La coalición acusa un golpe duro para su imagen con caída de Errejón pero reivindica su tolerancia cero
En el Gobierno inquieta la situación en Sumar, que reivindica que ha sido tajante
El Gobierno vive un momento de imagen especialmente delicado que afecta a dos personas que pese a no estar en el Ejecutivo son referentes de la coalición que gobierna España desde 2020. Después del auto judicial que detalla la presunta implicación del exministro José Luis Ábalos en una trama corrupta, que llegó el miércoles, este jueves tanto el Gobierno como el PSOE y especialmente Sumar, principal afectado, han vivido en estado de shock la renuncia de Íñigo Errejón tras varias acusaciones en redes social...
El Gobierno vive un momento de imagen especialmente delicado que afecta a dos personas que pese a no estar en el Ejecutivo son referentes de la coalición que gobierna España desde 2020. Después del auto judicial que detalla la presunta implicación del exministro José Luis Ábalos en una trama corrupta, que llegó el miércoles, este jueves tanto el Gobierno como el PSOE y especialmente Sumar, principal afectado, han vivido en estado de shock la renuncia de Íñigo Errejón tras varias acusaciones en redes sociales de violencia machista.
El Ejecutivo entró en un silencio atronador durante varias horas después de hacerse público el escándalo con la carta de dimisión de Errejón, una persona que nunca entró al Gobierno, pero que siempre ha sido un político muy destacado dentro de los apoyos de la coalición. Después de muchas horas en los que solo Sumar ofrecía explicaciones claras, mientras todos los ministros y dirigentes comentaban en privado la noticia con estupor e indignación, la ministra de Igualdad, la socialista Ana Redondo, finalmente se animó a mostrar ante la prensa su repulsa: “Este es un gobierno profundamente comprometido con la igualdad y el feminismo. Vamos a estar siempre con las víctimas. Me consta que Sumar ha iniciado una investigación a fondo sobre esta cuestión y confiamos en que se lleguen a esclarecer los hechos con agilidad y transparencia. Las víctimas, en una cultura machista como la que estamos inmersos, son lo importante, lo que hay que proteger. Estamos inmersos en un machismo estructural. Tenemos que ser conscientes de esta cultura patriarcal que cuesta mucho remover. Todos los avances deben ser firmes desde un gobierno progresista. Tenemos que luchar todas y todos. Confío plenamente en que la investigación interna llegue hasta las últimas consecuencias”, aseguró.
Cerca de las 21.00, Sánchez lanzó un mensaje a través de las redes sociales en el que mostró su condena “a quienes atentan contra el proyecto de igualdad”, brindó “su apoyo a las mujeres que sufren acoso y abusos” y expresó su “confianza” en la presidenta Yolanda Díaz y en Sumar, que definió como “una organización que ha hecho y está haciendo mucho por el progreso de las mujeres”. “El Gobierno trabaja por una España feminista donde las mujeres tengan los mismos derechos, las mismas oportunidades y la misma libertad y seguridad que los hombres”, escribió. “Toda mi condena a quienes atentan contra este proyecto de igualdad. Todo mi apoyo a las mujeres que sufren acoso y abusos”, añadió.
Esta era así la posición oficial del sector socialista del Gobierno. Mientras, Sumar reivindicaba que ha actuado con absoluta contundencia y rapidez, incluso antes de que hubiera denuncias en un juzgado. Pero al margen de los comentarios oficiales, en privado todos los ministros y dirigentes tanto socialistas como de Sumar consultados admitían que estaban en shock por un escándalo que supone un golpe muy duro en la línea de flotación de la coalición, en un asunto extremadamente sensible para la izquierda como es el de la violencia machista y con una persona muy reconocida como una de las caras visibles de la izquierda española.
Además, desde el punto de vista político, la crisis llega en un momento especialmente delicado, cuando se están negociando los Presupuestos y además la guerra entre Sumar y Podemos está en su fase álgida, con el grupo de Ione Belarra amenazando con tumbar las Cuentas si no se cumplen dos condiciones difíciles: ruptura de relaciones con Israel e intervención en el mercado del alquiler para bajarlos un 40%.
Algunos ministros insistían en que esto no es una cuestión de Gobierno, sino de partidos, pero nadie ocultaba el desánimo y el desgaste que esto puede suponer para la imagen de un Ejecutivo progresista, uno de los pocos que hay en Europa, que ha hecho del feminismo y la lucha contra la violencia machista uno de sus referentes políticos. Lo único a lo que se aferraban, en un momento de gran inquietud, es a la actuación rápida que en pocas horas de conocerse un escándalo por una denuncia anónima que aún no se ha concretado judicialmente se haya forzado la salida del portavoz de Sumar.
El sector de Yolanda Díaz en el Gobierno reivindicaba que han tenido un comportamiento sin precedentes, porque lejos de proteger a su portavoz y esperar a que las denuncias se consoliden, han actuado de forma “ejemplarizante” porque se trata de “prácticas no compatibles con ser el portavoz de una formación feminista”. Ahora Sumar tendrá que recomponer sus filas y elegir un nuevo portavoz. Mientras, en el sector socialista preocupa especialmente la situación de todo el espacio a la izquierda del PSOE, en la que esta salida traumática de Errejón es un elemento más de desgaste. El exportavoz de Sumar es cofundador de Podemos con Pablo Iglesias, y vivía desde hace años enfrentado de forma irreconciliable al que fuera uno de sus mejores amigos. La guerra de desgaste entre Sumar y Podemos, que este episodio puede profundizar, inquieta mucho en el PSOE porque creen que está perjudicando mucho a la coalición.
Podemos está en posiciones cada vez más duras contra el Gobierno, del que formaba parte hasta hace menos de un año, y sostiene que no le temblará el pulso si tiene que tumbar los Presupuestos si no se aceptan sus condiciones. Mientras, Sumar también está endureciendo sus exigencias para marcar perfil propio y la negociación presupuestaria dentro de la coalición tampoco está resuelta.
Pero más allá de las disputas dentro del espacio, que según distintos dirigentes consultados podrían encontrar una solución negociada, como ha pasado en anteriores Presupuestos, el problema para el Gobierno es el gran desgaste de imagen que supone un escándalo como este, sumado al caso Ábalos, en un momento en el que precisamente Sánchez y su equipo están trabajando en sentido contrario, esto es, para consolidar la mayoría. Este mismo martes se anunció un pacto para renovar el Consejo de RTVE, que precisamente iba en el sentido de reunificar la mayoría a la espera del gran acuerdo, el que cambiaría todo, el de los Presupuestos.
La sensación instalada en sectores de izquierda de que el Gobierno tiene cada vez más problemas y podría no terminar la legislatura es la más dañina para Sánchez, y por eso él insiste en todo momento en que “hay Gobierno para rato”. Este escándalo no ayuda a consolidar esa idea, pero el Ejecutivo confía en poder gestionarlo y sobre todo reivindica que se ha actuado rápidamente con tolerancia cero. Una vez más, todo depende de la capacidad de recuperación del Gobierno, y de unos Presupuestos en los que cada vez hay más en juego.