18 personas sin techo murieron el año pasado en la calle en Barcelona

El Ayuntamiento dice que tienen plazas disponibles y las entidades reclaman equipamientos permanentes

Una persona duerme en la calle en Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

La ola de frío y la muerte de dos sin techo en Barcelona coincidiendo con las bajas temperaturas han hecho saltar todas las alarmas entre las entidades que ya trabajan habitualmente con este colectivo y el Ayuntamiento. La fundación Arrels ha revelado que el año pasado, por distintas causas, 18 personas fallecieron en la calle en la ciudad. La cifra se eleva a 30 si se añaden los ...

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La ola de frío y la muerte de dos sin techo en Barcelona coincidiendo con las bajas temperaturas han hecho saltar todas las alarmas entre las entidades que ya trabajan habitualmente con este colectivo y el Ayuntamiento. La fundación Arrels ha revelado que el año pasado, por distintas causas, 18 personas fallecieron en la calle en la ciudad. La cifra se eleva a 30 si se añaden los sin techo que fallecieron en centros hospitalarios. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau explica que uno de los dos fallecidos tenía vínculo regular con los servicios municipales, y que había rechazado desplazarse a un albergue. Las entidades del sector piden un abordaje distinto del fenómeno del sinhogarismo, siempre complejo, con equipamientos más pequeños y de acogida permanente.

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“El problema es que no podemos saber las causas por las que fallecieron, no podemos tener acceso a los datos de las autopsias, y tampoco nos llega esa información por parte de las administraciones”, explica Ferran Busquets, director de la fundación Arrels. Entre las víctimas (el cómputo va de noviembre de 2019 a noviembre de 2020) se incluyen las tres personas asesinadas presuntamente por la misma persona durante el confinamiento, y una cuarta que también fue apuñalada, sin que se sepa hasta el momento quién fue el autor.

Busquets explica que si las personas sin techo rechazan ir a los albergues es porque son soluciones temporales. “Volver a empezar en la calle unos días después es muy duro” y apuesta por equipamientos más pequeños y que sean permanentes. Su petición se ha convertido en clamor durante el día, con más voces exigiendo medidas estructurales. La Mesa del Taula del Tercer Sector Social, que agrupa a 3.000 entidades, ha reclamado más inversión pública y no medidas temporales para afrontar un fenómeno “estructural”.

Desde la asociación Assis, Sandra Oriol, también señala que la solución óptima son “viviendas permanentes o equipamientos de larga estancia”. Es el caso del housing first, la reinserción que pasa por garantizar en primer lugar una vivienda. También desde Creu Roja, Susanna Roig, directora de Intervención Social en Cataluña, apunta que “un problema estructural requiere respuestas estructurales y vivienda, y no políticas de emergencia por la pandemia o el frío”. “Es un problema 365 días”, zanja.

Sobre las circunstancias de la muerte de las dos personas este lunes, la comisionada de Acción Social del Ayuntamiento, Sònia Fuertes ha apuntado este martes que “no tiene constancia” de que hayan muerto de frío. “Puede ser una de las causas, sí sabemos que no hay indicios de violencia”, ha afirmado y ha aclarado que no se puede obligar a una persona a ir a un albergue, aunque tenga un vínculo regular, como era el caso en uno de los dos fallecidos, con un los trabajadores municipales. El consistorio no tenía vínculo con la otra persona muerta. Fuertes no ha aclarado si conocen las causas de los fallecidos en 2020. “No siempre sabemos las causas”, ha dicho.

La comisionada ha explicado que la ciudad cuenta ahora mismo con 2.700 plazas contando las concertadas con entidades, y que desde noviembre se activaron 100 más, y el pasado fin de semana otras 100, reabriendo el pabellón de la Fira que se habilitó durante el estado de alarma. De las adicionales, se han llenado 34, hay 60 libres. “Estamos absorbiendo toda la demanda”, ha apuntado.

