El juez procesa al coronel y otros cinco mandos de los militares ahogados en la base de Cerro Muriano

El instructor encausa al jefe del regimiento cordobés de La Reina por no supervisar un ejercicio temerario que ponía en riesgo la vida de los soldados

GRAFAND7621. CÓRDOBA, 21/12/2023.- Un vehículo militar durante los trabajos de búsqueda de dos militares desaparecidos durante una maniobras que se estaban llevando a cabo en un embalse de Córdoba, cercano a la base de la Brigada "Guzmán el Bueno" X de Cerro Muriano, por lo que también se han activado los servicios de emergencias. EFE/Salas Salas (EFE)

El juez togado militar central número 1 ha acordado procesar a la cúpula del Regimiento de Infantería La Reina, perteneciente a la Brigada Guzmán El Bueno X del Ejército de Tierra, por la muerte del cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar y del soldado Carlos León Rico el pasado 21 de diciembre mientras realizaban un ejercicio de cruce del embalse de Casa Mata, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El juez togado militar central número 1 ha acordado procesar a la cúpula del Regimiento de Infantería La Reina, perteneciente a la Brigada Guzmán El Bueno X del Ejército de Tierra, por la muerte del cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar y del soldado Carlos León Rico el pasado 21 de diciembre mientras realizaban un ejercicio de cruce del embalse de Casa Mata, en la base de Cerro Muriano (Córdoba).

En concreto, el juez ha procesado al capitán Ignacio Zúñiga Morillas, al teniente Jaime Tato Garrido, al sargento Alejandro Moreno Ruiz de Castroviejo, al teniente coronel José Luis Zanfaño Hidalgo y al comandante Luis Fernando Velasco Quero por dos delitos contra los deberes del servicio con resultado de muerte (equivalentes al homicidio imprudente) por la muerte de dos militares en el ejercicio y otros dos en grado en tentativa por otros dos soldados que estuvieron a punto de perder la vida y a quienes se tuvo que realizar una reanimación cardiopulmonar. Además, ha procesado al coronel Manuel Navarro González por incumplir los deberes inherentes al mando.

Este último, que se hizo cargo de la jefatura del regimiento entre el 10 y el 15 de diciembre pasados, dijo al juez, ante el que declaró como imputado, que no es su función “controlar ni supervisar los ejercicios a desarrollar por los mandos de su unidad” y “no argumentó las razones para considerar el ejercicio como rutinario y adecuado al PBI [Plan Básico de Instrucción]”, explica el auto. Sin embargo, el juez togado alega que “no se exige a este mando la supervisión in situ de los ejercicios, pero sí que examine la programación y supervise la misma, para que pueda valorar si es adecuada […] Esta supervisión y aprobación del programa sí está dentro de las atribuciones del coronel jefe del regimiento, que no cumplió con sus cometidos”.

En cambio, el instructor exonera al coronel Daniel Ángel Tostón Méndez, anterior jefe del regimiento, pues, aunque aprobó el programa de instrucción elaborado por el capitán Zúñiga, no tenía “motivos para sospechar que la práctica iba a diferir de otras realizadas bajo su mandato, la última de ellas dirigida por el mismo capitán”, en todas las cuales se cruzaba el embalse por un lugar en el que “se hacía pie” y, por ello, “no sospechó ninguna modificación, ni le pareció que supusiese una situación de riesgo”. Pese a ello, el juez mantiene la condición de investigado del coronel Tostón y del sargento Álvarez Estupiñán. De este último dice que, aunque mandaba el primer pelotón, “no se han constatado indicios de criminalidad” contra él.

Fue el 18 de diciembre, según el auto, cuando el capitán Zúñiga pidió por correo electrónico al comandante Velasco, jefe de la Plana Mayor del Regimiento, modificar el programa cambiando el “cruce táctico de río” previsto para el 22 de diciembre por un “cruce de paso de río” el día 21; y explicó al sargento Alejandro Morano que “quería que no se hiciese pie, para tener que realizar el cruce como una práctica de flotabilidad”.

