Volver a empezar: los negocios de la zona cero de la dana reabren con préstamos o donaciones familiares

Un informe elaborado por la Cámara de Comercio de Valencia estima que dos terceras partes de los 8.106 locales afectados por la dana han sufrido daños directos

Patricia Enciso y Jhon Torres voluntarios trabajando en Rest Rancho de Cali en Alfafar (Valencia).javier Hernandez

El gran boquete circular en una de las paredes no le impedirá a Francisco Pedreño reabrir su peluquería. Tampoco la falta de ventanales en la entrada, ni el hecho de que en Paiporta (Valencia) la nueva normalidad tras la dana de octubre se ha convertido en la presencia de más militares que vecinos en las...

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El gran boquete circular en una de las paredes no le impedirá a Francisco Pedreño reabrir su peluquería. Tampoco la falta de ventanales en la entrada, ni el hecho de que en Paiporta (Valencia) la nueva normalidad tras la dana de octubre se ha convertido en la presencia de más militares que vecinos en las calles y una constante nube de polvo que acosa a quien se cruce. No importa. “Volver a abrir los negocios es devolverle la dignidad a este pueblo”, clama Pedreño, quien hace cuatro décadas, con apenas 21 años, se aventuró en abrir su local. “Era lo que me gustaba y ahora es lo único que sé hacer”, zanja.

En su local de 40 metros cuadrados, una improvisada cortina azul separa el ayer del el mañana. El ayer son los kilos y kilos de barro, muebles destrozados y un agujero enorme que abrió la fuerza del agua tras su paso por este municipio de 25.000 habitantes. El mañana es un renovado salón de belleza que lleva el apellido de su propietario y que si nada lo impide, volverá a abrir las puertas esta semana. Sin embargo, devolverle la forma a esta peluquería ha sido un colosal reto que aún no termina.

Este propietario de 59 años sigue esperando a que el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) le deposite el pago con el que podrá volver a habilitar la otra mitad del local. Tan pronto como pudo, Pedreño envió fotos de los daños en la infraestructura, una lista de la mercancía inservible y los detalles de su peluquería a la aseguradora. Desde entonces espera a que el Consorcio, quien se ha hecho responsable final de los abonos, le comunique la visita de un perito para que certifique las pérdidas. Han pasado casi cuarenta días y nada: “Todo lo que ahora tengo en este local ha llegado gracias a las donaciones de otras peluquerías en España”.

Volver a empezar tiene un precio. En su caso, cercano a los 100.000 euros. “50.000 para reparar el local por completo y la otra mitad en mercancía y muebles”, detalla. Su historia, sin embargo, es la historia de la mayoría de negocios de las zonas afectadas. Un informe elaborado por Cámara de Comercio de Valencia estima que dos terceras partes de los 8.106 locales afectados por la dana han sufrido daños directos.

Francisco Pedreña, el pasado viernes en la peluquería que regenta en Paiporta. javier Hernandez

En Alfafar, el restaurante de Víctor Valderrama empieza a tomar la forma que el agua borró de un plumazo. Este ciudadano de origen colombiano se dedica a retirar minuciosamente los plásticos protectores que envuelven al nuevo refrigerador que acaba de llegar a su local. Su negocio, conocido como el Rancho de Cali y ubicado en la avenida más comercial de Alfafar, se convirtió en una enorme piscina donde flotaron congeladores, vitrinas, hornos, una heladera y mesas. La imparable fuerza del agua también destrozó el suelo, los sistemas eléctricos y dejó inoperativa una cocina que había funcionado cuatro años. Ha necesitado cerca de 70.000 euros, que ha conseguido con un préstamo bancario, para volver a comprar todos los equipos que perdió y reformar el local.

También vive pegado a su móvil a la espera de la llamada de las aseguradoras. “El consorcio nos ha incumplido”, crítica Juliet Rodríguez, su esposa, quien resalta que han sido diligentes en el pago mensual del seguro y que les habían explicado que en 48 horas tendrían el dinero en la cuenta. Casi 40 días después no han recibido ni la visita del perito ni ninguna explicación por parte de la entidad.

“No podemos quedarnos de brazos cruzados; de mi negocio también dependen otras cinco familias”, explica Valderrama, quien espera poder reabrir en enero y quien de momento ha enviado a todos sus cinco trabajadores a un expediente de regulación temporal de empleo o ERTE. El Ministerio de Trabajo estima que el número de ERTE solicitados asciende a 2.303 expedientes e implican a algo más de 25.000 trabajadores.

