ERC y Junts se enfrentan a cara de perro en el Congreso por la financiación
Montero afirma que el pacto para Cataluña “tiene elementos de concierto” pero es un “modelo nuevo”
Juan Bravo, portavoz de Economía del PP, desplegó los más afilados aguijones de su argumentario para reprobar ante la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, el pacto sobre una “financiación singular para Cataluña”: “Golpe brutal al principio de igualdad”, “traición a los principios de convivencia”, una operación para “comprar” la presidencia de la Generalitat a cambio de “menos médicos en Andalucía y más embajadas independentistas”… Luego, tras haber escuchado a Josep Ma...
Juan Bravo, portavoz de Economía del PP, desplegó los más afilados aguijones de su argumentario para reprobar ante la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, el pacto sobre una “financiación singular para Cataluña”: “Golpe brutal al principio de igualdad”, “traición a los principios de convivencia”, una operación para “comprar” la presidencia de la Generalitat a cambio de “menos médicos en Andalucía y más embajadas independentistas”… Luego, tras haber escuchado a Josep Maria Cruset, diputado de Junts, durante el debate de este jueves en el Congreso, Bravo se atrevió a afirmar: “Creo que ha sido más duro que yo”. El representante del PP trataba de ahondar en la brecha entre el Gobierno y el partido de Carles Puigdemont, cuyo portavoz, en realidad, no había empleado términos tan hirientes como él. Pero sonó muy duro Cruset, sí. Y sobre todo dio pie a otro enfrentamiento a cara de perro entre los grupos independentistas, con tal grado de enconamiento que acabó sembrando la preocupación en las filas del Gobierno.
Fue en eso, en el nuevo choque a calzón quitado entre ERC y Junts sobre un acuerdo que se supone debería otorgar más fondos a Cataluña, donde se vivieron los momentos más mordaces de las cuatro horas y media de comparecencia de la también ministra de Hacienda. El portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, llegó a recriminar a la “derecha catalana”: “Están utilizando contra nosotros un eslogan miserable, a la altura del ‘que te vote Txapote”. Cruset replicó que sus antiguos socios emplean un “tono de chulo de barra bar” para “tapar” el verdadero alcance de los acuerdos que situaron al socialista Salvador Illa al frente de la Generalitat.
El eslogan al que se refería Rufián es la acusación de que ERC “pacta a cambio de nada” en Madrid. Desde su primera intervención, el portavoz de Esquerra lo consideró un “insulto” y sostuvo que la única razón por la que Junts combate el acuerdo es porque este lo promovió su competidor independentista. Inmediatamente tras él, subió a la tribuna Cruset e insistió: “ERC votó los Presupuestos de 2021 y 2022 a cambio de nada, de tres reuniones de la mesa de diálogo [entre el Gobierno y la Generalitat]”. En la réplica, Rufián ya se lanzó a tumba abierta: “Dejen de comportarse como los dueños de la finca. Cataluña no es una finca y nosotros no somos sus obreros”. Cruset retrucó: “Junts no forma parte de ningún bloque. Y no dejamos que nos presionen ni nos hagan la pelota”. Le faltó añadir “no como otros”, aunque el sobreentendido dejó pocas dudas.
“¿Qué es lo que no les gusta de este acuerdo?”, preguntó Rufián a sus fraternales adversarios independentistas. Y metiendo en el mismo cajón a las “derechas española y catalana”, descargó todo su sarcasmo: “Si esto lo firman ustedes, salía el señor Feijóo con una barretina en Waterloo”. Cruset dirigió cuestiones muy concretas a Montero. Le preguntó si lo acordado es un concierto económico y si contempla una financiación singular para su comunidad. La vicepresidenta contestó a lo primero: “Tiene elementos de concierto, pero es un modelo nuevo”. Sobre lo segundo, reiteró que la voluntad del Gobierno es buscar un sistema que aporte más recursos a todas las comunidades. Para ello, recordó que las reformas anteriores del sistema se pusieron en marcha precisamente a raíz de acuerdos bilaterales con Cataluña. La conclusión de Crusat era la que ya había expuesto antes de formular las preguntas: no habrá concierto ni financiación singular, sino un “café para todos”.
Junts había forzado en su día la comparecencia de Montero uniéndose a PP y Vox. Con tiempo ilimitado para intervenir, la vicepresidenta deparó, como otras veces, una torrencial demostración: comenzó con un discurso de 38 minutos y luego dedicó otros 78 a responder a cada grupo. La intervención inicial incluyó una exhaustiva crítica al PP por su falta de “lealtad” y su discurso “contra Cataluña”. Volvió sobre el reproche de que los populares están dispuestos a renunciar a más fondos para sus comunidades con tal de desgastar al Gobierno. Les afeó que enarbolen las banderas de la solidaridad y la igualdad entre territorios al tiempo que sus gobiernos regionales hacen “regalos fiscales a los ricos”. Montero insistió en su oferta al PP para abrir una negociación a dos bandas con el Gobierno. Los populares, a través de Bravo, no se descabalgaron de su exigencia: que la discusión se lleve a la Conferencia de Presidentes y al Consejo de Política Fiscal y Financiera.
Sumar, en el que habían surgido en las últimas semanas discrepancias sobre la cuestión, dejó todo su protagonismo a la representante de los comunes catalanes Aina Vidal. En consonancia con las tesis de su grupo territorial, Vidal llevó a la tribuna una cerrada defensa del acuerdo, que responde a un “punto de encuentro de toda la sociedad catalana”, e instó a Montero a “ser valiente”. Sus compañeros la aplaudieron sin aparentes disidencias. Podemos se adhirió también a la posición del Gobierno, por boca de Javier Sánchez Serna.
Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, e Idoia Sagastizabal, del PNV, defendieron el cupo vasco, negaron que sea insolidario y expresaron su respaldo a lo que se pacte con Cataluña. En cambio, Alberto Catalán, de UPN, distinguió el concierto navarro de los acuerdos con el independentismo catalán y lo justificó porque su partido es “leal” a la unidad de España. Néstor Rego, del BNG, arremetió contra el presidente gallego, el popular Alfonso Rueda, por renunciar a la quita de la deuda actuando como un “delegado servil” del PP. Vox despachó el trámite con un nuevo alegato contra el Estado de las autonomías. Su diputado Pablo Sáez denunció que “aviva el sentimiento nacionalista frente al patriotismo integrador”.