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El síndrome de la caspa nacional

Las supuestas consecuencias del aborto que difunde el Ayuntamiento de Madrid no están validadas científicamente y son solo el traslado de la ideología trumpista

La caspa nacional que rebrota en España nos puede despistar un poco y conviene aclarar ideas y preguntarnos: ¿De dónde viene? Podríamos buscar referentes en el franquismo, cuyos manuales regalaban a las mujeres montones de instrucciones para conseguir marido a partir de la sumisión, la obediencia y la abnegación con la sonrisa en la boca, la cama caliente y el plato delicioso en la mesa, pero desgraciadamente hay otros mucho más cercanos y eficaces. Charlie Kirk, ...

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La caspa nacional que rebrota en España nos puede despistar un poco y conviene aclarar ideas y preguntarnos: ¿De dónde viene? Podríamos buscar referentes en el franquismo, cuyos manuales regalaban a las mujeres montones de instrucciones para conseguir marido a partir de la sumisión, la obediencia y la abnegación con la sonrisa en la boca, la cama caliente y el plato delicioso en la mesa, pero desgraciadamente hay otros mucho más cercanos y eficaces. Charlie Kirk, el icono juvenil recientemente asesinado en EEUU, fenómeno de masas capaz de aupar a Trump, defendía la sumisión de la mujer al hombre con sus 31 años y no se le conocía ningún tipo de cercanía al franquismo. Es decir: la extrema derecha norteamericana está haciendo el trabajo a la española y europea con una artillería pesada que está demoliendo nuestros propios avances.

Este es el contexto en el que el Ayuntamiento de Madrid, gobernado con mayoría absoluta del PP, acaba de aprobar una propuesta de Vox que obliga a instituciones y servicios públicos a informar a las mujeres que se propongan interrumpir su embarazo sobre lo que llama “síndrome posaborto”. Las plagas bíblicas parecen caer sobre quien se atreva: depresión, suicidio, autolesiones, alcoholismo, anorexia, bulimia o disfunciones sexuales para quien se anime a una práctica que se ha convertido en derecho y que solo la Gran Regresión ideológica que sufrimos en el mundo está poniendo en riesgo.

Que no nos asusten: el supuesto síndrome está tan reconocido por las autoridades médicas como la vinculación del paracetamol al autismo (es decir: nada). La interrupción del embarazo como derecho ha superado décadas y varias intentonas de demolición. Y la batalla no se enmarca en la lucha por la salud, sino en la ideológica. Hoy, sin embargo, hay algo nuevo en el horizonte que lo convierte en riesgo y es la contaminación del PP por el discurso regresivo contra las mujeres que llega desde Estados Unidos y que se extiende como la pólvora sin que Vox se lo trabaje demasiado. Vox es, aquí, solo el canal, el instrumento. Y el PP también.

En 2022, el Gobierno llevó al Código Penal las sanciones por acosar a las mujeres que se acercan a clínicas que practican el aborto y el Constitucional lo avaló. El PP hoy, a juzgar por lo aprobado en el Ayuntamiento de Madrid, empieza a retroceder y convertir en norma lo que fue penalizado. Porque la supuesta “información” a las mujeres embarazadas no es sino otra forma de acoso.

Lo peor: el peligro no llega esta vez del pasado franquista, aunque también bebe de él, sino de un auge ultraderechista que emana desde Estados Unidos con la potencia que ya tuvo este país cuando promovía los derechos. Preparémonos para afrontar el camino inverso porque, a falta de síndrome posaborto, lo que sufrimos es un síndrome de la caspa nacional renacida gracias a Trump.

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