Opinión

Luminosas directoras de cine

Formidable e instructiva ‘Women Make Film’, sobre las cineastas desde Alice Guy. La inspiradora serie se propone y consigue que veamos más y mejor

Ana Mariscal con Carlos Casaravilla en un fotograma de la película '!Hola Muchacho!', dirigida por ella misma.

Es una experiencia insólita en mi caso, entrar en una serie como esta y no verla de un tirón. Women Make Film no lo pretende. Ni siquiera que veas varios capítulos seguidos, eso tan agradable cuando te interesa una serie y no has de buscar más para continuar ante la pantalla. Y no porque sean 14 capítulos documentales, de una hora cada uno, subdivididos en varios e inspiradores apartados, que reúnen a 183 cineastas y un millar de clips, de ejemplos. Es algo distinto. En confinamiento hay espectadores a los que les va (aún más) la marcha maratoniana en casa y puede que los haya para esta...

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Es una experiencia insólita en mi caso, entrar en una serie como esta y no verla de un tirón. Women Make Film no lo pretende. Ni siquiera que veas varios capítulos seguidos, eso tan agradable cuando te interesa una serie y no has de buscar más para continuar ante la pantalla. Y no porque sean 14 capítulos documentales, de una hora cada uno, subdivididos en varios e inspiradores apartados, que reúnen a 183 cineastas y un millar de clips, de ejemplos. Es algo distinto. En confinamiento hay espectadores a los que les va (aún más) la marcha maratoniana en casa y puede que los haya para esta propuesta. Pero es desaconsejable, aunque el realizador Mark Cousins (1965) domina el arte de contar y la poesía crítica de su texto es bello y agudo, iluminador. Disponible ya en Filmin, es otra de las proezas del irlandés, que se centra de nuevo en las películas, en lo que se ve en la pantalla. No en lo que la historia del cine dice y repite sin que le caiga la cara de vergüenza por no ponerse al día, hoy que todo se puede ver, consultar y estudiar si te lo propones. Y hay mucho que absorber en los films de las cineastas, desde el origen del cine.

Por eso no recomiendo ver seguido Women Make Film: es tan sorprendente, densa, provocadora y bien narrada que, aunque también puedo ser maratoniana en esto de las series, necesito que cada capítulo me siembre por dentro. Porque lo que te cuenta vale para el cine y la narrativa en imágenes, pero también para mucho más: vale para cualquier forma de narrar. Cousins apuesta por las narrativas alejadas de las convenciones sentimentales rutinarias, aquellas que a menudo se relacionan (¡encima!) con lo femenino, la mirada femenina y toda la pesca. No, esto va de otra cosa.

Por lo que llevo visto (no voy a correr, repito), se trata de poner de relieve, descubriéndolas en la mayoría de los casos, a las cineastas que más y mejor han aportado y aportan cosas al cine, las pioneras desde Alice Guy (1873-1968) y las contemporáneas. Las más luminosas. Ninguneadas por la totémica historia del cine, la serie recorre los cinco continentes y ha rastreado a fondo todos sus archivos. Pero no las presenta como víctimas del patriarcado y la misoginia. Lo da por sabido. Se supone que lo sabemos. Las presenta en sus logros, sus atrevimientos, sus intentos, sus verdades. Sigue en esto a los muchos festivales de cine de mujeres y ha rastreado por todas partes.

La estructura de la serie y el texto narrador de Cousins, que dicen actrices, entre ellas Jane Fonda, es incluso mejor que el de su serie precedente, en colaboración también con la actriz y productora Tilda Swinton, The Story of Film. An Odissey, disponible en la misma plataforma. Insisto en escribir sus títulos en inglés porque la traducción de film por cine que solemos hacer no corresponde a lo que mueve a Cousins: las películas.

Pongamos el capítulo cinco, tras pasar por los dedicados a maneras de empezar un film, el tono y la credibilidad, y las diversas variantes con las que la serie relaciona cada cosa. Llegamos así a cómo se introduce un personaje en una película. Y para ello se considera primero la relación entre el adulto y el niño, que si hablamos de mujeres suele siempre conducir casi en exclusiva a la maternidad. Aquí, no solo, y de manera nada tópica. Para pasar luego a la economía narrativa y de ahí, a tratar del montaje: el alma del cine, que se decía antes; la “máquina de conectar”, se dice aquí. Este hilo conductor, de la infancia y la relación con los adultos hasta cómo están conectadas las cosas en un film y con qué economía visual pueden ser contadas, en el mismo capítulo, es de gran sutileza. Permite asomarse con lucidez, narrando sin mostrarlo todo, como debe ser, que en la representación de niños con adultos median tópicos y más tópicos visuales que vemos cada día por las pantallas y en casi todos los relatos, clichés que estas cineastas se han esforzado en eludir. Los desmontan con economía narrativa y con el montaje. La serie los reúne montando y razonando.

Este tipo se la juega. Elude lo académico en hermosas y certeras lecciones que las aulas harán bien de considerar, de secundaria a la universidad. Escoge. Del cine español le interesa Ana Mariscal, su sola representante aquí, para realzarla como merece. Bien jugado, lo principal era no reducir la serie a un catálogo de nombres y títulos. Aquí prevalece el punto de vista y un criterio sólido al servicio del arte de contar en imágenes lo que no hemos visto, estas cineastas.

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Mercè Ibarz es escritora y crítica cultural.

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