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El Gobierno se reactiva en otoño

Mientras el frente judicial se recrudece, el político da varias alegrías al Ejecutivo y complica el horizonte para el PP. Sánchez gana votaciones, va al combate ideológico y pone nuevo interlocutor con PNV y Bildu para consolidar la mayoría

La política española vive dos realidades paralelas cada vez más evidentes. Para el mundo de la oposición y del antisanchismo, Pedro Sánchez está acorralado por el frente judicial, que se recrudece este otoño, y parece imposibl...

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La política española vive dos realidades paralelas cada vez más evidentes. Para el mundo de la oposición y del antisanchismo, Pedro Sánchez está acorralado por el frente judicial, que se recrudece este otoño, y parece imposible que aguante hasta el final de la legislatura. Pero en el otro lado, el de las decisiones, el del poder, el del día a día del Gobierno, entre lo que se ve y sobre todo lo que no se ve, las cosas son completamente diferentes: esta semana ha ganado dos votaciones clave con acuerdos con Podemos, que parecía ya abandonar la mayoría, ha logrado entrar con fuerza al combate ideológico con barones del PP clave como Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno en temas muy cómodos para la coalición progresista, como el aborto -con Ayuso negándose a cumplir la ley y gritando “váyanse a otro lado a abortar”-, la sanidad pública -Moreno ha tenido que destituir a su consejera por un escándalo de mala gestión de las pruebas de cáncer de mama- o la educación pública -el Ejecutivo ha hecho un decreto para frenar las universidades privadas sin calidad que están aprobando sin freno Andalucía, Madrid o Extremadura- y además ha visto cómo el PP entraba de nuevo en una dinámica de batalla interna por el aborto. Tan crecido está el Ejecutivo, que Sánchez incluso se burla de Feijóo con su “ánimo, Alberto”.

La oposición sigue apostando todo al frente judicial, pero el Gobierno está en otra, que cree que tiene mucho más recorrido a largo plazo. Convencido de que ha pasado lo peor, de que el desgaste de los escándalos ya está controlado, como muestran las últimas encuestas, el Ejecutivo se concentra en recuperar el control de la agenda política, algo que le costaba mucho hace unos meses. Y sobre todo abre debates y tiene preparadas iniciativas cada semana ―la mayoría sin necesidad de llevarlas al Congreso, desarrollos reglamentarios, reales decretos― para reactivar a la izquierda con un contraste de modelos entre el bloque progresista y el PP y Vox que es el eje de lo que han pactado Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

Incluso se asume la posibilidad de que haya alguna derrota parlamentaria, como la de la reducción de jornada, que puede ser útil para mostrar el modelo y desgastar a los que votan en contra. Es algo que podría suceder también con los Presupuestos. “Hemos perdido el miedo a perder votaciones. La clave es hablar de políticas, de contenido, explicar lo que hacemos y mostrar lo que pasaría si hubiera otros en La Moncloa, y para eso la polémica del aborto nos ayuda mucho”, resume un miembro del Ejecutivo.

De hecho el Gobierno está trabajando en la reforma constitucional que prometió Sánchez para blindar el aborto, y que podría incluso ir este martes al Consejo de Ministros -artículo 43, del derecho a protección de la salud- y también está estudiando fórmulas legales para obligar a Ayuso a cumplir la ley y crear el registro de sanitarios objetores al aborto en Madrid, donde menos del 1% de las interrupciones se hacen en centros públicos.

El otoño está siendo propicio, con las enormes dificultades de una legislatura muy compleja, y en el Ejecutivo se respira ahora una sensación completamente diferente. “Ha cambiado el viento. Ahora se ve que hay mayoría y que podemos sacar adelante muchas cosas, aunque los Presupuestos siguen siendo muy difíciles”, resume un ministro. El golpe de efecto de las dos victorias de esta semana -embargo a Israel y ley de movilidad sostenible- ha demostrado que el Gobierno aún tiene una mayoría, que puede pactar al mismo tiempo con Junts y Podemos, en las antípodas ideológicas, y sobre todo que por debajo del ruido hay muchísima negociación, casi siempre con Félix Bolaños detrás -esta semana también con Óscar Puente y Carlos Cuerpo moviéndose mucho de forma discreta- y mucha más complicidad dentro de la mayoría de la que dan a entender las declaraciones públicas de los distintos partidos.