El auto destaca la ausencia de medidas de seguridad en el ejercicio. En el lugar por donde debía cruzarse el embalse, de 110 metros de longitud y varios de profundidad, “no había ningún tipo de salvavidas, flotador o lancha neumática, ni personal equipado para hacer rescates en el agua. No se encontraba la ambulancia en las orillas del pantano” y, cuando fue avisada, “tardó en llegar unos 10 o 15 minutos”. Los militares que iban a realizar el ejercicio, “desconocían las características del embalse, por dónde se iba a cruzar y su profundidad, no habían realizado práctica de soltura acuática, no se les había instruido acerca del posible uso de la mochila como medio de flotabilidad, no se les había facilitado chaleco [salvavidas], ni bolsa estanca” e ignoraban “las dificultades de movilidad”, que generaba ir cargados con todo el equipamiento: botas, casco, mochila y armamento. Además, los miembros de la sección implicada en el siniestro iban sobrecargados con una mina de instrucción, “cuyo peso es superior a tres kilogramos, debido a que se habían retrasado al hacer las mochilas”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

“No se coordinó una revisión de las mochilas, ni supervisión de las mismas […], no habían realizado ninguna práctica relacionada con este ejercicio, solamente habían hecho el paso de una charca durante una instrucción física en ropa de gimnasia y por un lugar donde no era necesario nadar, ya que se hacía pie”, añade el juez

El juez califica de “descontrol y pánico” la situación que se vivió cuando los soldados se introdujeron en el agua. “El grupo comenzó animándose con palabras y gritos de apoyo, para sobrellevar el frío extremo de la temperatura del agua”, pero, ”a los pocos minutos, se produjo una situación desordenada”: las mochilas que se supone que iban a dar flotabilidad se hunden al subirse en ellas y los soldados “entran en estado de pánico, comienzan a pedir socorro, a decir que se ahogaban”. “La situación fue de auténtico caos, sobre todo porque la cuerda [tendida por el lugar por el que había que cruzar el embalse, a modo de guía], al recibir el peso de varias personas, se hundió completamente y no les auxiliaba”. El juez añade que “el capitán Zúñiga únicamente se introdujo en el agua cuando tuvo conocimiento de que el cabo Jiménez había desaparecido, desprendiéndose del equipo personal y de las botas, realizando una práctica infructuosa, cuando prácticamente ya no quedaba nadie en el agua”.

El auto da cuenta de que varios militares habían advertido de la peligrosidad del ejercicio, que uno de ellos llegó a calificar de “locura”, y relata una escena que se produjo el día anterior al accidente entre el capitán Zúñiga y el cabo Jiménez, uno de los fallecidos. Encontrándose este último tomando café con un cabo, se acercó el oficial, quien ofreció al otro cabo a cruzar el pantano, a lo que este contestó que si era necesario lo haría el primero, aunque nadie lo tomó en serio. Fue entonces cuando Jiménez dijo al capitán que “no sabía nadar”, a lo que este respondió: “Seguro que te apañas”. Cuando Zúñiga se marchó, el otro cabo aconsejó a Jiménez que no hiciese el ejercicio, pero, al verlo decidido a hacerlo, le dio consejos para reducir el riesgo.

El juez estima que la obediencia no exime de responsabilidad al teniente Tato y al sargento Castroviejo pues, “una planificación tan temeraria” del ejercicio, que ponía en peligro la vida de los soldados, “hace que la orden [del capitán] no pueda considerarse legítima”, mientras que atribuye a “la conducta omisiva del teniente coronel Zanfaño y del comandante Velasco [como jefes de la Plana Mayor del Regimiento] el permitir que el ejercicio se realizara “sin ejercer su función de supervisión y control”.

La causa la empezó a instruir un juzgado ordinario de Córdoba, pero pasó al juez militar territorial de Sevilla y, posteriormente, al juzgado togado militar central, ya que este último es el único competente para encausar a militares de empleo igual o superior a comandante.

El mismo día del accidente, el capitán Zúñiga reunió a la compañía y dijo a sus subordinados que lo ocurrido “eran cosas de la mili” y que “perder a un compañero es lo peor que podía pasar”. Finalmente, les ordenó que no hablasen con periodistas.

Sobre la firma

Más información

Archivado En