Armas de guerra y abandono en las Tres Mil Viviendas

El alcalde de Sevilla se reúne el jueves con el subdelegado del Gobierno para abordar el incremento de la violencia en una barriada entre cuyos vecinos crece el miedo y la sensación de abandono

Control de la Policía Nacional en la calle Orfebre Cayetano González, en el Polígono Sur de Sevilla.PACO PUENTES

En las Tres Mil Viviendas lo extraordinario se ha convertido en algo normal: caminar por aceras repletas de basura, cocinar en la calle por los cortes de luz, hasta escuchar los tiroteos entre clanes por reyertas familiares o asuntos de droga… Pero la ráfaga de disparos que se sucedió la noche del sábado, algunos procedentes de armas de asalto, sí ha sido percibida como excepcional entre sus vecinos, quienes han pasado del...

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En las Tres Mil Viviendas lo extraordinario se ha convertido en algo normal: caminar por aceras repletas de basura, cocinar en la calle por los cortes de luz, hasta escuchar los tiroteos entre clanes por reyertas familiares o asuntos de droga… Pero la ráfaga de disparos que se sucedió la noche del sábado, algunos procedentes de armas de asalto, sí ha sido percibida como excepcional entre sus vecinos, quienes han pasado del estupor inicial al miedo por las consecuencias que la refriega podría haber alcanzado. “Lo del fin de semana me ha dejado fuera de juego, la verdad es que estoy asustada”, cuenta una vecina de 50 años que lleva toda la vida viviendo en esta barriada sevillana, mientras atraviesa la calle Don Juan Tenorio, paralela a donde la Policía Nacional intervino el fin de semana una de las armas y munición usadas en el altercado

Ella escuchó los disparos en casa de su madre, “que vive en la zona peor”. A lo largo de la tarde ya habían oído otro tiroteo, “pero el ruido era distinto”. Los vídeos del incidente muestran un escenario más propio de una ciudad en guerra que el de la barriada más pobre de España. La Policía Nacional empezó a recibir llamadas de alerta y hasta allí se desplazaron varios patrulleros. No hay información oficial sobre lo sucedido, ni tampoco han trascendido detenciones. Los vecinos hablan de un vuelco —robo de droga― entre clanes. Hasta el momento se ha incautado al menos un arma, cuyo modelo tampoco se precisa, y munición, tras el registro de una vivienda, y se han recopilado cartuchos de escopeta y casquillos del calibre 9 milímetros, utilizados por armas cortas, y de 7,62, empleados para armas de guerra.

Control de la Policía Nacional, este martes en el Polígono Sur de Sevilla.PACO PUENTES

La investigación continúa y con ella el despliegue de efectivos, perfectamente visible en las calles donde se produjo el tiroteo, en la zona de Los Verdes (por el color de sus fachadas). Y es a esa presencia policial, acompañada de medidas de seguridad contundentes y efectivas, a la que han apuntado los políticos como solución a los problemas de violencia y delincuencia en el Polígono Sur. “Si no se producen actuaciones policiales concretas, el problema no tiene solución”, aseguró ayer el alcalde de Sevilla, el popular José Luis Sanz.

Sanz insistió en que faltan agentes de la Policía Nacional en la capital andaluza, el argumento que despliega siempre que se producen incidentes de seguridad en la ciudad. El jueves se reunirá con el subdelegado del Gobierno en la provincia, Francisco Toscano, para “analizar los problemas de seguridad ciudadana que se están produciendo en las Tres Mil Viviendas”. A esa reunión también asistirá el comisionado para el Polígono Sur, Jaime Bretón, que ha reclamado un plan de seguridad para el barrio.

“Ese plan pasa por una mayor presencia de la Policía Nacional por las noches y los fines de semana; controles más permanentes a vehículos que portan armas; inspecciones de armas con autorización judicial en viviendas de personas con antecedentes por tráfico de droga para que los clanes no tengan sensación de impunidad”, resume Bretón las líneas maestras de ese plan. Es consciente de que hay limitaciones de efectivos y de que hay otros barrios problemáticos, además de los múltiples eventos que se desarrollan en el centro, que demandan de atención policial, pero es claro: “Ante circunstancias excepcionales, hay que dar respuestas excepcionales”.

Un helicóptero de la Policía Nacional sobrevolaba este martes las Tres Mil Viviendas, Sevilla.PACO PUENTES

Fuentes de la Subdelegación del Gobierno ponen el énfasis en que el problema de las Tres Mil Viviendas no es exclusivo de seguridad, defienden el incremento de dotación policial en la provincia y la disminución de la criminalidad en la capital andaluza en el último trimestre. Insisten en abordar también de manera coordinada entre las tres administraciones —Gobierno, Junta y Ayuntamiento― cuestiones relacionadas con el empleo o el urbanismo.