El Gobierno está engrasando todos los canales para una legislatura larga que cree que desgasta más a la oposición, cada vez más abstraída en la guerra PP-Vox, que al propio Ejecutivo. Ningún movimiento hace pensar en unas elecciones anticipadas, al contrario. Tras la caída de Santos Cerdán, el Ejecutivo ha renovado los interlocutores con los principales grupos. Antonio Hernando, secretario de Estado de Telecomunicaciones pero sobre todo un fontanero en la sombra estos años en La Moncloa desde que Sánchez y Óscar López lo recuperaron en 2021 tras años de ostracismo en el entorno del presidente por haber sido el que defendió como portavoz la abstención del PSOE que permitió que Mariano Rajoy fuera presidente en 2016, es el nuevo enlace de Sánchez con el PNV y Bildu, algo que hacía antes Cerdán.

Con Junts se ha consolidado la interlocución del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero pero también va a las citas con Carles Puigdemont Juanfran Serrano, que ya acudía antes como número dos de Cerdán, de manera que se da una cierta continuidad. Para las negociaciones parlamentarias, es el propio Bolaños quien tiene la interlocución con Miriam Nogueras, portavoz de Junts, apoyado por Rafa Simancas, siempre pendiente de cada votación. Y el ministro de Justicia y Presidencia, epicentro de casi todas las negociaciones, es quien mantiene la interlocución con ERC y Podemos que siempre ha tenido. Es él quien cerró las votaciones esta semana con Ione Belarra, que dejaron al PP y a Vox de nuevo con la miel en los labios y una sensación en el Congreso de que Sánchez siempre acaba saliendo de todas.

Una prueba muy evidente de que Sánchez está trabajando para agotar la legislatura y no está pensando en elecciones es su relación con el PNV, cada vez más alejado del PP y especialmente de Ayuso, como se vio esta semana con una intervención rotunda en Madrid del lehendakari, Imanol Pradales.

El Gobierno y el PNV están negociando para intentar a finales de año o principios de 2026 completar el Estatuto de Gernika con todas las transferencias pendientes. Es una operación política de alto nivel, que llevaría muchísimo desarrollo posterior, y que es imposible plantear con unas elecciones generales en ciernes. Mientras el PP se acerca a postulados de Vox, el PNV se ata cada vez más al PSOE: “Cuanto más se aleje Feijóo de la moderación, más se aleja de La Moncloa”, resumió Pradales, que descartó un adelanto electoral en 2026 y habló de Madrid como “ciudad-Estado” que absorbe riqueza del resto de España, algo que no hacen otras capitales europeas.

Vox y las dudas del PP

Y mientras, Vox está entusiasmado con las dudas del PP. “Cuando el PP nos ataca, crecemos, y cuando nos copia, también. Están desesperados. No saben qué hacer con nosotros”, se ufanaba esta semana un dirigente de Vox. “Tenemos que combatirlos y dejan de competir con ellos por su espacio”, resume un dirigente del PP. Aún así, en el PP sostiene que por muy contento que esté el Gobierno, el movimiento de derechización del país es imparable, y eso hará que en cuanto se abran las urnas Sánchez salga de La Moncloa y deje a la izquierda muy debilitada.

El presidente viaja así este lunes a Egipto, donde ha sido invitado para la firma del acuerdo de paz para Gaza con Donald Trump y todos los demás protagonistas de esta operación, con la tranquilidad de tener la política española más controlada de lo que nadie hubiera previsto en junio, cuando estuvo a punto de caer con el caso Cerdán. Vienen meses complicados, con una agenda judicial delicada, y habrá muchas curvas para el Ejecutivo, pero esta semana ha demostrado que Andreotti sabía lo que decía cuando dejó para la historia la máxima de que el poder desgasta... sobre todo al que no lo tiene.

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