A Gaudí le gustaría el Loop
La Pedrera acoge por primera vez la feria del videoarte de Barcelona, con trabajos de Marina Abramovic, Isaac Julien y Harun Farocki, entre otros
A Antoni Gaudí, que adaptó a su forma de pensar y de crear las últimas corrientes europeas de arte y arquitectura realizando obras únicas, le hubiera encantado pasearse por el piso noble de La Pedrera. Una de sus casas más conocidas estará hasta el domingo ocupada por la feria Loop de videoarte; con obras que, como las del arquitecto, unen las últimas tendencias y ab...
A Antoni Gaudí, que adaptó a su forma de pensar y de crear las últimas corrientes europeas de arte y arquitectura realizando obras únicas, le hubiera encantado pasearse por el piso noble de La Pedrera. Una de sus casas más conocidas estará hasta el domingo ocupada por la feria Loop de videoarte; con obras que, como las del arquitecto, unen las últimas tendencias y abordan temas como la tecnología, la ecología, el territorio, el cuerpo y la historia, entre otros.
La feria, que esta 19ª edición recupera la presencialidad después de la edición de 2020 que fue eminentemente virtual, lo hace abandonando las habitaciones de un céntrico hotel por los 1.325 metros cuadrados del primer piso de La Pedrera, en la que vivieron Roser Segimon y Pere Milà, los dueños del edificio. “Ha sido un reto espectacular el abandonar el hotel por temas de seguridad sanitaria por este nuevo espacio; pero el resultado ha sido muy bueno y hemos tenido que decir que no a muchos galeristas. Había muchas ganas de volver a las ferias y lo hemos notado”, explica Carles Duran, codirector de la feria y el festival Loop, junto a Emilio Álvarez.
También para los que han traído a este edificio del paseo de Gràcia alguna de las obras de los artistas que representan. “Yo no había participado nunca en esta feria, porque no me gustaba lo de los hoteles, pero esto es un lujo”, explica Silvia Dauder, de la galería ProjectesSD que presenta Insulana una pieza realizada por su hermana Patricia Dauder durante su estancia en las Azores. Es uno de los 33 trabajos que podrán verse (27 en el edificio de Gaudí y cinco en el portal web de la feria) en estos seis días.
Algunos llevan la firma de artistas como Marina Abramovic, último Premio Princesa de Asturias que la encontramos levitando en su trabajo de 2009 Levitation of Saint Therese, en la que la artista llevó a imágenes aquello que dijo la santa: “Entre fogones también anda Dios”. La cinta, de 11 minutos está presente gracias a la galería madrileña Bernal Espacio. Otro artista destacado es Harum Farocki, del que puede verse su primer video, Two Paths, de 1966, perdido, luego recuperado y restaurado hace poco y que se puede ver en la galería Àngels Barcelona. “Es el primero, pero esta toda su esencia”, explica Gabriela Moragas, directora de esta galería que muestra una de las 10 copias de esta cinta de tres minutos que se vende por 10.000 euros; precio asequible, ya que la media de la feria está en 32.000 euros, aunque alguna llega a los 230.000 euros.
ProjecsSD y Àngels Barcelona son dos de las siete galerías españolas y de las 26 europeas presentes en La Pedrera. Como Ron Mandos de Ámsterdam que exhibe el primer trabajo también de Isaac Julien, Who killed colin Roach?, la historia de los disturbios ocasionados tras la muerte de un joven londinense por la policía en 1982 del que se dijo que se había suicidado. Por su parte, la galería de Berlín de Esther Schipper presenta la obra del barcelonés afincado en Brasil Daniel Steegmann A Dream dreaming a Dream, quizá el trabajo más hipnótico y bello. Está protagonizado por una pantera animada, apenas trazada con cuatro líneas generadas por un ordenador, que deambula, adormilada, en tiempo real por la selva de la Mata Atlántica que sirve de fondo. Steegmann es especialista en el llamado “cine orgánico”, en el que la naturaleza es la protagonista. Como en la obra de Gaudí. Por eso el artista ha incluido las dos columnas (una inclinada) de La Pedrera como parte de su instalación, como si fueran árboles de esta selva onírica.
A Gaudí le gustaría el Loop. Pero no tanto a la dueña de esta casa, la señora Roser Segimon que a la muerte del arquitecto se deshizo de los muebles y arrancó suelos y techos (dejó solo los de la zona del servicio) para acabar con el mal sueño de la obra que su marido encargó al arquitecto.