Temor en el PP valenciano a que la indefinición de Génova sobre el sucesor de Mazón abra una lucha interna
Abascal encarece el apoyo al PP para una nueva investidura y marca el ritmo de la negociación
Dos días después de la dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat valenciana, el PP no tiene todavía un candidato a sucederle. La situación carece de precedentes en el PP: cuando Francisco Camps dimitió como presidente de la Generalitat en 2011 por su imputación en la causa de los trajes, el PP tardó solo tres horas en elegir a su sustituto.
La Junta Directiva Regional ―que ahora ni s...
Dos días después de la dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat valenciana, el PP no tiene todavía un candidato a sucederle. La situación carece de precedentes en el PP: cuando Francisco Camps dimitió como presidente de la Generalitat en 2011 por su imputación en la causa de los trajes, el PP tardó solo tres horas en elegir a su sustituto.
La Junta Directiva Regional ―que ahora ni siquiera se ha reunido― nombró a Alberto Fabra, al que se situó tanto al frente del Gobierno autonómico como del PP valenciano, cortando de un plumazo las especulaciones. Ahora, Génova ha optado por la indefinición a la espera de conocer las preferencias de Vox, porque a diferencia de 2011, cuando el PP disfrutaba de mayoría absoluta, necesita el apoyo de los ultras. Aunque el escenario es diferente, dirigentes del PP valenciano temen que ese vacío abra una guerra interna en el partido. La madeja se ha enredado todavía más con la presión de Vox, porque Santiago Abascal ha encarecido su apoyo y ha advertido a Génova de que exigirá que se asuman sus políticas.
Algunos sectores del PP admiten su sorpresa por la imagen de debilidad que el partido está proyectando ante Vox al no elegir a su candidato a la presidencia de la Generalitat, a la espera de que avancen las conversaciones. Dirigentes populares lamentan que, con la dimisión de Mazón, el PP no solo ha cedido “ante el adversario, el PSOE, una cabeza como la del presidente de una comunidad autónoma”, sino que ahora va a dejar “a otro adversario, en este caso Vox, decidir a su sustituto”. El problema del PP es que depende de los votos de la extrema derecha para investir a un nuevo president, pero voces populares creen que no pasaría nada por arrancar la negociación con un candidato del PP sobre la mesa.
El temor de dirigentes del PP valenciano es que ese vacío pueda desatar una guerra interna en el partido. La mayoría de las fuentes consultadas cree que el mejor situado para una sustitución interina es Juanfran Pérez Llorca, el portavoz en las Cortes y secretario general del PP de la Comunidad Valenciana, sobre todo porque Catalá, según aseguran en el PP, no quiere. Pérez Llorca fue citado este miércoles por la jueza de la dana a declarar como testigo en la causa porque mantuvo tres conversaciones la tarde de la riada con la exconsejera que dirigía la emergencia Salomé Pradas.
Pero la supuesta elección de Pérez Llorca, al que Génova no ha confirmado, dejaría importantes flecos sueltos. Se trata, sobre todo, de la candidatura a las próximas elecciones autonómicas, tanto si se celebran el próximo mes de marzo si fracasa el acuerdo con Vox, como más adelante, en 2027. Porque Pérez Llorca suscita consenso como president interino, pero si se trata de elegir a la cabeza de cartel las tornas cambian y aparece como mejor situada la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, que es además la preferida por Génova.
Y a esa candidatura, advierten las fuentes consultadas, le aparecerían muchas más novias. Uno de los aspirantes es el presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, que recabó el apoyo de la cúpula provincial del partido para ser el cabeza de cartel en caso de elecciones en una reunión el viernes previo a la dimisión de Mazón que todavía desconcierta a muchos en el PP.
Podría haber más: el propio Pérez Llorca, que si ejerciera como president interino podría albergar aspiraciones de repetir. Además del expresidente Francisco Camps, que ya se ha lanzado a la arena sucesoria. “En el circo, crecen los enanos”, lamentan en el PP.
Y lo mismo sucede con la presidencia del partido, porque Génova tampoco ha cerrado el melón orgánico y de momento Mazón sigue como presidente. El enredo interno se ha podido entrever estos días con las declaraciones de algunos de los protagonistas a la prensa. El presidente de la Diputación de Valencia ha lanzado un mensaje a Génova diciendo que el candidato del PP “lo elegirán o la elegirán los valencianos y valencianas”, y que está seguro de que la dirección nacional, que es la tiene la última decisión, “escuchará lo que quieren los valencianos”. Mientras, la alcaldesa de Valencia se ha descartado como sucesora de Mazón en la presidencia. “Soy y seguiré siendo alcaldesa mientras los valencianos quieran”, dijo este miércoles.
En paralelo a la madeja del sucesor, Génova tiene que desenredar el nudo de un complicado acuerdo con Vox. Si la cúpula del PP albergaba esperanzas de una negociación rápida y sencilla para investir a un nuevo president en la Comunidad Valenciana, Santiago Abascal se ha encargado de acabar con ella. El líder de Vox ha aparecido en escena para recordar al PP que es su partido quien tiene la sartén por el mango, y que va a encarecer el apoyo al sustituto de Mazón.
Abascal condiciona su respaldo al PP a que asuma sus políticas, especialmente en el rechazo al pacto verde europeo y a la inmigración irregular, y le ha advertido de que será “mucho más firme y exigente” que hasta ahora, dijo en La Vanguardia. A los populares, que querían evitar la firma de un nuevo pacto para la investidura, les preocupa que las exigencias de Vox sean inasumibles, aunque de momento en el partido se impone la tesis de que habrá acuerdo.
En el PP creen que Vox tiene que calibrar bien la posibilidad de ir a elecciones, porque eso implicaría “lanzar una moneda al aire”, y la derecha corre el riesgo de perder el poder en la Generalitat. Los populares sostienen que la extrema derecha podría ser percibida como la culpable de abrir la puerta a la izquierda si eso sucediera.
En cambio, Abascal sostiene que no tiene ningún temor a ir a elecciones y que lo que teme es “defraudar” a sus electores. “En unas elecciones se puede ganar o perder y lo asumimos con absoluta deportividad”, razonó ayer el líder de Vox, en una amenaza velada al PP. Y remató: “Lo que no seríamos capaces de asumir es convertirnos en estafadores de aquellos electores que han confiado en nosotros”.