La comisionada ha añadido que el consistorio aumentó el año pasado un 30% la inversión en políticas para personas sin hogar, que ahora es de 45 millones de euros. La responsable del área ha señalado que el consistorio está aplicando políticas “valientes y segmentadas para particularizar la atención: respuestas para jóvenes, para mujeres, usuarios que hacen un consumo activo de drogas”. “No rehuimos nuestra responsabilidad”, ha defendido, aunque ha manifestado que hay dinámicas que provocan que la gente acabe en la calle que no dependen del consistorio. “Estamos sacando agua de un barco donde no tenemos herramientas para ver donde está el agujero”, ha resumido.

En el consistorio, la oposición ha reaccionado de forma unánime reclamando más recursos y colaboración entre administraciones y entidades para abordar un fenómeno que todo el mundo admite que es complejo. El grupo municipal que se ha expresado con mayor dureza ha sido el de Junts per Catalunya, que habla de “fracaso” en las políticas de sinhogarismo. La concejal Neus Munté ha lamentado “profundamente” la muerte de dos hombres y ha recordado que su partido lleva tiempo “exigiendo refuerzos en los dispositivos y recursos que la ciudad destina a las personas sin hogar”, una petición que se formuló en otoño en vistas a los meses de frío. Munté también ha pedido un replanteamiento de la atención que se presta a los sin techo, en cuestiones concretas como el hecho de que no puedan utilizar los albergues si tienen animales.

Desde el grupo municipal de ERC, la concejal Montse Benedí, ha pedido más “espacios abiertos y adaptados a todos los perfiles que permitan la atención individualizada, políticas de housing first, más educadores de calles y formar a la Guardia Urbana en el ámbito”. Luz Guilarte, de Ciutadans, ha admitido que “no es fácil que algunas personas acudan a los centros”, pero ha pedido estrategias más eficaces y revisar las actuales en materia de educadores de calle, plazas operativas todo el año y programas de inserción laboral.

Arrels conocía a uno de los dos hombres hallados muertos ayer en la calle desde 2014. De 37 años y de origen marroquí, dormía en el mercado municipal de la Barceloneta y había sido usuario del centro de día de la fundación. Unos paradistas alertaron al 112 de que la víctima no respiraba y el Sistema de Emergencias Médicas (SEM) comprobó a las siete y media de la mañana que había fallecido.

La otra persona muerta es un hombre de 32 años, también de origen marroquí, hallado a las cinco de la tarde en el parque de la Ciutadella. El SEM acudió al lugar y descubrió que junto a la persona muerta había un joven, en este caso de 19 años, con síntomas de hipotermia. Los facultativos avisaron al Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB) para que pudieran ayudarle.

La Jefatura de los Mossos d’Esquadra, a través de un comunicado interno dirigido a todos los servicios y a raíz de la muerte de las dos personas en Barcelona, ha pedido que se refuerce la atención a los sin techo que viven en las calles catalanas. “Si bien no tenemos herramientas propias para prestar la atención directa, sí que está a nuestro alcance la detección, el traspaso de información y la coordinación con los servicios sociales”, asegura la directriz policial interna.

En concreto, pide que se actualice la información sobre los recursos que tienen disponibles las personas sin techo, que se incluyan patrullajes en las zonas donde habitualmente permanecen y “mantener una actitud policial proactiva”: pedir información de donde pasan la noche, si son conocedoras de los recursos a su alcance, si sufren algún tipo de enfermedad o si hay algo que les imposibilita para aceptar esos recursos. “Es necesario reforzar desde el territorio el vínculo con las instituciones, públicas y privadas, que prestan ayuda a este colectivo”, añade el comunicado.

En Barcelona, una ciudad con una gran cantidad de personas durmiendo en la calle (más de 1.200 personas, según el último recuento de Arrels), ya se mantiene un contacto estrecho con las administraciones y las entidades que trabajan con este colectivo. Los Mossos estrecharon su relación con la fundación Arrels a raíz del asesinato de tres personas sin techo durante la pandemia, algo que hizo saltar todas las alarmas sobre la vulnerabilidad extrema en la que viven.

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