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Las votaciones sobre armas las carga el diablo

El Gobierno quiere evitar someter a una nueva tensión a la mayoría. El ejemplo italiano muestra las dificultades de la izquierda. Sánchez ve una enorme oportunidad tecnológica en el nuevo escenario

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, el pasado jueves en el Palacio de la Moncloa para abordar el gasto en defensa.Foto: Javier Lizón (EFE) | Vídeo: EPV

Una vez más, como en la pandemia y como en tantas otras ocasiones, España e Italia se miran de reojo con situaciones de base similares y respuestas muy diferentes. Los dos grandes países del sur de Europa tienen muchas más resistencias a aumentar el gasto en defensa que los del Norte y el Este, primero porque ven la amenaza rusa mucho más lejana, segundo porque ...

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Una vez más, como en la pandemia y como en tantas otras ocasiones, España e Italia se miran de reojo con situaciones de base similares y respuestas muy diferentes. Los dos grandes países del sur de Europa tienen muchas más resistencias a aumentar el gasto en defensa que los del Norte y el Este, primero porque ven la amenaza rusa mucho más lejana, segundo porque sus opiniones públicas siempre fueron contrarias al gasto militar, aunque cada vez menos, y tercero porque están muy endeudados —mucho más Italia— y tienen poco margen para aumentarlo mucho y muy rápido sin hacer ajustes sociales. Un escenario que Pedro Sánchez ha garantizado a todos sus interlocutores en estos días y también públicamente que no se producirá.

Mientras en Italia este asunto está dinamitando la política, con grandes divisiones en los dos bloques, y una auténtica revuelta dentro del PD, el gran partido socialdemócrata, ahora en la oposición, en España la situación parece mucho más controlada. Hay tensiones, sí, el asunto es muy delicado, pero la ronda de consultas de este jueves en La Moncloa mostró, según coinciden distintas fuentes de los partidos presentes, que hay discrepancias fuertes y posiciones muy duras, como las de Podemos, pero la mayoría no está en riesgo, y de hecho las negociaciones para varias leyes ajenas a esta cuestión siguen en marcha, aunque los Presupuestos para 2025 se dan ya casi por imposibles.

Una frase de Gabriel Rufián, portavoz de ERC, un partido independentista sin ninguna tradición de centralidad, resume bien la sensación que se respira en el Gobierno después de la ronda: “Somos un partido progresista, no estamos de acuerdo con ninguna guerra, pero tenemos claro que la guerra está aquí y que el mundo no es como nos gustaría, sino como es. Tenemos que ser responsables e ir más allá de la pancarta. Pero quizá no hay que gastar más, sino gastar un poquito mejor”. Esto es, rechazo formal al aumento, pero comprensión hacia el Gobierno.

¿Y cuál es la principal diferencia entre España e Italia en este momento, además de que en Roma gobierna la ultraderecha y en Madrid una coalición progresista? Que en Madrid no ha habido aún votaciones divisivas. Y si es por el Gobierno, no las habrá. Esta semana, el BNG sí forzará una votación sobre una moción consecuencia de interpelación en la que rechaza el plan de rearme de la Comisión Europea. Y provocará enmiendas, discusiones, tomas de posición. Pero no será una votación con consecuencias jurídicas reales, como la de las pensiones. Solo simbólica. Y eso siempre genera mucha menos tensión. El Gobierno ha decidido estratégicamente evitar todo lo posible una votación que, en realidad, según fuentes del Ejecutivo, nadie quiere, porque todos tendrían problemas para decidir.

En La Moncloa no están especialmente preocupados por la cuestión interna. Sánchez cree, según su entorno, que la mayoría no se va a romper por esto, y percibió en la ronda de consultas del jueves que nadie en esa mayoría quiere que caiga el Ejecutivo, así que confía en encontrar la manera de gestionar las discrepancias. El presidente está centrado más en la cuestión de fondo, esto es lograr la paz en Ucrania, buscar la manera de garantizarla, cambiar por completo la dinámica europea de dependencia del paraguas militar de EEUU, que Donald Trump está poniendo en cuestión, unir a la UE alrededor de su rearme, y aprovechar esta oportunidad para dar un gran salto tecnológico en España y en Europa, y reaccionar a la guerra comercial que plantea Washington. La cumbre de esta semana en Bruselas estará centrada en este último tema y la reunión por videoconferencia de este sábado de 25 jefes de Gobierno se volcó en la paz en Ucrania.

