Llibrestiu, un bebé que quiere crecer

Los organizadores de la nueva fiesta del libro veraniego piden paciencia y estudian dotarla de un carácter más festivo

El escritor griego Theodor Kallifatides, firmando libros en la librería La Central durante el Llibrestiu.Albert Garcia (EL PAÍS)

La teoría es buena: “El libro es el único producto en el mundo que sale una vez al año y se vende; si podemos hacer que sea dos veces...”. Reflexionaba así la fundadora de la librería barcelonesa +Bernat, Montse Serrano, pasadas las nueve de la noche de ayer y aún ante medio centenar de personas que removían libros en su gran parada en la placeta de María Luz Morales; algunas, pocas, se atrevían a sentarse unos minutos ante su escritor favorito para charlar con él mientras le pedían la firma, en m...

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La teoría es buena: “El libro es el único producto en el mundo que sale una vez al año y se vende; si podemos hacer que sea dos veces...”. Reflexionaba así la fundadora de la librería barcelonesa +Bernat, Montse Serrano, pasadas las nueve de la noche de ayer y aún ante medio centenar de personas que removían libros en su gran parada en la placeta de María Luz Morales; algunas, pocas, se atrevían a sentarse unos minutos ante su escritor favorito para charlar con él mientras le pedían la firma, en mesas individuales.

De esa guisa afrontó Serrano la primera edición de Llibrestiu, la cita con la que la Cambra del Llibre de Catalunya retoma el espíritu del Sant Jordi de verano de 2020, que sorprendió por su excelente acogida. Actividades vespertinas en la calle y cerrar a las 22 horas, eran dos de los ganchos.

Xavier Bosch, en la +Bernat estaba más animado porque llevaba ya firmado algún ejemplar de La dona de la seva vida, muchos más que una hora antes en el FNAC de plaza de Cataluña: el plusmarquista absoluto de cada Sant Jordi tradicional al que acude no llevaba ninguno en los primeros 20 minutos. Inaudito. “Ya puedo decir que he empatado con Bosch: he firmado igual que él”, comentaba el periodista Santi Giménez, a su lado con ejemplares de Hombres de papel. Messi fue el eje de la tertulia que entablaron.

Quizá el impacto de la nueva jornada libresca fue por barrios. Pero, en general, estuvo muy lejos de las ventas y el movimiento obtenidos hace casi un año exacto, donde la gente se volcó con las librerías en solidaridad por la suspensión de la diada del 23 de abril y para mostrar el apoyo ciudadano al verlas como el paradigma del maltrecho comercio de proximidad.

Se dio alguna cola en las firmas de la Casa del Libro, pero más fruto de las medidas sanitarias por la pandemia que por la aglomeración de compradores y lectores. “Hemos tenido un poquito más de animación, pero como algunos otros días que ya se dan a partir de mediados de julio, cuando la gente se prepara el paquete de lecturas de verano; el perfil de cliente ha sido el mismo, el más o menos ya lector”, apuntaba una librera del centro de Barcelona.

Las ventas, según los consultados, han sido parejas a un día habitual por estas latitudes. “Quizá la convocatoria, como tal, es redundante”, prosigue la librera, pero coincide con otros colegas próximos en que “Llibrestiu sí ha servido para que estos días se hable de librerías y eso siempre es bueno”.

”Hay que persistir, estamos sembrando; a la Setmana del Llibre en Català también le costó afianzarse y hoy nadie la discute”, apuntaba una gestora editorial. “Quizá Llibrestiu ha de ser algo más festivo, con mayor tono de revetlla por la fecha”, secundaba otro directivo de un grupo editorial. “¿Y por qué no puede volverse a cortar el paseo de Gràcia? Si no se puede ni un 15 de julio...”, incidía una editora, recordando la iniciativa del pasado Sant Jordi que este año, aunque con limitaciones, sí se celebró, hecho que explica para muchos, en parte, la menor animación de ayer comparada con el 23 de julio de 2020.

Encuesta entre libreros

Quienes convocaron actos, acotados por medidas sanitarias, más o menos llenaron el aforo, como hizo el griego Theodor Kallifatides (casi el único autor extranjero, junto a Mark Baker, presente en la jornada en la capital catalana) en La Central o +Bernat, “pero seguramente lo hubiéramos hecho igual cualquier otro día sin ese reclamo”, asegura otro librero barcelonés. Un mínimo elemento festivo, pues, ayudó, como demostró +Bernat o la convocatoria unitaria de librerías en Girona y Vic. En esta última, ciudad cada tenderete levaba un sello editorial y el hecho de agruparse en una zona facilitó la afluencia de público, hasta que una ligera lluvia frenó el ambiente. Las ventas fueron “regulares”, admitía una editora. “Lo nuevo cuesta de arrancar”.

“Es un día que se acabará instaurando; estamos empezando; lentamente se irán añadiendo librerías e iniciativas”, aseguraba ayer Patrici Tixis, presidente de la Cambra del Llibre, que recordó que “el Gremio de Libreros hizo una encuesta entre socios y la respuesta de apoyo a una jornada así fue masiva”. Y añade: “Llibrestiu es un bebé que haremos crecer”. Nada mejor que con libros.

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