Adiós, invierno: los días cálidos se duplican en España en el mes de enero desde los años sesenta

El caso más llamativo, según destaca el autor del estudio, es el del observatorio de Barcelona-Fabra, donde se cuadruplican las jornadas calurosas al pasar de dos al mes a 11

Un gran número de personas pasea por la playa de la Malvarrosa de Valencia este miércoles, en el que se esperaba una máxima de 22 grados y el jueves, de 26.Biel Aliño (EFE)

En enero hace frío y es el mes más frío del año en España. Esta clásica afirmación que estudian todos los niños de primaria necesita ser claramente revisada en vista de los contundentes datos del último análisis del meteorólogo Roberto Granda, publicado este miércoles en eltiempo.es, que apuntan a que cada vez hace menos frío en pleno invierno en España. Granda ha comparado el número de días cálidos que se producían este mes en los años sesenta del siglo pasado con la actualidad y su conclusión es que se han duplicado y ya suponen un 25%. Pero el ejemplo “más llamativo, paradigmático y sorprendente” es el observatorio de Barcelona-Fabra, donde se cuadruplican los días cálidos al pasar de dos a 11. De todas las estaciones analizadas, este brutal incremento solo ocurre allí. A este aumento del calor diurno se suma el del calor diurno, que hace que las heladas hayan disminuido un 30% también desde los años sesenta en el conjunto de la estación y del país, según otro estudio reciente del mismo autor. Desde el martes, el país se encuentra inmersa en un nuevo episodio de calor anómalo, que disparará los termómetros 27° y los 28° en el sureste en a finales de enero.

Para Granda, entrevistado por teléfono por este diario, se trata de uno de los “análisis más contundentes” que ha realizado hasta ahora, ya que no es uno ni dos, sino “el doble” y, ante semejante rotundidad, “no cabe apelar a la variabilidad natural del clima” salvo en el caso de Izaña (Tenerife), la estación en la que se produce un descenso, de -1,2 días. Tampoco se puede explicar por el efecto isla de calor ―el incremento de la temperatura que sufren las grandes ciudades a causa de la actividad humana―, ya que “la misma tendencia, una subida clara y evidente” se produce en municipios grandes como en estaciones que están en pueblos o fuera de los términos urbanos y a más altitud.

Para empezar, el meteorólogo se ha preguntado qué se puede considerar un día cálido y, como no hay “una definición exacta”, ha situado el umbral en el percentil 80, es decir, que un día cálido sería aquel en las que las temperaturas máximas oficiales, las registradas en el sistema OpenData de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), estén entre el 20% de las más cálidas del periodo de referencia, el más reciente, que va de 1991 a 2020.

Granda ha determinado los días en los que se iguala o supera dicho umbral estación por estación, primero año a año y luego y por década, en la serie histórica, que va entre 1960 y 2022. El experto ha descartado los observatorios recientes, los que tienen lagunas en las cifras y los que han cambiado de ubicación. “Son más de 50 estaciones repartidas por todo el país, entre ellas las principales ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla”. La diferencia entre lo que ocurría en los sesenta y en la actualidad es abismal.

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“En el conjunto de España, el número de días cálidos se ha duplicado, al pasar de forma general de cuatro al mes a ocho, un incremento de un poco más del 25%”, indica Granda para quien lo grave es que “hay estaciones en las que no es que se haya duplicado, como Almería, es que se ha triplicado ―de tres a nueve―, incluso, multiplicado por cuatro, como es el caso de Barcelona-Fabra, que es el más llamativo de todos, el que más destaca”. En esta estación, que está en la sierra del Collserola, cerca del Tibidabo, también se han cuadruplicado los días muy cálidos ―percentil 90―, de uno al año a cuatro o cinco.

El aumento es “más acusado en el sur, el interior y el este”. Y especialmente “se nota mucho sobre todo en zonas altas, más que en zonas bajas”. Por ejemplo en Soria ―de cuatro días cálidos a 10―, Cuenca ―de cuatro a nueve―, Navacerrada (Madrid) ―de tres a ocho―, Daroca (Zaragoza) ―de cinco a nueve―...

Y lo peor es que es una tendencia que va a más. Desde los años sesenta, la subida estaba siendo “más o menos gradual y suave” pero, a partir de los 2000, “es mucho más acelerada, y en los últimos cuatro o cinco años, todavía más acusada”. A Granda no le sorprende en absoluto, ya que España encadenó el año pasado por primera vez su quinto invierno cálido consecutivo. Si se echa la vista atrás, hay que remontarse a la temporada de 2017-2018 para encontrar un invierno frío.

La causa es “la de siempre”: “El evidente cambio en las condiciones atmosféricas a causa de la mano del hombre en las últimas décadas, que se ha traducido en cambios en los patrones y en cambios en superficie, desde las lluvias a las temperaturas. Probablemente hay una correlación directa, hace falta un estudio, pero todo parece indicarlo”. Estos cambios en los patrones está produciendo un incremento de las situaciones estables, con dorsales muy potentes como está ocurriendo estos días, que se traducen en temperaturas más altas, necesariamente, en superficie, sobre todo en máximas”.

Las consecuencias son fatales y se producen a todos los niveles. Para empezar, los días que hace más calor obviamente es porque hace más sol, es decir, que llueve menos. Para seguir, el frío es un “limitante natural”. “Hay muchas especies animales, especialmente aquellas que suponen plagas como ratas, mosquitos y procesionaria, cuyo desarrollo se ve favorecido por un mayor calor diurno”.

Las altas temperaturas diurnas también provocan que “la circulación de la savia comience antes de lo que debería” en muchos árboles. Por ejemplo, “la poda de los viñedos en La Mancha antes se realizaba en marzo, incluso en abril, y con estas máximas para entonces las vides ya están activas”. Otro caso es el del almendro, que en Madrid florecía en marzo y ahora lo hace a principios de febrero, con el peligro de que las heladas tardías destruyan sus flores. “Es un indicativo de que algo no está bien”, sentencia. Al margen de los cultivos, afecta a toda la vegetación y la fauna. “Las estaciones alteradas, que tienen temperaturas impropias, afectan a los ciclos vitales de todos los seres vivos”, resume Granda.

Y por último, “a más temperatura, mayor evapotranspiración, es decir, más perdida de agua, tanto de embalses como del suelo” en un contexto en el que, además, llueve menos. “Que haga tanto calor para la época afecta a todo”, concluye el experto, que no entiende cómo hay tanta gente que duda del cambio climático, que “no lo quiere ver”. “Las gafas de color de rosa quedan muy bien, pero la realidad es la que es”, comenta.

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