Miguel Tellado, látigo y escudo
El portavoz parlamentario del PP vuelve a estar bajo los focos tras exhibir en el Congreso un cartel con los rostros de 12 víctimas socialistas de ETA. “No es Cristiano Ronaldo, tampoco Messi, pero será el Iniesta del partido”, lo presentó Feijóo en Galicia en 2016
Ocurrió en Cee (A Coruña) durante la campaña de las elecciones generales de 2019. Allí, en un mitin, el entonces secretario general del PP gallego, Miguel Tellado, pidió a los asistentes que metiesen la mano en los buzones de sus vecinos para robar las papeletas de Vox. “Quiero invitaros a que metáis la mano, ahora cuando lleguéis a casa, en el buzón de vuestros vecinos y cojáis los sobres de la bandera de España, que los abráis y los tiréis con el sobre, y tiréis esas papeletas al cubo de la basura. Estaréis haciendo lo mismo que si vuestros vecinos usasen esas papeletas el domingo para ir a ...
Ocurrió en Cee (A Coruña) durante la campaña de las elecciones generales de 2019. Allí, en un mitin, el entonces secretario general del PP gallego, Miguel Tellado, pidió a los asistentes que metiesen la mano en los buzones de sus vecinos para robar las papeletas de Vox. “Quiero invitaros a que metáis la mano, ahora cuando lleguéis a casa, en el buzón de vuestros vecinos y cojáis los sobres de la bandera de España, que los abráis y los tiréis con el sobre, y tiréis esas papeletas al cubo de la basura. Estaréis haciendo lo mismo que si vuestros vecinos usasen esas papeletas el domingo para ir a votar, y de esa forma le ahorraréis un disgusto a nuestro país”, dijo. Horas después se excusó: fue un “recurso metafórico”, “un chiste”.
Fue más noticia la aclaración que el discurso, porque Miguel Ángel Tellado Filgueira (Ferrol, 1974) no acostumbra a dar marcha atrás. El pasado miércoles, en la sesión de control del Congreso, Tellado exhibió un cartel con la imagen de 12 cargos socialistas asesinados por la banda terrorista ETA, mientras interpelaba a la vicepresidenta del Gobierno: “¿De verdad va a ser capaz de mirar a los ojos a las familias de estos cargos socialistas y explicarles que seis votos para los presupuestos merece la pena?”. Acto seguido, algunas de esas familias reaccionaron. “A ver si eres capaz de mirarme a los ojos y decirme que no volverás a usar la imagen de aita como arma arrojadiza”, le espetó en la red social X María Jáuregui, hija de Juan María Jauregui. “Menos mal que lo que diga este hombre me la refanfinfla en grado extremo. Si no, ver cómo sujeta carroñeramente una foto con la imagen de mi padre me revolvería las tripas hasta el vómito”, dijo Josu Elespe, hijo de Froilán Elespe. Rosa Lluch, hija de Ernest Lluch: “Que dejen de utilizar a los muertos, basta ya”. Sandra Carrasco, hija de Isaías Carrasco: “Sois unos sinvergüenzas”. Alguien que no era familiar de esas víctimas socialistas, Consuelo Ordóñez, hermana del secretario general del PP vasco asesinado Gregorio Ordóñez, se dirigió también al partido de Tellado, el partido de su hermano: “No podéis dar más asco”.
Un día antes, el martes 8 a las nueve de la mañana, Miguel Tellado, jefe del grupo parlamentario del PP, había reunido en su despacho a los tres diputados que firmaron la enmienda que convalida penas a presos etarras: José Manuel Velasco, Rafael Benigno Belmonte y María Jesús Moro. El escándalo a esas horas era mayúsculo y los tres pusieron el cargo a disposición del partido. “Para Tellado lo fácil era aceptar su dimisión: es un error grave y hay unos responsables”, señalan fuentes del PP. Pero Tellado no la admite, asume toda la responsabilidad y sale a dar una rueda de prensa a las 11.00. “Las preguntas se dirigen a él solo, las respuestas las da él solo, y al día siguiente elige ser él el que saca las fotos en el hemiciclo, que podía ordenarlo a cualquiera, y hace un discurso muy duro que es noticia en todas partes”, prosiguen estas fuentes. Y añaden: “Por eso estáis [EL PAÍS] haciendo este artículo sobre él y no sobre otros: porque pone el pecho para parar las balas, asume un desgaste personal tremendo, y lo hace para proteger a los de abajo, a sus diputados. Son cosas que en política no se olvidan”.
