La Setmana del Llibre en Català cierra con éxito y ya estudia crecer en la Catedral

La cita en el Moll de la Fusta, forzada por el coronavirus, sorprende con 25.000 visitantes y 325.000 euros en ventas

Aspecto de uno de los actos celebrados el domingo en el marco de la Setmana del Llibre en Català, en el Moll de la Fusta de Barcelona.Manuel Medir

La ubicación de la 38ª Setmana del Llibre en Català en el Moll de la Fusta de Barcelona por imperativos sanitarios lo tenía todo en contra: pérdida de la centralidad geográfica de su tradicional sede de la avenida de la Catedral; reducción a cinco días, la mitad de su calendario habitual; una Diada de Cataluña que, por calendario y requisitos de distancia social que impiden grandes concentraciones, invitaba a un puente festivo, y, claro, el posi...

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La ubicación de la 38ª Setmana del Llibre en Català en el Moll de la Fusta de Barcelona por imperativos sanitarios lo tenía todo en contra: pérdida de la centralidad geográfica de su tradicional sede de la avenida de la Catedral; reducción a cinco días, la mitad de su calendario habitual; una Diada de Cataluña que, por calendario y requisitos de distancia social que impiden grandes concentraciones, invitaba a un puente festivo, y, claro, el posible temor del público en una cita callejera ante la pandemia del coronavirus. Pero la convocatoria no ha hecho más que reforzar al gran buque insignia de la promoción del libro en lengua catalana porque la feria ha cerrado hoy con una afluencia de más de 25.000 personas y unas ventas, según las primeras estimaciones, de al menos 325.000 euros, muy superiores a las previstas teniendo en cuenta que la cita ha durado la mitad, sólo cinco días (el año pasado fueron 543.973 euros). La inyección de moral es tal que la dirección de la Setmana se plantea ya, incluso, crecer en la próxima edición, en la que ha de ser su regreso ante la Catedral, según lo pactado ya con el Ayuntamiento de Barcelona.

“Que haya venido tanta gente y que haya funcionado es una buena noticia y una alegría para el sector, transmite que está vivo y es persistente, tenaz”, resume Joan Carles Girbés, presidente de la Setmana, consciente de que el sector editorial en lengua catalana arrastra hoy una caída del 25% de su facturación.

Las colas detectadas en las tres últimas jornadas para acceder al recinto perimetrado del Moll de la Fusta (que tenía limitado el aforo a 935 personas) y la predisposición a la compra por los asistentes (a rebufo de su actitud ya en el Sant Jordi de verano del 23 de julio y de lectura como opción de ocio en el confinamiento) han animado a los responsables de la feria, que han podido constatar además que, con mayor espacio, usuarios y expositores han interactuado más y mejor.

Precisamente, la imposibilidad de crecer de manera física es uno de los obstáculos con los que la Setmana topa en la Catedral, donde ha llegado a la máxima ocupación con el espacio hasta ahora asignado (unos 1.750 metros cuadrados, frente a los casi 3.000 en el Moll de la Fusta). Así, tanto Girbés como Montse Ayats, presidenta de Editors.cat, la patronal de los editores en lengua catalana, coinciden en que “hay que plantarse ampliar el espacio que tenemos fijado en la Catedral; hemos de hablar con el Ayuntamiento para ver qué solución hallamos conjuntamente”. En realidad, de haberse celebrado ahí este año, el Consistorio ya había previsto que el domingo se cortara el tráfico en Via Laietana, “pero hay que buscar una cosa más estable y para los 10 días de la Setmana”, entiende Ayats.

Para esa convocatoria, en cualquier caso, falta un año y se desconoce si la situación sanitaria permitirá regresar a la Catedral, un espacio menos abierto y más denso. “Igual no, pero se ha demostrado que el Moll de la Fusta es una buena alternativa”, opina la editora Laura Huerga, fundadora de Raig Verd, desde su estand.

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