Curro, orgullo andaluz
El legado cultural de la Expo 92, entre lo nostálgico y lo identitario, sigue vivo como reivindicación simbólica de Andalucía
El videoclip Pascual Márquez 33 es una orgía psicodélica de símbolos sevillanos y andaluces. En algo más de seis minutos, el grupo Califato 3/4 —definidos a sí mismos como “folclore futurista”— pone a bailar a las Santas Justa y Rufina, al Giraldillo y hasta una señora que recuerda a la duquesa de Alba. Y, claro, a esa fiesta atemporal a ritmo de sevillanas difícilmente podía faltar Curro, ni los guiños a la Expo 92. Aunque haga ya más de 30 años que ese pájaro con cresta y pico multicolor dejase de ser la mascota de la ...
El videoclip Pascual Márquez 33 es una orgía psicodélica de símbolos sevillanos y andaluces. En algo más de seis minutos, el grupo Califato 3/4 —definidos a sí mismos como “folclore futurista”— pone a bailar a las Santas Justa y Rufina, al Giraldillo y hasta una señora que recuerda a la duquesa de Alba. Y, claro, a esa fiesta atemporal a ritmo de sevillanas difícilmente podía faltar Curro, ni los guiños a la Expo 92. Aunque haga ya más de 30 años que ese pájaro con cresta y pico multicolor dejase de ser la mascota de la Exposición Universal, pocos en Andalucía pueden decir que no le conozcan. Él y el evento al que representaba ya forman parte de una identidad cultural que les trasciende.
Nadie sabe precisar en qué momento ese diseño del ilustrador Heinz Edelmann —creador de los personajes del film Yellow Submarine de The Beatles— se convirtió en esa muestra del orgullo andaluz. Quizás fue justo en el momento de su presentación, en la primavera de 1989. Quizás a fuerza de tanto desfile, abrazo y aparición estelar a lo largo del año 1992. O, tal vez, la nostalgia que hoy provoca su recuerdo. Pero Rafael Ruiz, presidente de la Asociación Legado Expo 92 percibe que el sentimiento de identidad no para de crecer: “Es una de las pocas mascotas que ha sobrevivido a su evento. Desde hace seis años o siete, se ha ido revalorizando cada vez más”.
Tanto es así que a la antropóloga Paloma Muver hacía ya tiempo que le obsesionaba averiguar hasta qué punto estaba presente en el imaginario de andaluces que ni vivieron de primera mano la Expo, como es su caso. De ahí que ella y sus compañeros Gerardo Vázquez, María Orrego y Carmen Moreno se lanzaran a hacer más de 70 entrevistas a sevillanos de distintos rangos de edad, en el transcurso de 92′miradas, un trabajo de investigación realizado en el seno de la presente edición del Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico que organiza la Universidad de Sevilla y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.
“Cómo nos hemos apropiado de la Expo y de Curro y tiene que ver con una especie de regionalismo andaluz modernizado. Lo hemos resignificado a través del uso de las redes sociales. Le damos un nuevo contexto de relaciones de poder. El 28-F es eso, gritar al resto del país que estamos orgullosos de ser andaluces. A Curro no nos lo han quitado, no es un Airbnb”, reflexiona Muver. Para la antropóloga, muchos jóvenes han encontrado en la mascota una suerte de bandera a salvo de que sea “homogeneizada o apropiada” culturalmente por el resto del país: “Es una manera muy buena de reapropiarnos esa identidad andaluza que intentan arrebatarnos. Es como una lucha pacífica porque le hemos dado esta significación. Se da en las redes sociales, es efectiva, no agrede a nadie y se extiende como la pólvora”.
Curro por todos sitios
Curro hoy protagoniza videoclips, carteles del Orgullo LGTBIQ (en el de Sevilla de 2021 aparecía su famosa cresta) y diversos diseños de marcas como Superbritánico o África del Norte. Y forma parte de “un movimiento punk que no lucha contra lo rancio”, sino que lo asume, como apunta Muver. Esa tendencia está muy presente en grupos como Califato 3/4 y en cuentas de humor en Twitter como @malacara, famosa por reivindicar el habla y las tradiciones andaluzas —como tocar el Himno de Andalucía con la flauta en el colegio—. Tras de sí oculta un interés por la Exposición de 1992 que incluso, ya hace años, se cristalizó en la creación de la entidad Legado Expo. “Y eso que muchos de nuestros socios ni lo han vivido”, apunta Ruiz.
Ya en el 20 aniversario de la Expo, el parque de atracciones Isla Mágica decidió volver a confeccionar un nuevo traje de Curro. Es el mismo que sale en Pascual Márquez 33, encarnado por Lucía Tejero, una de las actrices que ya le dio vida durante los seis meses del evento en 1992. Pero mucho antes de esa eclosión del presente, el pájaro de cresta multicolor ha estado presente en un lugar que se ha llegado a hacer famoso como el “cementerio de Curros”. En verdad, el espacio es Romano Antigüedades, una gran tienda de Alcalá de Guadaira hasta donde llegó buena parte de los balancines que estaban en el recinto de la Exposición, tras ganar una subasta poco después del fin del evento. Aún hoy quedan unos 80 balancines que atraen el interés de coleccionistas, nostálgicos y curiosos. “Nunca se han dejado de vender. Se han alquilado para eventos o bodas. Hay quien va a hacerse muchas sesiones de fotos, posbodas o prebodas. El recuerdo sigue vivo, se acuerdan con muchísimo cariño”, explica Alejandro Rico, segunda generación al frente del negocio.
Tras esa identidad abanderada en Curro, Ruiz cree que se oculta también una suerte de memora colectiva sobre lo que fue la propia Isla de la Cartuja en la Expo 92, “una nostalgia alegre de recordar, incluso de quienes no lo vivieron”. Esa es otra de las conclusiones a las que ha llegado Muver y su equipo, interesados en lanzar una propuesta para proteger lo que queda de la Exposición como un paisaje identitario, una figura de protección aún por desarrollar al detalle en el patrimonio andaluz. En las encuestas, los estudiantes se toparon con el sentimiento generalizado de “abandono” que muchos de los preguntados decían que se encuentra el actual Parque Científico y Tecnológico Cartuja.
Sin embargo, Ruiz cree que esa dejadez que afean muchos sevillanos a la Expo 92 solo es un problema achacable al canal y a dos avenidas. Aunque sí reconoce que existe “un problema de integración urbana, porque se quedó a medias”. Para Muver “es ‘no-lugar’, un espacio de paso en el que no estableces una identidad. Al fin y al cabo, es un lugar que va a estudiar y a trabajar y te vas y se cierra”. Tanto Ruiz como Muver coinciden que esa falta de vida y permeabilidad con el resto de la ciudad son los principales handicap que las administraciones tendrán que solventar en los próximos años. “Se tiene que incorporar más a Sevilla, como ya ocurrió con la Exposición Universal de 1929″, exhorta Rafael Ruiz. Está por ver si se consigue. Por ahora, lo único claro es que Curro ya ha hecho los deberes, es ya orgullo andaluz.