Sevilla, al rescate de su ‘Cinema Paradiso’

Una plataforma ciudadana trabaja en la reapertura del histórico Cine Cervantes, sala de proyecciones con 150 años de historia, para transformarlo en una cooperativa cultural de proximidad

Rafael Jurado y Marta Maldonado, los impulsores de la plataforma "Cervantes es cine" frente a la sala que quieren reabrir, en Sevilla.Alejandro Ruesga

Cinema Paradiso, el clásico de Giusseppe Tornatore, es la gran metáfora de la magia del cine. Quizás no alcance la extrema poética de Víctor Erice en El espíritu de la colmena, con esas niñas de ojos asombrados ante el hechizo de la gran pantalla, pero condensa en sus 155 minutos de metraje la experiencia primitiva del hombre con el séptimo arte. Antes de la llegada del vídeo, Internet y las plataformas, por este orden, ir al cine siempre fue ...

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Cinema Paradiso, el clásico de Giusseppe Tornatore, es la gran metáfora de la magia del cine. Quizás no alcance la extrema poética de Víctor Erice en El espíritu de la colmena, con esas niñas de ojos asombrados ante el hechizo de la gran pantalla, pero condensa en sus 155 minutos de metraje la experiencia primitiva del hombre con el séptimo arte. Antes de la llegada del vídeo, Internet y las plataformas, por este orden, ir al cine siempre fue mucho más que ver una película. Una plataforma ciudadana, inmersa estos días en su constitución como cooperativa “desvinculada de cualquier movimiento político”, pretende recuperar en Sevilla la experiencia en extinción del cine de barrio, de butacas aterciopeladas y crujir de la madera, con el rescate del Cine Cervantes, un símbolo cultural de la ciudad que ha echado el cierre después de 147 años de actividad ininterrumpida.

La histórica sala de proyecciones abrió sus puertas en 1873 con 500 butacas como Gran Teatro Cervantes —por donde pasaron Margarita Xirgú, Concha Piquer y la Niña de los Peines―, y no interrumpió su actividad hasta el pasado 2020 como consecuencia del cese temporal de su actividad tras la pandemia. El pasado mes de octubre, la empresa propietaria, Unión Cine Ciudad (UCC), comunicó el cierre definitivo. Atrás quedaba un edificio declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía, a instancias del Ayuntamiento, “por su interés artístico, histórico, etnográfico y social”, según el expediente, situado junto a la Alameda de Hércules, en un enclave afectado especialmente en la última década por la actividad turística y la gentrificación, “que amenaza la pérdida de identidad de un entorno tradicionalmente ligado a la creación y los movimientos culturales”.

Así lo explica el gestor cultural Rafael Jurado, impulsor de esta iniciativa, junto a la periodista cultural Marta Maldonado, bajo el nombre Cervantes es cine, con la que pretenden recuperar para el barrio esta sala histórica —la más antigua de la ciudad― y mantener su actividad cinematográfica, en un equilibrio entre la taquilla comercial y el cine independiente, siguiendo el modelo de experiencias como la lograda en Barcelona con el proyecto Zumzeig, una cooperativa cultural de proximidad y sin ánimo de lucro que funciona en el barrio de Sants, con una base social de más de trescientas personas.

“Nuestro objetivo es obtener apoyo de instituciones, colectivos y la ciudadanía para rescatar el Cine Cervantes y volver a situarlo como el exponente de la cultura sevillana que fue en el siglo XX”, explica la periodista Marta Maldonado, convencida de que Sevilla aún conserva en su casco histórico “un público, cada vez más mayoritario, que quiere ver y participar del cine de otra manera”.

