Eficiencia energética en las plantas flotantes

Las instalaciones solares fotovoltaicas sobre balsas de riego agrícolas fomentan el ahorro y promueven cultivos más sostenibles

Balsa de riego con placas solares flotantes en Jaén.JOSÉ MANUEL PEDROSA

Sobre un montículo que emerge en medio de un inmenso mar de olivos, la balsa de riego de la comunidad Galapagar, en las cercanías de la capital jiennense, no solo sirve de despensa para aliviar la sed de los más de 52.000 árboles de la finca. Desde hace algo más de un año también es capaz de generar energía gracias a la instalación de un sistema solar fotovoltaico flotante, con una potencia pico de 52,6 kilowatio pico (kwp).

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Sobre un montículo que emerge en medio de un inmenso mar de olivos, la balsa de riego de la comunidad Galapagar, en las cercanías de la capital jiennense, no solo sirve de despensa para aliviar la sed de los más de 52.000 árboles de la finca. Desde hace algo más de un año también es capaz de generar energía gracias a la instalación de un sistema solar fotovoltaico flotante, con una potencia pico de 52,6 kilowatio pico (kwp).

El aumento incesante de los costes energéticos asociados al bombeo del riego está haciendo que la electricidad sea el insumo más caro para los agricultores, que en algunos cultivos llega a representar un 40% de los costes de producción. Por eso, la energía solar fotovoltaica mediante instalaciones flotantes, en una provincia donde hay contabilizadas más de 3.000 balsas de riego, se presenta como una excelente alternativa para garantizar el ahorro y la eficiencia energética.

“Las instalaciones fotovoltaicas flotantes en balsas de riego se constituyen como la mejor solución; son totalmente rentables para el riego, donde la gran demanda de energía se produce en verano, cuando la producción de la planta solar es mayor, dando lugar a un cultivo más sostenible”, señala Antonio Ruano, CEO de Desarrollos Tecnológicos Intelec, empresa pionera en este tipo de estructuras. La firma jiennense, con una plantilla de 130 ingenieros multidisciplinares y casi 2.000 clientes en toda España, promueve en la actualidad una veintena de proyectos de este tipo, con una capacidad de potencia de 12 megawatios pico (mwp). En sus veinte años de vida, Intelec asegura haber instalado más de 240 mwp, han gestionado más de 5.000 toneladas de biomasa y han evitado la emisión de más de 300.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.

“La balsa tiene 12 metros de profundidad y una capacidad de 68 millones de litros”, explica Tomás Moreno, encargado de la comunidad Galapagar, que agrupa a unos 60 regantes. El agua la traen a lo largo de una docena de kilómetros de tubería que conecta la balsa con el río Guadalbullón. La Agencia Andaluza de la Energía tiene abierta una línea de ayudas para este tipo de proyectos, con una subvención media de hasta el 35% de la inversión total.

Pero, ¿qué ventajas aporta este tipo de plantas flotantes con relación a las existentes en suelo o en cubierta? Ruano lo tiene claro: “Por un lado, aprovechamos un espacio ya disponible, sin otra finalidad que la de almacenar el agua, y se evita tener que cortar olivos para instalar la planta, pero además se reduce la evaporación del agua hasta en un 80% de la superficie cubierta y evitamos la proliferación de algas, dos de los grandes problemas que tienen las balsas de riego”.

Lo normal es que en este tipo de plantas el sistema de riego fotovoltaico flotante lo instalen las empresas promotoras, mientras que los agricultores firman un contrato de compra de electricidad a largo plazo a un precio hasta un 60 % más barato que el actual que puede ofrecer cualquier comercializadora. Un precio del kilowatio/hora que incluye la instalación, la financiación y el mantenimiento por parte de la empresa. “Los regantes solo tienen que preocuparse por consumir la electricidad necesaria, de manera sostenible y rentable, que les permita ser competitivos en el mercado”, añade Ruano. Eso sí, la comunidad de regantes puede adquirir en propiedad la instalación al finalizar el contrato, o en cualquier momento, ya que se pacta el precio de venta desde el primer día.

Preservar los olivos

Antonio Ruano, CEO de la empresa Intelec, y Tomás Moreno, encargado de la comunidad de regantes Galapagar, en una de las instalaciones en una balsa de riego en Jaén. Jose Manuel Pedrosa

Las principales empresas y cooperativas oleícolas están apostando por este sistema de producción de energía fotovoltaica. La que será la mayor planta flotante de estas características se ultima en la actualidad en una finca en Úbeda (Jaén) del grupo Castillo de Canena, empresa líder en comercialización de aceite de oliva virgen premium. Sobre una superficie de 8.000 metros cuadrados se van a instalar 2.120 módulos fotovoltaicos con una potencia total de un megawatio, lo que, además del ahorro de costes, evitará la emisión de 829 toneladas de CO2 y otros gases de efecto invernadero en un plazo de 18 meses. También impedirá que se tengan que arrancar unos 180 olivos, en caso de haber utilizado sistemas de instalación tradicionales sobre suelo.

“Esta actuación pone el acento en la sostenibilidad y la eficiencia energética, dos compromisos inexcusables de nuestra compañía, y responde asimismo a nuestro interés en la regeneración del territorio, el respeto al ecosistema y a la lucha para la descarbonización del planeta”, asegura Francisco Vañó, director general de Castillo de Canena. Hay que tener en cuenta que esta planta complementará a otra sobre suelo de 700 kw, y ambas instalaciones permitirán alcanzar prácticamente la autonomía energética y reducir de manera muy sensible la propia huella de carbono que Castillo de Canena lleva certificando desde 2011.

Aunque este tipo de plantas son aún precoces, un equipo de investigadores de la Universidad de Jaén (UJA) ha estimado ya que las instalaciones flotantes aportan un 7% de rentabilidad y productividad adicional con respecto a las plantas tradicionales. El grupo IDEA (Investigación y Desarrollo en Energía Solar) ha llegado a esa conclusión después instalar 20 sensores de temperatura, 12 sensores de irradiación y sensores de humedad y viento, que registran la irradiación, la temperatura ambiente y la temperatura del módulo, además de un sistema fotovoltaico fijo conectado a red. “Hemos estudiado el comportamiento de este tipo de instalaciones flotantes en un entorno real de operación, con el objetivo de analizar la influencia de las variables medioambientales en su funcionamiento”, ha destacado el profesor Emilio Muñoz.

También las administraciones públicas están cada vez más sensibilizadas por la eficiencia energética. Este es el caso, por ejemplo, del programa de Economía Baja en Carbono que promueve la Diputación de Jaén junto a 89 municipios de la provincia. Cofinanciado en un 80% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) este programa incluye, entre otras actuaciones, la instalación de paneles solares fotovoltaicos en edificios municipales, y también se han instalado calderas de biomasa para generar energía térmica y colocado bombas de calor en otros municipios.

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