Una piscina con jacuzzi de 1,4 millones de euros para un pueblo de 40 vecinos: Suellacabras saca partido del dinero de las eólicas
La alcaldesa del pueblo de Soria opta por inversiones para aumentar los servicios locales e intentar atraer población
Solo dos sonidos artificiales y hermanados interrumpen el silencio otoñal de Suellacabras (Soria, 40 habitantes): el lejano frufrú de los molinos de viento y el cercano runrún del motor refrigerador de la piscina municipal. Esa infraestructura climatizada ha costado 1,4 millones de euros y aguarda a sus últimos preparativos para ser inaugurada,...
Solo dos sonidos artificiales y hermanados interrumpen el silencio otoñal de Suellacabras (Soria, 40 habitantes): el lejano frufrú de los molinos de viento y el cercano runrún del motor refrigerador de la piscina municipal. Esa infraestructura climatizada ha costado 1,4 millones de euros y aguarda a sus últimos preparativos para ser inaugurada, todo gracias al dinero que el sector eólico deja en el Ayuntamiento. La alcaldesa, Felicidad Gómez (PP), ha elegido la piscina como gran inversión local para dotar de servicios a su pueblo y alrededores: los fondos de la energía renovable ya se han usado para construir vivienda de alquiler accesible, levantar una pista de pádel o mantener Suellacabras bien cuidado. El objetivo, atraer a más vecinos y dinamizar la comarca, algo escasa de ocio. “Para que luego digan que no se vive del aire”, bromea Gómez, ante una exigencia “desde el minuto cero” que entrara a gobernar hace 22 años.
La localidad contrasta con la media de núcleos pequeños similares en Soria: no se aprecia ese triste aire de declive, con muchas casas hundidas o patios abandonados. Tampoco hay el frenesí urbano o de poblaciones mayores, pero resiste dignamente contra los aires de la crisis demográfica. El parque infantil está bien abastecido, a la pista de pádel abierta acuden desde localidades cercanas y el centro social, un enorme centro cultural acoge cualquier actividad de amplia afluencia, las viejas escuelas estrenadas en 1869 según una inscripción en la piedra, se abren en horas clave para echar la partida o charlar.
La alcaldesa pasea junto a una banda colgada donde pone “Suellacabras es vida”, especialmente cuando en verano congregan a casi 400 personas, 10 veces más que en el incipiente invierno. “¿Para qué queremos el dinero en el banco?”, se encoge de hombros Gómez, agregando que el conjunto también incluirá jacuzzi y gimnasio, más ocio donde, especialmente en los meses oscuros, suele faltar. “El objetivo es que los vecinos estén orgullosos, que tengan una piscina todo el año, entretenidos con actividades”, enumera, aceptando el alto coste de 1,4 millones de euros pero recordando que también genera riqueza: una empresa construyéndola, obreros currando, el posterior mantenimiento y los socorristas que serán contratados.
Además, en un espacio aledaño, han puesto mesas de merendar, una de pimpón y un pequeño rocódromo para niños. Abunda también una explanada con césped para quien quiera volcar en verano. Sí, en Suellacabras ya hay expectación ante el físico que tenga el o la salvavidas, confiesa.
Hay buen rollo e ilusión. “En el pueblo solo tenemos una piscina pequeña de un particular y las desmontables que ponen los abuelos en verano cuando vienen los nietos”, narra la regidora, consciente de la adusta climatología soriana y que hay noches —y días— de agosto donde “hace falta la chaquetilla”. La decisión ha recibido críticas ante el alto dinero desembolsado para la infraestructura pero ella esgrime que el capital venido de los molinos ya ha tenido otros usos previos: unos 650.000 euros se gastaron en cinco viviendas de alquiler social, a 250 euros mensuales cada una, para familias que vengan a Suellacabras. También se levantó con esos recursos eólicos el centro cultural de 525 metros cuadrados, estrenado en 2012 con recelos iniciales y hoy sede de torneos de guiñote, futbolín, bailes, vermús tras las procesiones y discomovida en las fiestas patronales. “Son inyecciones para cambiar el pueblo, ¡me tienen loca con cuándo abre la piscina!”, afirma, bien peleadas contra las empresas eólicas porque al principio no abonaron el impuesto sobre las construcciones y, tras reclamarlo, llegó el potosí al Consistorio: el 75% del presupuesto anual, como poco, viene de esos aerogeneradores. Los usuarios de la piscina, no obstante, tendrán que pagar por usarla o elegir bonos en función de su asistencia o de cómo quieran aprovecharla.
“Tiempo al tiempo”, asegura la primera edil, al preguntarle por edificar más inmuebles para aliviar la presión residencial también habitual en el medio rural, algo que voces de la provincia deslizan como alternativa más razonable para ese presupuesto. Últimamente ha crecido el censo porque dos chicas solteras dejaron las casas del Ayuntamiento “entre lágrimas” y han llegado familias con niños. Además, hace poco tiempo una pareja con varios hijos también se ha instalado en Suellacabras, oxígeno contra la despoblación perceptible en tantas comarcas sorianas, con índices demográficos similares a los de zonas árticas del norte de Europa.
La conjunción de tarde de día laborable, otoño y 40 habitantes hace difícil encontrar voces que opinen sobre esta futura inauguración y lo que acarrea. José Martínez, de 64 años, fuma en el dintel de una puerta y al preguntarle responde que es de Sabadell (Barcelona) y que ha venido unos días de desconexión a casa de un amigo. Al comentarle la iniciativa, se sorprende del gasto y cuestiona si será rentable porque durante el año hay poca gente, pero zanja con un contundente “cada uno se gasta el dinero en lo que quiere”. Los habitantes de dos de esas casas de alquiler accesible evitan pronunciarse, como los inquilinos de otras dos viviendas habitadas o el conductor de un coche que circula por las calles.
Otro piloto, Alberto, de 38 años y quien evita dar apellidos, defiende la idea y se presenta “con ganas” de que abra cuando antes. “Si el pueblo se lo puede permitir, pues bien, mis colegas están deseando venir”, señala, y admite que “hay de todo” en cuanto a la acogida local del plan. Lo mismo al preguntar por redes sociales a habitantes o descendientes del lugar: muchas ganas de que el día ansiado llegue pero habrá que esperar al primer chapuzón para dictar sentencia. Hasta entonces, prudencia.