Enfermeras durante la pandemia: “Quisimos ayudar sin condiciones”

Miles de trabajadoras multiplican su horario para vacunar y atender su trabajo ordinario para erradicar la covid

Alicia Teruel y Monica León, enfermeras del CAP Manso que doblan jornada para vacunar.Albert Garcia (EL PAÍS)

Alicia Teruel y Mónica León regresan al CAP Manso de Barcelona tras una mañana de atender a pacientes en su domicilio. En la terraza del edificio León se saca un sobre del bolsillo. Lo abre y saca una carta que una mujer le dio el día anterior tras recibir una vacuna contra el coronavirus. “Gracias a la vacuna podremos vernos con más tranquilidad con mis hijos y con mi nieto. Agradezco vuestro compromiso y trabajo, que os aseguro que no ha pasado desapercibido”, lee. Teruel sonríe. “Hacemos lo que hacemos por cartas como esta”.

Teruel y León ...

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Alicia Teruel y Mónica León regresan al CAP Manso de Barcelona tras una mañana de atender a pacientes en su domicilio. En la terraza del edificio León se saca un sobre del bolsillo. Lo abre y saca una carta que una mujer le dio el día anterior tras recibir una vacuna contra el coronavirus. “Gracias a la vacuna podremos vernos con más tranquilidad con mis hijos y con mi nieto. Agradezco vuestro compromiso y trabajo, que os aseguro que no ha pasado desapercibido”, lee. Teruel sonríe. “Hacemos lo que hacemos por cartas como esta”.

Teruel y León forman parte de las más de 7.100 enfermeras formadas por la Generalitat para vacunar contra la covid. Los miércoles hacen una jornada complementaria, el doble turno de toda la vida. Pinchan por la mañana y realizan su tarea habitual por las tardes. “Cuando buscaban a profesionales para empezar a vacunar ni nos lo pensamos”, explica Teruel. “Y no sabíamos ni las condiciones ni nada. Dijimos sí a todo. Queremos aportar nuestro trabajo para que no enfermen ni mueran más personas por covid. Cada vacunado es uno más a este lado de la línea. Es el sentir general”, reivindica.

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La tarea de las enfermeras es imprescindible para alcanzar un ritmo de administración de más de 300.000 dosis semanales en el último mes y medio. Los resultados de la inmunización son rotundos: los brotes han desaparecido de las residencias y la pandemia parece controlada en Cataluña. Los datos epidemiológicos actuales son los mejores desde verano y los índices de mortalidad, los más bajos desde julio del 2020. “La respuesta de las enfermeras ha sido una maravilla”, celebra León.

El Departamento de Salud manda una convocatoria semanal de las plazas habilitadas según el número de dosis disponibles y las profesionales se apuntan a través de un aplicativo. “Nosotras hacemos una jornada extra, pero tenemos compañeras que hacen más turnos”, explican. Por su tarea, las profesionales reciben entre 18 y 23 euros la hora, según su antigüedad y posición.

León, de 43 años, empieza a vacunar los miércoles en Fira de Barcelona a las ocho de la mañana y acaba a la una del mediodía. Y no para. A las dos comienza su jornada laboral ordinaria, hasta las 20.30 horas. “Tengo que comer con un tupper o hago un menú corriendo para llegar a todo”, admite. “Y llego a casa cansadísima”. Teruel lo tiene un poco más complicado porque acaba en el punto de vacunación a la misma hora que debería empezar su horario habitual. Ella se desplaza en bici para poder llegar a todos lados. “Todo esto vale la pena, y a veces no se dan cuenta del trabajo que hacemos”, reivindica Teruel. “Ahora hemos recuperado la actividad habitual: asumimos las visitas presenciales, hacemos atención a domicilio, a las residencias del barrio, atendemos visitas urgentes, a los crónicos... No paramos”.

Una de las primeras tareas que hicieron las enfermeras de la atención primaria fue localizar y citar a todas aquellas personas cuya actividad quedó afectada por la pandemia. “La covid lo paró todo, y aquellos pacientes que tienen enfermedades crónicas dejaron de venir”, explica Teruel. “Nos preguntábamos que había sido de ellos, porque para nosotras eran personas habituales. Tuvimos que localizarles y citarles de nuevo, uno a uno, para ir recuperando la actividad”.

Más reconocimiento

La pandemia ha visibilizado más que nunca las tareas del colectivo, y su sensación es que la gente las valora más que antes. “El reconocimiento social ha cambiado”, admite León. “Siempre había ciertas diferencias con los médicos, por ejemplo, pero ahora los pacientes te ven diferente. En los hospitales saben que les hemos cuidado en los peores momentos, y fuimos casa por casa atendiendo a las personas mayores, que estaban solas. Ahora la sociedad valora más nuestra figura, pero aún falta que ocurra en los medios y a otros niveles”. El colectivo comparte ese reconocimiento con los administrativos que las acompañan en los puntos de vacunación. “Su trabajo es supernecesario”, aplaude León. “Antes, una enfermera tenía que estar con un ordenador para registrar y comprobar los datos de cada persona, y esto limitaba las manos para pinchar”, explica, ”pero el Departamento habilitó en tiempo récord la figura del administrativo y nos liberó para dedicarnos exclusivamente a la vacunación”.

Cerca del CAP Manso, en la calle Calàbria, el Departamento habilitó el espacio de la antigua sede de ONCE como punto de vacunación. Una decena de personas hacen cola para entrar. “Cuando llamamos a los pacientes y les convocamos, algunos usuarios se nos ha puesto a llorar en el teléfono”, explica León. “Y a veces nos encontramos la familia entera a las afueras del recinto esperando a su abuelo. Verlos salir por la puerta tan contentos es emocionalmente muy bonito”.

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