar ahora un pacto fiscal implica renunciar a la independencia?
R. Hemos dado un viraje importante en una década. La gente no quiere ahora el Estatuto, quiere votar. No hay que hablar de pacto fiscal, hablemos de mejoras económicas. La gente quiere decidir su futuro, el pacto fiscal es una pantalla superada. Ahora, todas las mejoras mientras logramos la independencia son bienvenidas. Y además es nuestro dinero.