El regreso al fútbol de Oleguer

El exdefensa del Barça coordina un proyecto de deporte formativo que elude la competición y donde priman los valores al rendimiento

El exjugador del Barça Oleguer Presas entrenado a unos niños en Sabadell.JUAN BARBOSA (EL PAÍS)

La estampa es muy común a la que se puede ver cualquier tarde en un campo de fútbol de barrio. Un grupo de chiquillos y chiquillas dándole puntazos al balón mientras un voluntarioso entrenador trata de inculcarles la importancia del control orientado y el pase al pie. En este caso, el entrenador, flaco y espigado, es un campeón de Europa con el Barça al que, ahora, le importa bien poco ganar o perder.

Oleguer Presas coordina en Sabadell, su ciudad, un proyecto comunitario de fútbol formativo. Entrena a niños y niñas de seis a doce años y aplica un modelo que, según dice, “tiene más que ...

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La estampa es muy común a la que se puede ver cualquier tarde en un campo de fútbol de barrio. Un grupo de chiquillos y chiquillas dándole puntazos al balón mientras un voluntarioso entrenador trata de inculcarles la importancia del control orientado y el pase al pie. En este caso, el entrenador, flaco y espigado, es un campeón de Europa con el Barça al que, ahora, le importa bien poco ganar o perder.

Oleguer Presas coordina en Sabadell, su ciudad, un proyecto comunitario de fútbol formativo. Entrena a niños y niñas de seis a doce años y aplica un modelo que, según dice, “tiene más que ver con la educación y con transmitir unos valores que con buscar el rendimiento”. El objetivo es “enseñar fútbol de manera diferente”. La chavalería a la que prepara sabe de sus logros como defensa central porque se los han contado sus padres. Unos progenitores que decidieron en asamblea que esa camada juegue al fútbol todo lo que quiera, pero sin competir. “No estamos federados, no me interesa que los niños estén contentos porque son titulares o porque marcan goles, a mí me interesa que tengan una vida plena más allá del fútbol”, dice el entrenador. Crítico con la filosofía que rodea a la mayoría de clubes de fútbol base, indica que en su equipo “no vale eso de que uno no juega porque no tiene nivel, tratamos de ayudarnos entre todos para mejorar”.

Oleguer llega a la sesión montado en una achacosa bicicleta. Cuando estaba en el Barça se movía con una furgoneta. Ha pasado una década desde que se retiró del fútbol de élite. No lo añora. “Recuerdo la época de jugador como un momento muy intenso de mi vida. Disfrutaba mucho, pero el fútbol te deja muy expuesto, eres el centro de críticas y de elogios, y a mi lo que me gusta es pasar desapercibido”, cuenta.

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Dejó las botas colgadas en el vestuario del Amsterdam Arena, tras militar tres temporadas en el Ajax. Apenas tenía 31 años, no cargaba con ninguna lesión lacerante y en sus piernas quedaba gasolina. “Perdí la ilusión, estaba quemado”, justifica. Aquel periplo holandés le evoca un recuerdo amargo. “Terminé jugando poco”, admite. Una inacción fastidiosa para alguien que llegaba avalado por 177 partidos disputados con el Barça a lo largo de cinco temporadas. Incluida una titularidad en una final de Champions, la de 2006, cuando los azulgrana tumbaron al Arsenal en París gracias a los goles de Eto’o y Belletti y a las manos mágicas de Valdés. Sin ilusión por el balón y sin ofertas seductoras, “tampoco busqué mucho”, confiesa, se alejó de los terrenos de juego tanto como pudo. “Quería llevar una vida como la que veía en la gente de mi entorno, irme por ahí de fin de semana con la familia y los amigos, disfrutar de mi tiempo, algo que mientras juegas a fútbol no puedes hacer porque te debes a la rutina de viajes, concentraciones y partidos”. Oleguer desapareció del mapa.

Coherencia de discurso

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Hasta que el gusanito le ha picado de nuevo. Una inquietud futbolera resucitada, y tamizada por una ideología que en su día ya le situó en el foco mediático que tanto dice aburrir. Ya fuera por negarse a jugar con la selección española, o por firmar un artículo donde criticaba que se mantuviera en prisión al etarra Iñaki de Juana Chaos. “Trato de ser coherente con lo que pienso”, defiende. “Oleguer, solidario, reparte tu salario”, era un cántico recurrente para hacerle chanza cuando saltaba al campo.

El entrenamiento que propone trabaja aspectos de técnica básica, “me saqué el carné”, dice Oleguer, pero abundan los mensajes en positivo, sin gritos. Incluso aquellos discípulos que están manifiestamente distraídos en las explicaciones, se ahorran la bronca.

No me he escondido nunca, pero no soy polemista. Intento expresar lo que pienso, con una voluntad de diálogo”, manifiesta Oleguer. Independentista y seguidor de las tesis anticapitalistas de la CUP, considera que la suya es una opinión que “no gusta oír” y critica que, en el mundo del deporte profesional, no abunden los discursos discordantes. Afirma que no sigue la actualidad futbolística porque no le interesa, pero asevera que “cuando alguien se sale del tópico de hablar del próximo partido, se le saca el látigo”.

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