Moreno sortea el vendaval político en Andalucía

El caos en la atención primaria y en la gestión de la sequía empañan la gestión del presidente del PP, que acaba de cumplir cinco años en el cargo, que no llega a desgastarle

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, en el centro, en la feria de Turismo Fitur, en Madrid, este miércoles.David Fernández (EFE)

Los andaluces se sienten felices y creen que en Andalucía se vive mejor que en otras comunidades autónomas. No es una frase escolar. Son datos del último barómetro de la Fundación Centro de Estudios Andaluces (Centra), el llamado CIS andaluz, dependiente de la Consejería de la Presidencia, que cada trimestre testea la opinión pública de la región. Leyendo esta encuesta también podría decirse que el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, del PP, va subido en una alfombra mágica sin que ni el ventarrón del ...

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Los andaluces se sienten felices y creen que en Andalucía se vive mejor que en otras comunidades autónomas. No es una frase escolar. Son datos del último barómetro de la Fundación Centro de Estudios Andaluces (Centra), el llamado CIS andaluz, dependiente de la Consejería de la Presidencia, que cada trimestre testea la opinión pública de la región. Leyendo esta encuesta también podría decirse que el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, del PP, va subido en una alfombra mágica sin que ni el ventarrón del caos sanitario en la atención primaria ni la ventolera que asoma por una sequía que obligará, posiblemente, a cerrar el grifo le provoque el más mínimo rasguño en su popularidad. Al menos por ahora. A la par, Moreno consolida un perfil propio y diferente en el panorama nacional ampliando su álbum de fotos en el PP.

Juan Manuel Moreno cumplió el pasado día 18 cinco años al frente de la presidencia de la Junta de Andalucía sin pisar callos. No toma decisiones arriesgadas y camina la misma senda que abrieron los socialistas tras casi 37 años de gobiernos consecutivos. Así le va bien. Según el CIS andaluz, muy bien: saca una nota de 6,34 y para el 64,2% de los encuestados su gestión es muy buena o buena. Los datos que maneja el PSOE tampoco detectan ninguna pulsión de cambio que permita vislumbrar la recuperación de la Junta de Andalucía para los socialistas. De celebrarse ahora elecciones autonómicas, el PP de Moreno aumentaría su actual mayoría absoluta y el PSOE de Juan Espadas empeoraría sus resultados.

Pero en Andalucía problemas hay. Los andaluces señalan el paro (la tasa se sitúa en el 17,6%, la peor de todas las comunidades, aunque la más baja desde 2008); la atención sanitaria; y la falta de agua (que impacta principalmente en el campo y en el turismo), aunque no hay grandes manifestaciones ciudadanas más allá de las movilizaciones promovidas por los sindicatos. Esas protestas van en aumento, pero Moreno no tiene ni una arruga. ¿Por qué?

Ángel Cazorla, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada, apunta una posible explicación: “Moreno ha desactivado todas las emociones negativas. No recuerdo un régimen emocional tan favorable a alguien: no está bien visto hablar mal de Juan Manuel Moreno. Tiene un clima mediático muy a favor y esa percepción que se ha instalado termina contaminando a todos. Tiene ese halo y se mueve muy bien. Él es un hombre sereno —de hecho, utiliza con frecuencia la palabra serenidad— y ha construido un personaje en el que está cómodo, no es impostado. La pandemia le sirvió para afianzarse, se puso bajo el paraguas y todavía no lo ha soltado”.

La politóloga sevillana Ana Salazar, directora de Idus3 Estrategia, afirma: “Se proyecta como una persona normal con la que es fácil identificarse. Ha construido su liderazgo con elementos propios y ajenos, entre los que busca la asociación con anteriores líderes socialistas como Felipe González, cuya figura sigue teniendo predicamento en determinados sectores de un electorado más centrado y mayor. No corre demasiados riesgos y practica una estrategia bastante conservadora que le permite mantener el desgaste del Gobierno a raya”. Salazar también destaca el presupuesto destinado por la Junta a los medios de comunicación.

Sin romper un plato

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En cierta manera, los dirigentes socialistas también se han contagiado del “halo” del que habla Cazorla, como delatan las palabras del secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, cuando pidió a los suyos el pasado viernes que “sean capaces de dejar de ver a Moreno como alguien que no ha roto un plato”.

La oposición política (PSOE, Vox, Por Andalucía y Adelante), por ahora poco eficaz en su tarea de erosión, ha encontrado dos grietas para atacar al presidente andaluz: una es la sanidad; la otra, su dedicación a la política nacional. Espadas sostiene que el líder del PP andaluz “está en campaña a la presidencia de su partido”; y el izquierdista José Ignacio García afirma que “está más pendiente de moverle la silla a Feijóo que de Andalucía”.

Moreno niega con vehemencia cualquier aspiración nacional. “He estado 18 años en Madrid. Ya he estado en la política nacional, y no es algo que ahora mismo me seduzca. Mi sitio está en Andalucía: aquí empiezo y aquí acabo”, dijo en una entrevista a El Confidencial en septiembre del año pasado. El presidente andaluz ha puesto en marcha una estrategia que él llama “la vía andaluza” con la que pretende explorar el diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez, como en el reciente acuerdo sobre Doñana, al tiempo que aplaude la línea dura discursiva de Alberto Núñez Feijóo.

Lo hace con perfil propio y sin estridencias. Lidera la petición de sus colegas autonómicos para que Sánchez convoque la conferencia de presidentes para abordar las “necesidades de los españoles” tras los acuerdos con los independentistas. A la vez, encabeza un frente común de las regiones más perjudicadas por el modelo de financiación y rechaza sin contorsionismos las agresiones a las sedes socialistas. ¿Esta estrategia es un posicionamiento para postularse si la vía Feijóo fracasa? Él lo niega, pero no está escrito lo que pasaría en el PP si los populares pierden la Xunta, encadenan malos resultados en el País Vasco y Cataluña y ver desinflarse las expectativas en las europeas. Estos “y si...” abren muchos espacios en la política andaluza.

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