La síndica denuncia la presión que sufre Barcelona para atender a personas sin hogar de otros municipios

El Ayuntamiento también pide la implicación de la Generalitat para abordar el problema social

Barcelona -
Una persona duerme en uno de los pabellones montados en Barcelona para 'sin techo' durante la pandemia.Albert Garcia

La síndica de Barcelona, Maria Assumpció Vilà, ha denunciado, en un estudio en profundidad sobre las personas sin techo, la presión que sufre la ciudad por parte de toda el área metropolitana. “Incluso se dan casos en que estas personas son derivadas a servicios o entidades de la ciudad desde otros municipios”, señala en las conclusiones del análisis, hecho público este jueves. Barcelona “es prácticamente la única ciudad de Cataluña que ofrece una red de recursos diversos” para atender a estas personas. Por ello, pide ...

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La síndica de Barcelona, Maria Assumpció Vilà, ha denunciado, en un estudio en profundidad sobre las personas sin techo, la presión que sufre la ciudad por parte de toda el área metropolitana. “Incluso se dan casos en que estas personas son derivadas a servicios o entidades de la ciudad desde otros municipios”, señala en las conclusiones del análisis, hecho público este jueves. Barcelona “es prácticamente la única ciudad de Cataluña que ofrece una red de recursos diversos” para atender a estas personas. Por ello, pide una mayor implicación de la Generalitat y el Área Metropolitana de Barcelona.

El Ayuntamiento de Barcelona ya denunció la situación durante la desescalada de los pabellones para personas sin techo en la Fira. “El Ayuntamiento gestiona 2.950 plazas mientras que en el resto de Cataluña solo hay 180”, denunció la concejal de salud, Gemma Tarafa. Y añadió que de todas las personas alojadas durante la crisis del coronavirus, la mitad eran de fuera de Barcelona. “Barcelona no ha de hacer de Generalitat”, criticó Tarafa, y pidió al Govern que ofrezcan más plazas a personas sin hogar en otros puntos de Cataluña.

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El detallado informe de la síndica, en colaboración con la fundación Pere Tarrés, radiografía la situación de las personas sin techo en la ciudad. En 2018, había 3.622 personas sin hogar detectadas en la ciudad: 956 durmiendo en la calle, 536 en asentamientos y 2.130 en equipamientos municipales. Los datos suponen un incremento del 4% comparado con los datos de 2017, cuando había 3.478 personas en esta situación (1.026 en la calle, 444 en asentamientos y 2.006 en equipamientos). El último recuento elaborado este mes de mayo por la fundació Arrels eleva a 1.239 las personas que duermen en las calles de Barcelona.

La mayoría de esas personas son hombres (2.123, 86,6%) y una pequeña proporción (329, el 13,4%) son mujeres. La síndica pide también una mayor atención en las políticas destinadas a las mujeres sin hogar, que además acostumbran a sufrir violencia. La media de edad es de 43,5 años, con la franja mayoritaria entre los 41 y 45. El 28% son de nacionalidad española, el 45%, de países de la Unión Europea, y el 27% son extracomunitarios. De estas personas, el 33% duermen bajo porterías y accesos, el 28,7% duermen al raso, el 20,5% duermen en un cajero, el 12,4% duermen en puntos, pasos y túneles y el 5,4% lo hacen en otros lugares.

El estudio también analiza la gravedad de la situación de las personas, en función del tiempo que llevan en la calle. El 25% de las personas contactadas por la fundación Pere Tarrés llevaba como máximo un año en la calle. El 44% estaba en un estadio medio, de tránsito, con una pérdida progresiva de los hábitos personales y un máximo de tres años en la calle. Un 31% respondía a casos consolidados, de personas que vivía de manera permanente en la calle, con estadas puntuales en centros residenciales, y una grave desestructuración sociopersonal y aislamiento social, sin motivación para salir.

La síndica pide también al Ayuntamiento una “actuación más amplia”, y que haya más plazas. Sostiene que una de las principales dificultades es la escasez de parque público para poder aplicar políticas como el housing first, que supone poner a la persona en el centro del proceso y darles desde el principio una vivienda, algo que ha funcionado en otros países, como Finlandia. También anima a “mejorar la interlocución con el vecindario” para “contribuir a rebajar el estigma de este colectivo”. También señala la importancia de “centrar esfuerzos en la detección y prevención de los estadios previos al sinhogarismo, cuando las personas o familias se encuentran en situaciones límite”.

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