Peldaños abajo, siempre anónimamente, en el partido se censura el gesto de Tellado. “Se le fue la mano, se le suele ir”, explica una diputada. “Se pasó tres pueblos”, suelta un exdirigente popular. “Ahí se le fue la pinza”, un diputado más. ¿Qué pasa con Miguel Tellado? Hay un estilo bronco, agresivo, que fluctúa entre la red social X y el Congreso, y que ha provocado varios terremotos, no todos favorables al PP, como ha ocurrido esta semana. En Galicia, la gente que ha trabajado con él asegura que Tellado es el mismo con una diferencia importante: con el PP en la Xunta, su tono no eran tan agresivo como con el PP en la oposición al Gobierno. “Si Feijóo endurece el discurso, que lo ha hecho, él lo endurece más”, sentencia un antiguo compañero suyo que le tiene en gran estima: “Si nos amenazan con cuchillos, los pide él para salvarnos a todos, no le importa cómo queda su imagen, pone por encima al partido”. En Madrid, algunos compañeros del PP creen que está sobre todo pendiente de agradar al ala dura de la derecha mediática, que se ha dejado engatusar por los halagos de quienes piden más madera.
A Tellado —con quien EL PAÍS ha tratado, en vano, de ponerse en contacto para este reportaje— lo ascendió Alberto Núñez Feijóo a portavoz del PP gallego en 2014. Él era un diputado raso que había sido jefe de gabinete de la conselleira de Trabajo, Beatriz Mato, y después jefe de gabinete del alcalde de Ferrol, José Manuel Rey Varela. Aunque sus estudios son de Políticas, su origen profesional es periodístico: trabajó en la radio municipal de Fene, municipio feudo del BNG, desde donde atizaba al PP. La experiencia en los medios y su soltura con el discurso fue lo que animó a Juan Juncal, alcalde de Ferrol, a pedirle que le llevase la campaña municipal de 2003. Juncal era del PP y, según contó entonces, ni preguntó por las simpatías políticas de Tellado. Tampoco importaron.
También fue su soltura con los medios lo que gustó a Feijóo para ponerlo de portavoz. Su consideración creció dos años después, en 2016: “No es Cristiano Ronaldo, otros dirán que tampoco es Messi, pero será el Iniesta del PPdeG”, dijo cuando, para sorpresa de todos, lo ascendió a la secretaría general del partido en Galicia. El pasado martes, 24 horas antes de que Miguel Tellado mostrase las fotos de asesinados por ETA en el hemiciclo y sus familias lo abroncasen después, Andrés Iniesta se retiró del fútbol.
Entre la oposición circula un diagnóstico: el problema no es que Tellado haga un papel que se hizo siempre en casi todos los partidos (el del portavoz bronco que roza o cruza los límites), sino que está cómodo con él. De hecho, un enfado visible de Aitor Esteban (PNV) al salir de una Junta de Portavoces provocó un reportaje de este diario sobre lo que estaba ocurriendo en las reuniones del Congreso debido a la actitud de Tellado. “Sin cámaras es peor. Tan absurdo como incómodo”, dice a este diario Gabriel Rufián, portavoz de ERC.
Fuentes de la dirección del PP rechazan ese retrato. “Tellado está anteponiendo el prestigio de la marca pagando un coste personal. No es nuevo: estuvo Guerra, estuvo Álvarez-Cascos, estuvo Zaplana, estuvo Acebes, y recordemos que, en la [fallida] sesión de investidura de Feijóo, Sánchez rechazó replicarlo y mandó a Óscar Puente a hacer un discurso faltón y agresivo”, enumeran. “Miguel [Tellado] dice las cosas que el jefe no puede decir y encaja los golpes que el jefe no debe encajar. Ya nos gustaría citar a Cánovas en los discursos y que las sesiones fueran instructivas y amables, pero el Gobierno está haciendo lo que está haciendo y el nivel es el que es, y con eso hay que pelear. Su trabajo es proteger a Feijóo, y él protege a los de arriba y protege a los de abajo, como a los diputados de la enmienda”.
La utilización política de los muertos de ETA, sin embargo, ha dejado traspuestos a varios de los diputados a su mando. Creen que la imagen de Tellado levantando el cartel con las caras de las víctimas socialistas del terrorismo le perseguirá.