Jaume Plensa: “En Barcelona tengo que ser Gaudí y el conde Güell”
El escultor abre exposición con algunas de sus últimas obras y lamenta el “momento de abandono” que vive su ciudad natal
Jaume Plensa (Barcelona, 65 años) vuelve a exponer en su ciudad natal con una exposición en Senda, su galería de referencia, exhibiendo algunas de sus últimas obras: figuras como Minna’s Words, como casi siempre, mujeres adolescentes con los ojos cerrados, creadas en bloques de pesado acero que dejan ver las vetas de la madera que les ha dado forma. También rostros como Invisible Ana, formado por finos hilos de acero que invitan a rodearlos para ver las múltiples caras que todos tenemos o, en palabras de su cre...
Jaume Plensa (Barcelona, 65 años) vuelve a exponer en su ciudad natal con una exposición en Senda, su galería de referencia, exhibiendo algunas de sus últimas obras: figuras como Minna’s Words, como casi siempre, mujeres adolescentes con los ojos cerrados, creadas en bloques de pesado acero que dejan ver las vetas de la madera que les ha dado forma. También rostros como Invisible Ana, formado por finos hilos de acero que invitan a rodearlos para ver las múltiples caras que todos tenemos o, en palabras de su creador: “Cómo somos por dentro, la orografía y los volúmenes que creamos en el interior de nuestro cuerpo”.
Plensa vuelve a Barcelona, después de que en 2018 el Macba le dedicara una gran retrospectiva, “la exposición más vista de los 25 años del museo [118.623 personas]”, apunta el artista. Una muestra que llegó tras 22 años de no exponer en ningún museo barcelonés, lo que, según el galerista Carlos Duran, “generó el deseo unánime de ver una verdadera exposición de Plensa. Sin complejos”. Algo que Plensa asegura compartir: “Siempre estoy de acuerdo con mis galeristas”. Y agrega: “Haga lo que haga siempre habrá críticos que les encanta destruirme y a otros a los que les encanta alabarme. Me he acostumbrado”.
Las enormes piezas suspendidas de la galería Senda (Trafalgar, 32) forman parte de La llarga nit (hasta el 6 de febrero), muestra con la que Plensa invita a “reflexionar sobre la intimidad; es un canto al silencio, aunque es más una invitación al susurro para luchar contra el grito, porque las cosas se pueden decir de muchas maneras y no creo que para hacernos oír tengamos que gritar más alto. Es un error. Como artista has de generar el silencio necesario para que podamos escuchar nuestras pequeñas voces, porque somos como David contra Goliat. Y esta niña, Minna’s Words, nos representa un poco a todos”, explica con el tono calmado y conciliador que suele usar Plensa.
En la exposición también se puede ver Laura Àsia, una alargada figura que cambia según el ángulo desde donde se mira y una serie de dibujos, “unos fantasmas que abrazan el aire”, explica, el siempre místico Plensa.
El título de la muestra confiesa, la ha tomado de “una frase que me gusta mucho: ‘Por larga que sea la noche siempre tendrá un mañana”. Porque, según uno de los artistas más internacionales del panorama catalán y español, “pese al dolor y el sufrimiento que está provocando en tanta gente, si algo positivo ha traído esta pandemia es la sensación de volver a mirar hacia dentro”. Plensa, visionario, explica que, pese a todo, estas obras se hicieron “cuando ni siquiera podía imaginar que viviríamos esta situación, pero creo que de alguna manera preconizaban ya esta voluntad de interioridad”.
La pandemia, de todas formas, no le ha afectado como artista. “No he dejado de trabajar, hemos dado salida a los proyectos que no han dejado de llegar. Lo que más me ha preocupado ha sido mantener a mi equipo de 14 personas, que me ha costado muchos años de conseguir. No estoy seguro de que tenga que hacer obras pensando en la pandemia; el arte ha de trascender, no puede ser el periodismo de su época; Macbeth fue escrita en una pandemia y no habla de ella”, recuerda. “El ser humano tiene la virtud de olvidar o de adaptar sus recuerdos a la vida, si no, nos volveríamos locos por la acumulación de dolor. He de hacer obras pensando en mi obra, que tiene un contenido humanista muy profundo, o lo intenta, y también abraza la pandemia”.
Plensa asegura de su ciudad natal, Barcelona, que ya no la siente como suya: “Vivimos una pandemia de políticos. Esta ciudad está pasando un momento de abandono, como si hubiera perdido el interés en ella misma. Tengo la suerte de vivir en Sant Just y esto me salva”. Y se queja: “Aquí tengo que ser Gaudí y el conde Güell”, en referencia a las obras que ha hecho y donado a hospitales como Sant Joan de Déu y al Clínic o la cesión, gratuita y temporal por ocho años, de la Carmela junto al Palau de la Música.
Fuera, en medio mundo le aguardan proyectos en marcha hasta 2023. Los más inmediatos son, el próximo mes de abril, una enorme cabeza de 22 metros para un muelle del río Hudson, en New Jersey, y un homenaje a los sanitarios en la plaza de los Sagrados Corazones de Madrid. “Espero poder acompañarlas para su instalación. Lo que más ha cambiado en estos meses es que no he podido acompañar a mis obras, en el último proceso de creación”.