Sus promotores se integran en el sector cultural, pero pretenden ampliar el radio de acción a otros sectores, como los comercios, la hostelería y los centros educativos del entorno, de manera que el Cervantes sea un referente de la actividad cultural frente a la paulatina pérdida de espacios de uso público en los centros de las ciudades, en detrimento de sus habitantes. A la misma ya se han sumado más de 4.000 firmas —en apenas una semana―, con nombres destacados de la industria del cine como Paz Vega, Alberto Rodríguez, Rafael Cobos, Gervasio Iglesias, Remedios Malvárez, o Manuela Ocón. “Hemos detectado un interés evidente y ahora tenemos que aprovechar esa fuerza para poner en valor la singularidad de este espacio”.

El modelo que defienden estos dos promotores es el de una “gestión mixta” con la propiedad del inmueble, “que combine la cartelera comercial con la cooperativa cultural y poner en marcha programas y sesiones especiales para socios y suscriptores locales que sirvan de complemento y permitan mantener una actividad continuada”, explica Jurado.

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4.000 firmas a favor

“Cervantes es Cine reivindica la intervención efectiva y urgente de los actores implicados, tanto públicos como privados, y pone sobre la mesa de negociación con la propiedad y el Ayuntamiento diversas fórmulas que permitan su viabilidad. Además, confiamos en que después de este primer paso, con el apoyo expreso de más de 4.000 personas, recibamos el impulso definitivo que permita celebrar los 150 años del Cine Cervantes —que se cumplirán el próximo mes de octubre― con la buena noticia de su reapertura”, añade.

Por su parte, el Ayuntamiento de la ciudad, encabezado por el socialista Antonio Muñoz, “ha sido muy receptivo” para explorar fórmulas de colaboración con esta iniciativa vecinal. “El alcalde ya anunció tras la celebración en Sevilla de los Premios Goya su interés por reforzar lazos con la Academia de Cine y mantener una actividad continuada que refuerce el sello de Sevilla como ciudad de cine. Pues aquí tiene una oportunidad”, defiende Marta Maldonado.

“El apoyo público y privado a la industria, con eventos consolidados como el Festival de Cine Europeo o celebraciones puntuales, como la gala de los Goya, debe tener su reflejo en crear un movimiento cultural en Sevilla de carácter permanente”, apostilla Jurado, en relación con el momento de auge que vive Sevilla como foco de la industria audiovisual española, tanto en producciones propias, como rodajes externos, con técnicos y artistas locales con proyección nacional e internacional.

Asimismo, Segismundo Hernández, presidente del Consejo de Administración de Unión Cine Ciudad, ha asegurado a EL PAÍS que “las 4.000 firmas nos han activado dentro de la empresa para volver a pensar en la reapertura”. Hernández es uno de los 23 herederos del Cine Cervantes, descendientes directos de Manuela García del Campo, viuda de un emigrante de Ávila en Sevilla que decidió convertir el Gran Teatro de la céntrica calle Amor de Dios de Sevilla en una sala de cine en 1952. 25 años después de su muerte, “la propiedad sigue sin estar resuelta, aquí no hay propietarios, solo herederos”, aclara Hernández, que ha dirigido la actividad del inmueble hasta ahora a través de la empresa gestora UCC.

“Somos una familia a la que de verdad le gusta el cine, hemos mantenido el Cervantes por tradición y por amor a esta expresión cultural”, defiende Segismundo Hernández, que, sin embargo, expone las “pérdidas millonarias insostenibles” como motivo del cierre. A pesar de su catalogación como BIC por parte del gobierno regional, el Teatro Cervantes ha sido siempre hasta ahora una empresa privada sin ayudas públicas: “las administraciones declaran el Cervantes como una joya arquitectónica y social y luego no nos plantea ninguna fórmula de colaboración ni nos bonifica con la exención de las tasas municipales en tiempos de extrema necesidad, con pérdidas de más de 100.000 euros al año”, protesta el consejero delegado.

A pesar de llevar tres años cerrado, el Teatro Cervantes, aseguran sus propietarios, no necesita ninguna reforma en profundidad, y podría abrir “en un mes y medio”. “Nunca hemos abandonado. Y ahora, gracias a Cervantes es cine, menos”.

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