La astronave Gigamesh pone rumbo al mañana
La influyente librería y editorial barcelonesa que capitanea Alejo Cuervo explora y renueva para continuar en la primera línea del género fantástico, aunque pierda la saga de George R. R. Martin
“¿Quieres saber cómo está la ciencia ficción en la actualidad?, léete las dos antologías de relatos que hemos publicado con lo mejor de lo último, un retrato fidedigno de lo que hay”. Lo dice Alejo Cuervo (en el fandom el Papa Alejo I, vicario de Philip K. Dick), el propietario de la librería y editorial Gigamesh y prescriptor de ciencia ficción y fantasía desde que la Fundación era joven, no había nacido el cyberpunk y 2001 parecía una fecha lejanísima. Y ciertamente, si te pillas...
“¿Quieres saber cómo está la ciencia ficción en la actualidad?, léete las dos antologías de relatos que hemos publicado con lo mejor de lo último, un retrato fidedigno de lo que hay”. Lo dice Alejo Cuervo (en el fandom el Papa Alejo I, vicario de Philip K. Dick), el propietario de la librería y editorial Gigamesh y prescriptor de ciencia ficción y fantasía desde que la Fundación era joven, no había nacido el cyberpunk y 2001 parecía una fecha lejanísima. Y ciertamente, si te pillas, por ejemplo, La vida secreta de los bots y otros relatos (Gigamesh, 2020), el primero de los dos volúmenes que recomienda Cuervo (el otro es Lenguas maternas), y que contiene seis estupendas historias (cuatro de ellas escritas por mujeres) ganadoras de recientes premios Hugo, desde luego te pones al día. El efecto es similar al impacto iniciático de, digamos, El viento del sol (Alianza, 1974), aquella antología de Arthur C. Clarke que a algunos nos puso en órbita en el género estimulando el sentido de la maravilla.
En el cuento de Suzanne Palmer que da título al libro, un pequeño bot, un humilde, valeroso y solidario mecanismo de mantenimiento de una nave se muestra decisivo para conjurar una letal amenaza alienígena. En La luna no es un campo de batalla, Indrapramit Das, nacido en Calcuta y con un premio de literatura LGBTQ, presenta a una vieja soldado espacial de la India que ha peleado en las guerras fraticidas en nuestro satélite y que añora a su compañera de lucha mientras desgrana sus recuerdos en los miserables arrabales de un ascensor espacial precisamente muy clarkeano. En cuanto a El obelisco marciano, de la escritora asentada en Hawai y autora de lo que se ha dado en llamar nanopunk (!) Linda Nagata, es una conmovedora historia sobre la construcción de un postrero monumento en Marte a la memoria de la humanidad mientras la Tierra colapsa devastada por catástrofes naturales, provocadas por el hombre, y epidemias (los antibióticos han dejado de funcionar contra bacterias resistentes).
“La tendencia en el género es el mestizaje cultural, una nueva textura llena de rasgos multiculturales”, señala Alejo Cuervo (barcelonés de 61 años) en un bar junto a su librería de la calle Bailén mirando a través de esos ojos de un azul desvaído que han avizorado tantos universos. “Los chinos siguen renovando, el problema con ellos es la barrera cultural, necesitas un autor que te haga de explorador, pero vamos a ver mucha ciencia ficción suya. En general en España se publica más literatura fantástica que nunca. Jamás tanta gente de una generación ha estado volcada en escribir y publicar, nunca tantos habían velado armas en la literatura del género. Hay cantidad de autoedición, pequeñas editoriales que se lanzan al ruedo. En la tienda cada vez ocupan más lugar los nuevos sellos. Ahí está Mai Més Llibres, que ha publicado a Terry Pratchett en catalán (en Gigamesh, hemos vendido medio millar de ejemplares de Guardies, guardies!, lo que es un auténtico hito), a Ted Chiang, a China Miéville; recupera a Octavia E. Butler, y descubre autores y títulos”.
Gigamesh publica lo último, como las citadas antologías de lo mejor del año, una selección editorial de The best Science Fiction and Fantasy of the year que prepara el editor Jonathan Strahan (ganador del Locus tres veces por su labor de antólogo) para el sello Solaris, pero también revuelve en el cajón de los clásicos. “Uno de nuestros milagros es convertir en éxito a los viejos hermanos Strugatski, los autores de Stalker y Qué difícil es ser Dios, ¡a ver si no es noticia que vendamos bien a los Strugatski!”, señala Cuervo, otras de cuyas obsesiones y apuestas veteranas de catálogo son Ian Watson (con el que pasamos una tarde inolvidable en 1989 en el piso de Alejo hablando de la relación entre ciencia ficción y religión), Jack Vance o Fritz Leiber. Gigamesh ha publicado en 2020 también Slan de otro dinosaurio de la SF, Alfred E. Van Vogt, una obra que adelantó, ¡en 1940!, el tema del mutante como amenazada y prefiguró, recalca Cuervo, a la Patrulla X. “Slan era un grito de guerra friki y marcó a toda una generación”, señala el especialista. “Fue mi primera novela de ciencia ficción”, dice con un suspiro tan raro como el que podría salir de la boca de Gerald de Rivia, el escéptico brujo y cazador de monstruos. Ilustrado por Marina Vidal llega ahora Slan a la colección Gigamesh Club, a la caza de nuevos lectores. Como lo hace también la colección de comic, que incluye Space Riders, serie de culto de Ziritt, Rangel jr. y Ferrier que Cuervo define como “la space opera más chingona del universo, rellenita de pura psicodelia tex-mex”.
