Tortell Poltrona: “Si estamos así es porque nos lo hemos ganado”

El payaso que leerá el pregón de las Festes de la Mercè agradece que el Ayuntamiento se haya atrevido a poner a “alguien que se dedica a hacer reír”

Tortell Poltrona, a caballo en el Ayuntamiento de Barcelona.Albert Garcia

Lleva mascarilla, qué remedio, “ya no sé cuántas tengo, me salen por las orejas”. Pero va por libre y saluda chocando la cabeza. Jaume Mateu / Tortell Poltrona ultima el pregón que leerá el miércoles, víspera de La Mercè, en la solemnidad del Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. ¿Quién de los dos lo hará? “El Tortell, Jaume es un...

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Lleva mascarilla, qué remedio, “ya no sé cuántas tengo, me salen por las orejas”. Pero va por libre y saluda chocando la cabeza. Jaume Mateu / Tortell Poltrona ultima el pregón que leerá el miércoles, víspera de La Mercè, en la solemnidad del Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. ¿Quién de los dos lo hará? “El Tortell, Jaume es un personaje a quien no conozco casi ni yo. Además, el Ayuntamiento ha tenido coraje y se ha atrevido a dar un honor como es pronunciar el pregón a una persona que se dedica a hacer reír y que está bastante al límite”, celebra. “Tengo una visión bastante crítica de la sociedad en la que vivo, de la gestión, la forma de consumo y de producción”, avisa.

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Son tiempos complicados para la gente del teatro y del circo, pero toca salir adelante. “Somos muy efímeros, pero cuando miro a mi alrededor somos unos privilegiados”. Ya ha actuado ante público con mascarilla. “Horroroso. Para nosotros la conexión con las caras de la gente es muy importante, ver los labios... Es un lenguaje del que estamos privados”, dice, “pero antes que no actuar, actuaremos ante gente que lleve mascarilla. En estos momentos hay una necesidad vital de que el arte y la cultura se vuelvan a poner en marcha. No es posible aguantar; igual el futbol puede, pero nosotros, no”.

Entonces, ¿ir al teatro ahora es un acto de resistencia? “Totalmente. Hemos retrocedido a los 70, cuando no había nada y todo era posible. Nuestro oficio en este momento no es un epígrafe de Hacienda, que también; ahora somos militantes del querer hacer: hemos pasado de hacer por cobrar a hacer porque queremos hacer. (Y si cobramos, cojonudo.)”.

“Para el arte y la cultura no es posible aguantar en esta situación; igual el futbol puede, pero nosotros, no”

Mateu evita valorar explícitamente la gestión de la cultura durante la pandemia. Pero deja claro cómo lo ha percibido: “Los que vivimos de las artes escénicas nos hemos sentido abandonados..., aunque no tanto como los que limpiaban en los hospitales”, sostiene. “La cultura es el arte y el talento de las personas que en cualquier lugar ayudan a mejorar la forma de vivir, de pensar y de existir... Hemos perdido el mundo de vista”, defiende, e ilustra cómo la gente de las artes escénicas tiene una economía precaria. “Me quedé temblando al saber que de 6.000 ayudas para trabajadores del sector solo pudieran pedirlas 1.500 personas, y el único requisito que pedían era que hubieran pagado 20 días de seguridad social el año 2019. Todo el mundo habla de la cultura, pero no se ha entendido lo que es”, lamenta.

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Ha avisado. Es crítico. Aunque le ayuda, y hace constantes referencias a ello, haber hecho 52 expediciones con Payasos Sin Fronteras. Para arrancar sonrisas en países donde las cosas están feas feas. “La risa, que nos hace humanos, nos permite coger fuerzas para poder resistir”. En dos ocasiones viajó a países con ébola: Liberia y Sierra Leona. “Allí no hay tanta gente que opine y las cosas son más fáciles, aquí te haces la picha un lío porque no sabes a quién hacer caso”. En estos 52 viajes ha aprendido cosas importantes: “Sé que me voy a morir, lo tengo clarísimo; cada día que me levanto pienso: ‘Éste es el último’ y madrugo para ver cómo el sol ilumina mi entorno. La felicidad de tener esta conciencia, no quiero que me la roben”.

Echo de menos todo lo que ahora encuentro en Nápoles, la cultura de barrio, hablar de tú, decir buenos días

La pregunta es entonces si la cosa no es tanto el miedo a morir como a sufrir, tal y como está el patio. Y sí. Sufre por los países que ha visitado y por los que tiene cerca. “Sufro por mi entorno, tengo el corazón en un puño de saber qué mundo les dejo a mis nietos, pero no nos quitarán la sonrisa... Si estamos en esta situación es porque nos lo hemos ganado. Esto nos pasa por no portarnos bien y vamos a empezar por aquí a reflexionar. Si no somos capaces de entender esto es muy difícil darle la vuelta”. Es una idea, la de que somos responsables de la situación actual, que repite con otras palabras durante la conversación. “Insisto, lo que nos está pasando es producto de nuestro comportamiento”.

¿Y en el Montseny, el Circ Cric, que el año que viene cumple 40 años, cómo está? Mateu suspira. "Llevamos 15 meses parados, acabamos en junio de 2019 y teníamos que empezar en marzo de 2020, son muchos meses de consumos, gastos... Mañana presentamos el festival de Payasas, será la primera actividad desde junio del año pasado.

“Sueño con una ciudad que no reconozco”

“Yo no soy de Barcelona, soy del pueblo de Sarrià”. Vale. ¿Por qué se marchó de Sarrià? “Con las Olimpiadas mi barrio cambió. Cuando construyeron las rondas desapareció el espacio donde aparcaba la furgoneta”. “Todavía sueño con esa ciudad que no reconozco. Echo de menos todo lo que ahora encuentro en Nápoles, la cultura de barrio, hablar de tú, decir buenos días”. Y asegura que en el Montseny está pasando igual. La receta, contundente: “Hay que ser radical con ciertas medidas y es difícil porque, como dice José Mújica, ‘la pandemia ha demostrado que la parte más sensible del cuerpo es la cartera y no el corazón’”. Mateu lamenta que Barcelona no haya sido capaz de vender los espectáculos a los visitantes, como Londres: “Porque la gestión se mueve a niveles difíciles, donde todo son puertas giratorias, que suben, bajan... Si no te llevas bien con las puertas lo llevas muy mal y entonces qué importa cómo te portes...”.

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