La pregunta “¿habéis abierto ya?” es una constante en el día a día de Gabriel Ferrandis, propietario de una tienda de reparación de móviles en Paiporta conocida como Movil Phone. Ferrandis, de momento, responde con una negativa; sigue esperando a que le reemplacen las persianas metálicas y a que reparen el sistema eléctrico, los primeros pasos antes de iniciar cualquier reconstrucción.

Ferrandis, de 34 años, reformó su local hace menos de un año, y ahora la riada ha convertido al lugar en un esqueleto de hierros, humedad y cemento. Las pérdidas, en su caso, rondan los 30.000 euros, entre infraestructura y mercadería destruida. Hacienda, de momento, le ha entregado 10.000 euros en ayudas; del Ayuntamiento, comparte, ha recibido un pago de 3.000 y también ha cobrado 8.000 euros del programa Alcem-se, que es parte de la plataforma Marina de Empresas, vinculada a Juan Roig, propietario de Mercadona. “El pueblo está moralmente deprimido y le tomará su tiempo volver a consumir como antes”, resume Ferrandis.

Hay otros negocios, como el de Francisco García, de 41 años, que han podido volver a funcionar con más rapidez. Su inmobiliaria y constructora Realpro, ubicada en Sedaví, y una nave donde almacenaba material de construcción, también fueron arrasadas por el desbordamiento. Sin embargo, comenta que ante la urgente necesidad de rehabilitación de casas, la cantidad de trabajo ha aumentado significativamente durante estos días.

Aunque ahora afrontan un nuevo problema: la falta de material, especialmente de persianas metálicas, que según García escasea en toda la provincia. “Estamos viendo vehículos rotulados de otras provincias, porque no alcanza con la oferta de la Comunidad Valenciana”, expone Adam Ricart, empleado de la inmobiliaria. De momento, García ha puesto a toda su plantilla de 27 trabajadores a disposición de la reconstrucción del pueblo. “Hay mucho trabajo por delante. Todo lo que estaba a dos metros a nivel del mar necesita ser reparado”.

Destrucción en el “triángulo del mueble”

Son contados los vehículos que transitan por las calles de lo que fue la mayor zona comercial de la provincia. Las cadenas de comida rápida, el centro comercial MN4 y una docena de grandes naves han echado el candado en el polígono industrial de Alfafar, pegado a la carretera nacional. La zona, también conocida como “triángulo del mueble”, no se ha despojado de los daños de la inundación: las calles siguen cubiertas por el fango, aún hay vehículos volcados que nadie ha retirado y parte del alumbrado público sigue sin funcionar.

En medio de la desolación, no obstante, surge la rebeldía. Luis Lozano volvió a abrir su negocio de muebles en la última semana de noviembre. La riada le dejó pérdidas que superan el millón de euros entre infraestructura y pérdida de mercancía. El golpe ha sido mayor porque otros tres almacenes de su propiedad han sido afectados. “De momento volvemos a empezar con este”, comenta en el interior de su nave de 600 metros cuadrados donde un grupo de empleadas sonríe a las primeras clientas de la mañana.

Comparte que muchos de los locales de la zona simplemente no volverán a abrir. “El golpe ha sido demasiado grande; lo que no perdimos por el agua, lo perdimos en los saqueos y muchos están a la espera del pago de los seguros”, expone. Lozano ha tenido que utilizar ahorros para volver a llenar de muebles su nave.

El sector del mueble calcula daños por 1.300 millones de euros, con 1.300 empresas y 7.000 trabajadores afectados, según datos de la Federación de Empresas de la Madera y el Mueble. Lozano también pide a las autoridades que inicien la limpieza de la zona para que la gente se anime a venir. “Este era un sector al que le iba muy bien; después de la covid la gente se dio cuenta de lo importante que era tener un buen sofá”, zanja.

La Cámara de Comercio de Valencia detalla que el 20% de la actividad industrial de la comunidad se ubica en esta región. “Había empresarios que aún estaban pagando los fondos del Instituto Nacional de Crédito (ICO) entregados durante la covid”, expone Vicente Lafuente, presidente de Femeval, la Federación del Metal valenciano. Lafuente espera que cuando las familias empiecen a recibir las ayudas para la reconstrucción de sus hogares, la actividad comercial volverá lentamente a resucitar.

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