El Lliure de Gràcia sonríe otra vez con una comedia de Carol López
La agridulce ‘Bonus Track’ traza un retrato generacional de los ‘baby boomers’
Llegas al Lliure de Gràcia tras un paseo rápido por las calles y plazas adyacentes, viendo mucha gente en las terrazas de los bares, apurando las horas previas al anunciado cierre total, y al entrar en su histórica sede, nada más pasar los consabidos controles de temperatura y desinfección, te embarga una sensación de tristeza. Con lo que siempre han sido las noches de inauguración en el Lliure —una fiesta, llena de caras conocidas— y el jueves, en el estreno de Bonus Track, nueva comedia de la dramaturga y directora...
Llegas al Lliure de Gràcia tras un paseo rápido por las calles y plazas adyacentes, viendo mucha gente en las terrazas de los bares, apurando las horas previas al anunciado cierre total, y al entrar en su histórica sede, nada más pasar los consabidos controles de temperatura y desinfección, te embarga una sensación de tristeza. Con lo que siempre han sido las noches de inauguración en el Lliure —una fiesta, llena de caras conocidas— y el jueves, en el estreno de Bonus Track, nueva comedia de la dramaturga y directora catalana Carol López, costaba mucho reconocer a alguien entre tantas mascarillas y distancias de seguridad. Dichosa covid-19, que lo trastoca todo.
Noche de estreno y reencuentro teatral, tras casi seis meses de inactividad, con solo 88 espectadores en la sala (aforo reducido al 50%), butacas separadas y miradas cruzadas. El ambiente inicial, forzosamente tibio, duró poco. Bonus Track es una comedia agridulce, urbana y generacional que arranca las primeras risas en la presentación de sus seis personajes, con diálogos cruzados y proyectados en seis pantallas que animan la sencilla y ágil propuesta escénica.
Fiel a su estilo, la dramaturga barcelonesa traza un retrato generacional de los baby boomers, urbanitas que rondan los 50 años, llevan mal el paso del tiempo y el peso de tantos proyectos truncados en una vida cada vez más lejos de sus sueños de juventud. El desencanto, tema recurrente en su teatro, nutre con su inagotable abanico de situaciones una obra de impecable factura, heredera de espectáculos anteriores como V.O.S. (2004) y Last Chance (2007), estrenadas también, y con éxito, en el Lliure.
La sensación de déjà vu acecha en muchas escenas de este retablo de la insatisfacción y los pactos rotos por el que desfilan seis amigos en busca de un nuevo tren, un bonus track que aporte más felicidad a sus vidas. Bego y Manu, interpretados con gracia por Dolo Beltrán y Paul Berrondo, son dos hermanos con muchas manías: él es un gay entrado en años que no ha superado una ruptura de pareja, cabreado y rencoroso, y ella una futura madre soltera, harta de esperar más afecto y compresión de sus amigos.
Hay muchos tópicos en los diálogos y las situaciones que viven los dos hermanos, condenados a pasar juntos el confinamiento —hay algunas referencias puntuales a la pandemia, bastante anecdóticas— en el piso de su nonagenaria abuela.
Otra pareja de actores habituales en sus obras, Andrés Herrera (Flaco) y Vicenta N’Dongo (Vicky), dan vida con naturalidad y desparpajo a una pareja liberal, también muy previsible en sus secretos (infidelidad, paternidad) y mentiras. Anna Ycobalzeta (Emma) y Borja Espinosa (Félix), amplían el retrato generacional con una pareja urbanita de manual, con el teatro, el cine y la música como fondo, algo artificial, de sus relatos.
Entre el cabreo la resignación y la esperanza transcurre una comedia amable que muestra fragmentos de vidas absolutamente reconocibles. Como banda sonora, el espectáculo se abre con Pasa la vida y se cierra con otro clásico, Volando voy, invitando al público a la reunión amical. Suenan también clásicos de la canción italiana que apelan a la nostalgia —Come prima y Senza fine—, incorporados a veces con calzador a la trama.
La agilidad en los diálogos y el sentido del humor, marca de la casa, muestra el exitoso bagaje de la autora de Hermanas en comedias y series televisivas que conectan muy bien con el público. Esa facilidad en la escritura, más difícil de conseguir de lo que parece, cimienta el éxito de una comedia en la que lo más importante a veces no es lo que cuenta sino cómo lo cuenta. En principio, hasta el 15 de noviembre, si la pandemia no lo impide, hay Bonus Track en el Lliure de Gràcia.