Una investigadora de la Universitat de Girona denuncia discriminación machista de un superior y un compañero
La UdG afirma que está al corriente del caso y que está aplicando el protocolo establecido
Una investigadora de la Universitat de Girona (UdG), Eva Bussalleu, que era profesora agregada interina en el Departamento de Biología, ha denunciado este lunes a través de Twitter, discriminaciones machistas en el grupo de investigación en el que trabajó hasta febrero. Llevaba 17 años en este puesto y sostiene que aproximadamente desde 2010 ha sufrido humillaciones por parte del director del grupo de investigación y de un compañero de trabajo, que posteriormente también se ha convertido en su superior. La Ud...
Una investigadora de la Universitat de Girona (UdG), Eva Bussalleu, que era profesora agregada interina en el Departamento de Biología, ha denunciado este lunes a través de Twitter, discriminaciones machistas en el grupo de investigación en el que trabajó hasta febrero. Llevaba 17 años en este puesto y sostiene que aproximadamente desde 2010 ha sufrido humillaciones por parte del director del grupo de investigación y de un compañero de trabajo, que posteriormente también se ha convertido en su superior. La UdG ha confirmado “ser conocedores del tema” y estar trabajando “de acuerdo con la aplicación de protocolos establecidos cuando se producen conflictos en el ámbito laboral”. Sostienen que la legislación les obliga a tratarlo de “forma confidencial”.
Bussalleu denuncia que se ha sentido “aislada, menospreciada, despreciada y pisoteada” por parte de los dos hombres. Según detalla en una carta publicada en las redes sociales, le impedían acceder a recursos para sacar adelante sus investigaciones para invisibilizarla y forzarla a “abandonar la plaza”. Asegura que nunca ha tenido “oportunidades ni ayuda para poder progresar científicamente” y que siempre se ha sentido “discriminada e ignorada” en contraposición a su compañero de trabajo, “favorecido por el director del grupo”. Bussalleu añade que siempre se le han puesto trabas y que ha tenido que viajar muchos años a EEUU pagándolo de su bolsillo.
Llegó un momento, detalla, que no sólo no la informaban de las cuestiones más básicas del grupo de investigación ni del área y la dejaban sin acceso a material de laboratorio y a los recursos económicos, sino que “llegaron a ignorarme en público y no dirigirme la palabra”. Relata la investigadora que “la culminación del proceso de acoso laboral” fue cuando en 2019 salió a concurso público la plaza que ella ocupaba. El director del grupo le aseguró que su compañero que también la discriminaba no se presentaría, pero le mintió.
Según la investigadora, para él no era necesario presentarse porque tenía otras vías para estabilizar su situación, y sin embargo ella no podía optar a la plaza a la que se podía presentar él. Su compañero acabó ganando, a pesar que era ella la que tenía “10 años de experiencia en esa plaza, donde había diseñado las asignaturas para las cuales salía el concurso, acreditada la formación especifica y con un proyecto de investigación relacionado con la especialidad". Su compañero “no necesitó acreditar nada, estaba todo bien atado”, denuncia Bussalleu, que afirma que esto provocó que la plaza a la que él se podía presentar “se ha perdido y se ha destruido un puesto de trabajo”.
Explica la científica que este “proceso” afectó a su embarazo, con la imposibilidad de amamantar a su hijo porqué se le retiró la leche debido al estrés, con continuas visitas a médicos y psicólogos que siguen hoy en día.
El protocolo activado por la UdG puso medidas cautelares que llevaron a Bussalleu a abandonar su despacho y trasladarse al de los becarios. Tras acabarse el pasado 6 de febrero la plaza en la que estaba como profesora agregada interina, -a tiempo completo, renovable anualmente pero con la posibilidad de estabilizarse como agregada permanente, con cargos de gestión y con docencia e investigación- ha perdido todas estas opciones y ha pasado a ser profesora asociada hasta fin de curso en otra área del mismo departamento en un puesto en el que “había unos créditos que no encontraron candidatos para cubrir”. Dependerá de próximos concursos.
Por el momento, sostiene Bussalleu, “confía en el protocolo interno de la UdG”, y recuerda que la Universidad tiene la obligación de ponerlo en manos de la Justicia si determinan que hay prueba suficiente de que ha habido un acoso laboral.