“Cuando la gente vea hacia qué dirigimos esta nueva inversión, habrá más consenso social del que ahora parece. El tema es tan gordo que estas discusiones de ahora quedarán muy pequeñas. El horizonte no es bélico, sino tecnológico”, insiste un miembro del Gobierno, que cree que esta es la gran oportunidad para Europa de dar ese salto y dejar de depender de los gigantes tecnológicos de EE UU, no solo de defensa. En el Ejecutivo son especialmente críticos con algunos sectores de izquierda anti OTAN que también rechazan este rearme europeo. “Es una contradicción no querer depender de la OTAN y de USA y a la vez rechazar que Europa mejore su capacidad de disuasión”, insisten.

El que más problemas internos tiene con esto es Sumar, con una IU muy crítica con el aumento del gasto. IU nació en 1986 al calor de la movilización en la izquierda por el no al referéndum de la OTAN. El no perdió, pero llegó al 43% y ahí se fraguó IU, que se fundó solo dos meses después de esa votación. Sin embargo, en el entorno de Yolanda Díaz están satisfechos porque creen que Sánchez, que el martes se vio más de dos horas con la vicepresidenta segunda en La Moncloa, ha matizado mucho su discurso y cada vez se parece más al de ella. Díaz, que es de Ferrol, una ciudad con unos de los principales astilleros del país de buques de guerra desde 1750, insiste en que hay que ir al debate de fondo, entender el cambio geopolítico que supone la llegada de Trump, y “reconducir el error que supuso externalizar la seguridad europea a EE UU y la ONU”. Ella insiste también en que esto no va de gastar más, sino de gastar mejor y de forma coordinada entre todos los europeos, algo que también plantea Sánchez. En el PSOE también sorprende la dureza del BNG en este asunto cuando entre los beneficiados estarían los astilleros gallegos.

Sánchez pretende seguir como hasta ahora, como hacía también cuando Podemos estaba en el Gobierno. El presidente ha aumentado todos los años el gasto militar un 10%, hasta los 10.000 millones de subida, sin una sola votación en la que haya tenido que buscar el apoyo del PP, un asunto siempre delicado porque el PSOE cree que los populares, cuando son decisivos, casi siempre optan por tumbar al Gobierno, como pasó con el decreto ómnibus que contenía la subida de las pensiones. ¿Cómo ha hecho Sánchez esa subida con un gobierno primero con Podemos y después con Sumar? Con decisiones del Consejo de Ministros, con ampliaciones de crédito o tirando del fondo de contingencias, en los que sistemáticamente Sumar, y antes Unidas Podemos, hacían observaciones para mostrar su disconformidad. Ese era el pacto para que prosperaran las decisiones sin que los socios minoritarios las apoyaran formalmente.

La idea es seguir con esta fórmula mientras se pueda, y en La Moncloa creen que se puede. Además, vista la realidad de Italia y otros países, en Bruselas tampoco van a presionar mucho para que haya votaciones si se pueden evitar, sostienen en el Ejecutivo.

En esos Consejos de Ministros se han llegado a aprobar de una tacada hasta 2.382 millones de euros para misiles patriot, el 25 de junio de 2024, con observaciones de la vicepresidencia segunda, dirigida por Yolanda Díaz. Ese mismo día se aprobó destinar 332 millones del fondo de contingencia a “gastos ocasionados por la participación de las fuerzas armadas en misiones de paz”. El pasado 25 de febrero, ya de este año, fue el último grande: 567 millones de ese fondo por el mismo motivo. Y el 4 de marzo, una transferencia de crédito a Defensa de 343 millones. Así se seguirá haciendo, salvo que Sánchez, que está en plena discusión política con sus socios europeos y con la OTAN, se vea obligado a asumir un compromiso tan grande que no baste con estas soluciones de Consejo de Ministros y haya que recurrir al Parlamento.

En público, casi todos los socios del Gobierno, salvo el PNV, que ofreció un apoyo rotundo, muestran sus discrepancias y algunos rechazan abiertamente el aumento del gasto en defensa. Pero en privado, según fuentes del Ejecutivo y de los propios grupos, casi todos los interlocutores de Sánchez este jueves, incluido el más crítico, Alberto Núñez Feijóo, que llegó a acusarle de caminar hacia una “autocracia” por querer evitar la votación en el Congreso, se mostraron comprensivos con la delicada situación que atraviesan los gobiernos europeos y entre ellos el español.

Por eso en La Moncloa, aunque están decididos a evitar esa votación crítica para no forzar las costuras de la mayoría, no están especialmente preocupados con el frente interno, que está mucho más caliente en otros países como Italia, donde varios partidos de la oposición y del Gobierno rechazan el rearme.

Ante el enorme desafío para Europa que supone Donald Trump y el giro radical del orden mundial desde 1945, todo se queda muy pequeño. Lo que sí sabe el Gobierno es que, aunque no esté en riesgo una ruptura real de la mayoría o la coalición, aún le queda muchísima pedagogía por hacer para explicar a los ciudadanos el mundo que viene por delante.

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