El elefante enano de Sicilia crecía a un ritmo muy lento

Investigadores del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont lideran un estudio del singular paquidermo prehistórico

Comparativa de tamaños entre un elefante enano de SIcilia (macho adulto, una hembra y una cría de la especie) y un humano.

En curiosa coincidencia paquidérmica con la noticia de la adquisición por CosmoCaixa de un mamut para su sede barcelonesa, el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), de Sabadell, adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha hecho público un estudio internacional liderado por investigadores del centro sobre el elefante enano de Sicilia, otro proboscídeo prehistórico extinto. La investigación revela datos nuevos como que el animal crecía mucho más lentamente de lo que...

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En curiosa coincidencia paquidérmica con la noticia de la adquisición por CosmoCaixa de un mamut para su sede barcelonesa, el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), de Sabadell, adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha hecho público un estudio internacional liderado por investigadores del centro sobre el elefante enano de Sicilia, otro proboscídeo prehistórico extinto. La investigación revela datos nuevos como que el animal crecía mucho más lentamente de lo que se creía.

El susodicho elefante hacía honor a su denominación de enano y medía aproximadamente un metro de altura, con un peso de unos 250 kilos. Residente en la isla italiana durante el Pleistoceno, hace entre 500.000 y 200.000 años, el animal, que se parecía en casi todo a los elefantes actuales hasta parecer un bebé de estos o un elefantito de juguete, especialmente las crías, muy pequeñitas, es conocido por los restos fósiles que han aparecido en distintos yacimientos sicilianos.

Denominado científicamente Palaeoxolodon falconeri, el elefante enano de Sicilia es un descendiente de la especie continental Palaeoxodon antiqus, de hasta cinco metros de altura en la cruz y cinco toneladas de peso. P. falconeri se volvió chiquitito al evolucionar en la isla, en un ejemplo clásico del enanismo (o el gigantismo) al que tienden las especies en aislamiento geográfico. Es el denominado “efecto isla”, fenómeno por el que se interesaron ya Charles Darwin y Alfred Wallace como evidencia de la teoría de la evolución.

Tradicionalmente, se creía que este elefante pigmeo siciliano, descubierto por el notable y aventurero paleontólogo, geólogo y botánico escocés Hugh Falconer (1808-1865), que halló también el cisne gigante de Malta (Cygnus falconeri), otra cosa también muy rara, tenía un desarrollo rápido, llegaba precozmente a la madurez y tenía una vida corta. Sin embargo, la nueva investigación, publicada en Scientific Reports, ha desvelado que en realidad era todo lo contrario: crecía a un ritmo muy lento, alcanzaba la madurez sexual alrededor de los 15 años y tenía una esperanza de vida larga, de al menos 68 años.

“Nuestro trabajo demuestra que la historia vital de este elefante era mucho más lenta”, explica Meike Köhler, investigadora del ICP que lidera la investigación. Ella y su equipo, del que forman parte Salvador Moyà-Solà (juntos componen una de las parejas de más éxito de la paleontología catalana), Carmen Nacarino y Josep Fortuny (ICP), Victoria Herridge (Natural History Museum de Londres), Blanca Moncunill (Università degli Studi de Roma), Antonietta Rosso y Rosana Sanfilippo (Università di catania) y Maria Ritta Palombo (Sapienza de Roma), han analizado la paleohistología (la estructura interna de los fósiles) de los molares y defensas de ejemplares de la especie. En los cortes de los fósiles han identificado los períodos de crecimiento del animal.

“Hemos comprobado que el elefante enano de Sicilia tenía una historia vital (life story) mucho más lenta que su taxón hermano p. antiquus y que el enorme elefante africano de sabana”, señala Moyà en una nota del ICP. “El ritmo lento de este animal es la clave de su longevidad. ¡Quizá los humanos podríamos aprender algo de ellos!”, bromea el investigador, descubridor de fósiles clave como los driopitecos hominoideos Jordi y Pau.

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