‘La Desbandá’, declarado Lugar de Memoria Democrática entre la desidia de ayuntamientos del PP implicados
La principal asociación divulgadora de esta masacre de la Guerra Civil denuncia que cinco localidades le han impedido poner paneles informativos
La Desbandá, un recorrido de apenas 200 kilómetros, es probablemente el trayecto más sangriento y cruel de la historia de España. Dos centenares de kilómetros que cubren la distancia entre el Peñón del Cuervo, en la salida de Málaga hacia Almería, y el Parque Nicolás Salmerón de la capital almeriense. La Desbandá, la matanza de miles de civiles que escapaban de las tropas sublevadas y fueron bombardeados desde barcos bajo órdenes de Franco y también buques italianos y alemanes, se fecharon en la madrugada del domingo 7 de febrero de 1937 aunque la huida comenzó días incluso semanas antes en los pueblos de la Sierra de Cádiz, de Sevilla, del campo de Gibraltar y en algunas localidades malagueñas. La gente escapó de esos sitios para concentrarse en Málaga, donde se contabilizaron hasta 80.000 refugiados. Desde allí partieron hacia Almería por la antigua N-340, una carretera que llevaba días recibiendo disparos desde el mar, desde los submarinos alemanes o italianos. Esa huida y diez hitos concretos de esa ruta asesina son ya, por decisión del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, Lugar de Memoria Democrática. Pero no todos los ayuntamientos involucrados se dan por enterados.
La declaración de Lugar de Memoria Democrática, cuyo expediente se inició hace un año, requiere del Estado la protección de estos bienes y, también, que se generen actividades didácticas y de difusión de lo allí ocurrido. Hasta ahora, por lo general, el peso de la labor divulgativa recae en las asociaciones memorialistas que divulgan los hechos ocurridos allí, como es el caso de la Asociación Socio Cultural (ASC) La Desbandá, con sede en Salobreña y socios en España, Inglaterra, Italia y Francia. Las administraciones más cercanas, los ayuntamientos, tienen una acogida más bien fría, según explica Rafael Morales, presidente de esta asociación: “Con algunas excepciones, la actitud que hemos visto sobre todo en los gobiernos municipales del PP es que pasan de este asunto”.
La asociación, como cada año por estas fechas, y ya es la novena edición, ha recorrido hasta este sábado el camino que hicieron las víctimas en 1937. Durmiendo en pabellones municipales –”cuando nos dejan, porque algunos ayuntamientos no nos los dejan para pernoctar”, se queja Morales–, transitan en 10 etapas aquella ruta de Málaga a Almería. La asociación insiste en que estos crímenes de la carretera N-340 quedaron al margen de la historia durante décadas y que es el momento de darlos a conocer. Y en eso anda, “pero el PP no quiere saber nada”: “Teníamos preparadas unas marquesinas informativas unificadas para instalar en estos 10 hitos y en algunos otros y en cinco ayuntamientos nos lo han prohibido, todos del PP. En Málaga, Vélez Málaga, Nerja, Adra y Almería capital”. Morales dice que, finalmente, han optado por situar esa información agrupada en el fuerte de Carchuna, gobernado por el socialista Juan Alberto Ferrer. Este lugar es también Lugar de Memoria Democrática y acoge un centro de interpretación de La Desbandá.
Las razones para la negativa a esas marquesinas “no existen, no nos las explican”, cuenta Morales. “Solo Nerja nos explicó que ellos tienen su propio programa”. Antonio López, concejal popular de Nerja, relata que tienen un proyecto en marcha desde hace algunos años junto a otra asociación en la desembocadura del río Guadalfeo. “Es una inversión de casi 60.000 euros y estará en breve”, comenta.
Los hitos declarados Lugar de Memoria Democrática son lugares que tuvieron un papel relevante en aquella marcha o huida. Según las últimas investigaciones, hasta 300.000 personas tomaron la carretera hacia Almería aquella madrugada. Y todas, en una caravana de varios kilómetros de longitud, sufrieron intensos bombardeos desde la costa. El texto oficial que confirma la declaración hace referencia a un documento del Archivo Juan Negrín que describe que “la peregrinación de cerca de 200.000 personas desde Málaga a Almería, a pie, es algo que no tiene precedentes en la historia de las evacuaciones de guerra”. “Hombres muertos por la carretera de frío, hambre y cansancio. Mujeres con niños en brazos y con los pies enormemente desfigurados y lleno de llagas, caras famélicas, etc”, prosigue. Aquellas jornadas, el objetivo no fueron militares, sino la población civil. A lo largo del trayecto, la caravana fue atacada por los cruceros Canarias, Baleares y Almirante Cervera con ayuda de la aviación italiana y alemana.
Los hitos que recoge este Lugar de Memoria Democrática son el lugar de salida, el Peñón del Cuervo-Paseo de los canadienses, en Málaga; los Túneles de El Cantal y el Paseo Marítimo de la Cala del Moral, en el Rincón de la Victoria, donde hay numerosos vestigios de los cañonazos llegados de los barcos; el Faro de La Barraca, en Torre del Mar, que fue apagado los días 6 y 7 de febrero por su farero, Anselmo Villar –fusilado el 9– para que los submarinos y barcos no vieran la caravana; el Parque de la Memoria Málaga 1937 de Vélez Málaga, lugar de paso de La Desbandá; el Puente Viejo del Barranco de Maro, en Nerja, sobre el que los barcos de la armada franquista atacaron a la población civil causando un gran número de víctimas mortales.
Ya en la provincia de Granada, la desembocadura del río Guadalfeo, en el término de Salobreña. Allí el puente había sido destruido para evitar que pasaran las tropas sublevadas, pero afectó a los huidos, que tuvieron que cruzar el río a nado, perdiendo la vida muchos de ellos. El Fuerte de Carchuna, recinto utilizado cárcel de presos republicanos; el cuartel General Brigadas Internacionales en Castel del Ferro-Gualchos, donde las brigadas internacionales frenaron a los franquistas; la Torre de los Perdigones, en Adra, Almería, por donde pasaron el 10 de febrero los huidos. Y, finalmente, el Parque Nicolás Salmerón, en la capital almeriense, punto de llegada de los refugiados.
La huida no acabó, no obstante, en Almería, de allí fueron a Valencia y otras zonas del Levante español, también al exilio francés. Algunos formaron parte de los conocidos como niños de Rusia. Los que peor suerte tuvieron acabaron en los campos de concentración en colonias francesas al norte de África.