Mientras las administraciones diluyen su responsabilidad por el fracaso generalizado de las intervenciones en el Polígono Sur en las dos últimas décadas, la sensación de abandono crece entre sus vecinos. “Para nosotros es lamentable lo que ocurre por la descoordinación de las instituciones”, subraya Rafael Pertegal, presidente de la Asociación de Vecinos Martínez Montañés, una de las entidades que más ha alzado la voz sobre la inseguridad en la barriada. “A esta situación no se debería llegar nunca. Ahora que ha pasado el tiroteo no paran de pasar coches patrulla, pero esto tiene que ser algo continuo”.

Pertegal culpa a las administraciones de que los clanes ejerzan el control sobre las calles de su barrio. “Aquí nace una criatura y lo que mama, con lo que crece, es con este ambiente, esa es la enseñanza que recibe desde niño y esto lo han permitido todas las administraciones desde hace años”, se queja. “Aquí solo viene la policía cuando hay tiroteos, la compañía eléctrica cuando sale ardiendo un grupo electrógeno. Si yo como ciudadano tengo que cumplir con mis obligaciones, pero no se me exigen, al final no las cumplo”, dice en referencia a la proliferación de narcopisos. “Aquí abiertamente no podemos denunciar”, reconoce aludiendo a las amenazas que reciben, “pero se pueden realizar anónimamente, aunque si vemos que la administración nos abandona, para qué vamos a colaborar”, se lamenta.

“Esto cada vez está yendo a peor, es una pena que los niños, que las mujeres mayores tengan que estar asustados”, corrobora Alonso de los Reyes Martínez, mientras observa una partida de dominó en la Asociación de Vecinos La Solidaridad. El incremento del cultivo de marihuana en las viviendas de la barriada explica, entre otras cosas, el uso de las armas de guerra. “Cada vez tienen que proteger más mercancía de más personas y eso hace que sofistiquen sus medios para amedrentar a los clanes rivales con más fuerza”, explica Ángel Becerra, portavoz del Sindicato Unificado de Policía en Sevilla. “A eso se une la facilidad para adquirir este tipo de armas en el mercado negro”, abunda. La mayoría de estos fusiles de asalto provienen del norte de África y de Europa del Este, donde la guerra de Ucrania ha impulsado su circulación, coinciden varias fuentes.

Tanto desde el comisionado, como de la Subdelegación y los cuerpos y fuerzas de seguridad se reconoce que lo usual es incautar armas cortas o escopetas de caza, y que no hay constancia de la proliferación de fusiles de asalto. Pero ante la evidencia de su existencia —se han interceptado en alguna otra ocasión― los agentes de la Policía Nacional han reclamado un refuerzo en los equipos de seguridad para garantizar su protección y un incremento de la plantilla. “Para tener una función disuasoria hay que estar presente de manera permanente”, señala Becerra.

De momento, la Policía Local, que denuncia que no está preparada ni equipada para enfrentarse a este tipo de armas, ha conseguido un cambio en el protocolo de acompañamiento de los servicios públicos que operan en el barrio, en especial el de limpieza, habitualmente escoltado por dos coches patrulla. El alcalde ha confirmado que en las próximas semanas será la Policía Nacional quien escolte a los operarios de limpieza y al resto de empleados municipales en la zona del tiroteo.

“No solo es necesaria la seguridad, los servicios, la presencia municipal es esencial para dar una sensación de atención y normalidad”, sostiene Josefa Cuesta, responsable del centro de personas sin hogar que la Fundación Atenea tiene frente al centro de salud del Polígono Sur. “Aquí solo viene el alcalde o la policía cuando hay elecciones u ocurren desgracias”, señala Pertegal. “Yo no entiendo de clanes, entiendo de abusos y es una pena que aquí se criminalice a todo el barrio cuando hay mucha gente buena que solo quiere trabajar y vivir lo menor posible, pero pagamos justos por pecadores”, sostiene De los Reyes.

Una pareja de 20 años se cruza con la vecina de 50. Vienen de ver el dispositivo policial: “Lo del sábado da miedo, en cualquier momento una bala perdida te puede dar a ti, ahora hay policía y hablan de nosotros y de cómo mejorar para dejar de ser el barrio más pobre, pero la semana que viene volverán al olvidarse”.

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