La estrategia de negociación con ERC evidencia la pugna interna en Junts

Los políticos en prisión se sienten apartados de las conversaciones con los republicanos

Barcelona -
El 'exconseller' Josep Rull (izq) acompañado por el secretario general de Juns, Jordi Sánchez (der), en una imagen de archivo.Susanna Saez (EFE)

Las negociaciones con ERC para llegar a un pacto de Gobierno en la Generalitat están poniendo a prueba la elasticidad ideológica de la que presume Junts per Catalunya. En la cúpula de la formación que preside Carles Puigdemont ...

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Las negociaciones con ERC para llegar a un pacto de Gobierno en la Generalitat están poniendo a prueba la elasticidad ideológica de la que presume Junts per Catalunya. En la cúpula de la formación que preside Carles Puigdemont coinciden culturas políticas muy diversas y la estrategia de tensar la cuerda en busca “del mejor pacto” es recibida por algunos dirigentes con reservas. Las mismas que genera la posibilidad de quedarse en la oposición. Fuentes cercanas a los exconsejeros de Junts presos aseguran que estos se sienten apartados de las conversaciones con ERC.

Las declaraciones de hace unos días de diversos líderes de Junts sobre la posibilidad de investir a Pere Aragonès pero quedándose ellos en la oposición encendió luces rojas entre algunos sectores de la formación. Especialmente, en el sector heredero de Convergència. La manera en la que salió de la Mesa del Parlament el diputado Jaume Alonso-Cuevillas —fue apartado de forma fulminante por la dirección de Junts por cuestionar su estrategia de desobediencia desde la institución— no invita mucho a verbalizar una oposición a la doctrina oficial del partido. En todo caso, la portavoz del Govern en funciones, Meritxell Budó, aseguró el pasado miércoles en una entrevista a Catalunya Ràdio que Junts “es un partido con vocación de Govern”.

“El 99% de la ejecutiva está a favor de entrar en el Govern si hay un buen acuerdo. Otra cosa es qué se entiende por un buen acuerdo”, explica una fuente de la cúpula de Junts. La defensa del papel que debe jugar Puigdemont, huido en Bélgica, y su Consell de la República en la estrategia internacional es prácticamente unánime, pero en lo referido a las prioridades del mandato y la estructura del Ejecutivo hay más debate interno.

Junts es un partido con menos de un año de existencia y al que aún le queda rodaje por delante para saber cómo abordar ciertos debates. Su secretario general, Jordi Sànchez, condenado a nueve años de prisión por sedición en el juicio del procés, fue el primero en abrir la puerta a la posibilidad de quedarse fuera del Govern y ha logrado mantener su visión en las negociaciones con ERC. Pero otra voz cercana al equipo negociador afirma: “Un partido joven no se puede permitir estar en la oposición. Con otra aritmética sería posible pensar en esa posibilidad, pero con el empate técnico, de ninguna manera”. “No es posible ahora una travesía en el desierto como la de Artur Mas, no hay un liderazgo que pueda aguantar eso”, añade, en referencia al mandato del expresident en Convergència durante la época de los tripartitos de izquierda hasta que logró ser elegido jefe del Gobierno en 2011.

Tras casi una semana de silencio, Junts informó este jueves de que sigue el intercambio de documentos con ERC para llegar a un acuerdo “global de legislatura”. Los republicanos remitieron varios textos en los que incorporan una arquitectura del futuro Ejecutivo, eso sí, sin repartir las sillas.

Cita con la militancia

La formación que coordina Aragonès comenzó ayer un ciclo de encuentros con la militancia para explicar el contenido de esta propuesta. La ronda terminará el próximo miércoles. Los anticapitalistas de la CUP también tienen programadas 12 charlas en distintas poblaciones catalanas bajo el lema ”La CUP responde”.

Varias fuentes cercanas a la negociación rechazan que esos encuentros signifiquen que el acuerdo sea inminente, pero aceptan que las cosas avanzan a un mejor ritmo. En Junts insisten en que, a diferencia del “acuerdo de investidura” al que llegó Aragonès con los anticapitalistas, ellos sí quieren un “acuerdo de Govern”: “No se trata de investir y marcharse”.

El discurso oficial de la formación de Puigdemont es que no sienten ninguna presión para poner en marcha el Govern, pero hay voces dentro que alertan del malestar en sectores económicos y sociales por la larguísima interinidad. Una repetición electoral está descartada —el votante independentista no lo entendería, tras lograrse el 52% de voto el 14-F—, pero hay advertencias sobre una posible factura si se alargan más los tiempos. El plazo para una nueva convocatoria automática vence el 26 de mayo.

En algunos círculos se lamenta el silencio de los exconsejeros del Ejecutivo de Puigdemont, como Jordi Turull y Josep Rull, que comparten centro penitenciario con Sànchez. Fuentes cercanas a los presos sostienen que éste no comparte con ellos detalles de las negociaciones y que se sienten desplazados. Las criticas, insisten, tienen más que ver con las formas que con el fondo.

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