En el otro extremo de esas historietas de violento color, Gigamesh publica El idioma de la noche, una serie de variopintos ensayos sobre fantasía y ciencia ficción de Ursula K. Le Guin, que constituye una maravillosa inmersión en el género de la añorada gran maestra de Portland (incluyendo su admiración por Dunsany y Tolkien, la comparación de Dick con Borges, consideraciones sobre Jung o el feminismo y aclaraciones sobre el sexo de los guedenianos). También de este año es una biografía de Dick escrita por una de sus cinco mujeres, Anne R. Dick.
Paralelamente, Gigamesh apuesta por Cels Piñol, el autor del fenómeno Fanhunter (en el que es personaje, malvado, el propio Cuervo), y por Emilio Bueso, cuya trilogía biopunk (!!) Los ojos bizcos del sol acaba de cerrar con Subsolar; la serie incluye unas ediciones de lujo, en versiones plata y oro, que muestran algunos de los nuevos caminos de Cuervo a la hora de publicar. “Hace un par de años observamos que el mercado cambiaba, tuvimos una época de ventas pobres, era evidente que estábamos editando mal, pero además el público se transformaba y no lo estábamos siguiendo. Se consume menos, el libro compite con mucha oferta de ocio nueva y hay más producción editorial. En la librería, el cliente fijo, ese cada vez con más canas y que suponía el 10 %, pero proporcionaba el 90 % de la caja, ha bajado en favor del comprador de impulso, ocasional. El lector que acumulaba libros va desapareciendo, la gente es más nómada. Así que decidimos cambiar nuestra imagen editorial: si antes diseñábamos para el que leía mucho, ahora para el que lee menos. Decidimos hacer el libro más atractivo, más fácil de leer, con letra más grande. Y con una tendencia al libro objeto, de calidad, con tapa dura, hecho para perdurar”.
En pleno proceso de cambio, la Covid significó en primera instancia un “destrozo total, suerte que teníamos una situación económica saneada, pero nos descapitalizamos”. Afortunadamente, pudieron mantener bastante la caja gracias a las ventas por correo. Durante la pandemia, han reformado la sala de actos de la tienda para adaptarla a hacer streaming.
En la librería, esos famosos 500 metros cuadrados de vicio y subcultura, uno de los grandes éxitos de ventas es Brandon Sanderson (autor de series como El archivo de las tormentas, que publica Nova), de cuyo último título, El ritmo de la guerra, se hizo una exitosa campaña de preventa “con una sobrecubierta exclusiva para nosotros”. Y es que, recalca, Cuervo, “dar artículos especiales funciona”.
El espinoso asunto de ‘Canción de hielo y fuego’
Otra cosa que ha estimulado las ventas es, paradójicamente, la noticia de que Gigamesh deja de publicar la serie de George R. R. Martin Canción de hielo y fuego. “Hemos tenido un diluvio de pedidos de los ejemplares que nos quedan en stock”. Cuervo se muestra más escurridizo que Gollum al hablar del espinoso asunto. “Nos pedían un dineral para renovar los derechos y simplemente no podemos pagarlo y menos con el nivel de venta que tiene la serie ahora”, explica.
La cuantía de derechos que se pide -y que no significa un aumento- no es por el nuevo título, Vientos de invierno, el sexto, que Martin, que va con mucho retraso sobre los planes iniciales, aún no ha acabado de escribir (la serie finalizaría con el séptimo, Sueño de primavera), sino, puntualiza Cuervo, por los cinco anteriores, por reeditar la saga que ha publicado en España en castellano en exclusiva Gigamesh. Alejo Cuervo dice que no ha querido recurrir a su amistad personal con Martin para arreglar la situación. “Los temas contractuales se hablan con el agente, no con Martin, al autor no se lo molesta”. Cuervo deplora: “He acabado perdiendo la serie por la avaricia de los agentes. Que se la vendan a Random”. Cuervo, que constata un descenso de las ventas de Martin “tras el pico alcanzado al acabar la serie televisiva”, apunta que como consecuencia de su éxito mundial Martin ha cambiado su relación con el exterior, “está aislado de los fans, él mismo lamenta esa situación de no poder socializar como antes, y ha dejado de ser tratable de tú a tú”. La inquina de algunos fans desafectos que le reprochan no acabar la serie de una vez, le insultan y hasta le amenazan, no ayuda, desde luego.
Alejo Cuervo recalca que el sexto tomo no está afectado por la situación. “Hay un contrato que sigue vigente”, subraya, y podrían ceder los derechos a un tercero. En todo caso, aunque hay muchos flecos por aclarar, es concluyente: “Gigamesh no seguirá publicando la saga”. Está dispuesto, eso sí, a “facilitar una transición suave” con el nuevo editor.