Son tiempo de cosas que no habían pasado nunca: de pandemia y de preocupación, más que nunca, por el espacio público y la contaminación. Y en Barcelona, en una iniciativa insólita, este viernes por la tarde 17 escuelas cortaron el tráfico para pedir menos coches en su entorno. La mayoría de los centros están en el Eixample (solo de la calle de Mallorca hay tres: Auró , Dovella y Octavio Paz), pero también e...
Son tiempo de cosas que no habían pasado nunca: de pandemia y de preocupación, más que nunca, por el espacio público y la contaminación. Y en Barcelona, en una iniciativa insólita, este viernes por la tarde 17 escuelas cortaron el tráfico para pedir menos coches en su entorno. La mayoría de los centros están en el Eixample (solo de la calle de Mallorca hay tres: Auró , Dovella y Octavio Paz), pero también en Sant Martí, Sant Andreu, Gràcia u Horta-Guinardó.
La demanda de todos estos centros es que el gobierno de la alcaldesa Ada Colau acelere la materialización de la promesa de pacificar los entornos escolares. El proyecto Protegim les escoles, anunciado el enero pasado, se comprometía a hacer plazas o espacios amables ante 200 escuelas hasta el 2023. El objetivo: ganar en seguridad, en calidad del espacio del entorno, del aire y reducir el ruido.
Las escuelas se quejan de la falta de espacio en su entorno para poder respetar las distancias de seguridad y de que “se prioriza el espacio para el aparcamiento y la circulación”. También recuerdan que cada día hay más evidencias de las consecuencias negativas para los menores de la exposición a la contaminación atmosférica y acústica. Los datos son contundentes y desde el 2010 la ciudad supera los límites legales establecidos por la normativa europea en cuanto al dióxido de nitrógeno (NO2) y los niveles de partículas (PM10) recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), recuerdan las familias. También citan los informes de la Agencia de Salud Pública municipal, como el que reveló que el exceso de contaminación causa en la ciudad un 7% de las muertes anuales, mil personas.
Por todo ello, los centros hacen nueve exigencias. La primera, “más actuaciones y con más urgencia en la pacificación de las escuelas”. Y aquí recuerdan que en solo tres meses, durante la crisis de la covid, el Ayuntamiento amplió 2.000 ampliaciones de terrazas en espacios que ocupaban coches aparcados.
También piden que se reduzcan los carriles de circulación ante los centros ubicados en calles que son de la red básica (la que soporta un tráfico elevado, como Mallorca), y radares de velocidad y control de los niveles de ruido.
La teniente de alcalde de Ecología, Urbanismo y Movilidad, Janet Sanz, explicó que mantuvo una reunión con las escuelas en la que se comprometió a actuar en las calles de la red básica donde hay escuelas (haciendo los carriles más estrechos, con radares que multen exceso de velocidad y con cojines berlineses) y a priorizar actuaciones donde se concentren varios centros. “Tenemos que ser muy estratégicos al actuar y ser conscientes de la tensión que provoca eliminar coches”, dijo.