Las dos almas de EH Bildu
El relevo de Otegi, el dominio municipal y un discurso más centrado en la política social y menos en la independencia han disparado las expectativas electorales de los abertzales, pero el vínculo con el pasado etarra sigue sin romperse
El pequeño pueblo de Otxandio, un municipio de 1.300 habitantes gobernado por EH Bildu en el corazón de Bizkaia, tiene una plaza con un frontón, una iglesia del siglo XVI, un ayuntamiento barroco con el escudo de Castilla en la fachada y dos santuarios separados el uno del otro por un puñado de metros. En el primero, en la plaza Andikona, están escritos en hierro los nombres de los 64 vecinos, entre ellos varios niños, víctimas del primer bombardeo sobre población civil en el mundo. Aunque Gernika es el más conocido, el de Otxandio se produjo antes: cuatro días después del golpe de Esta...
El pequeño pueblo de Otxandio, un municipio de 1.300 habitantes gobernado por EH Bildu en el corazón de Bizkaia, tiene una plaza con un frontón, una iglesia del siglo XVI, un ayuntamiento barroco con el escudo de Castilla en la fachada y dos santuarios separados el uno del otro por un puñado de metros. En el primero, en la plaza Andikona, están escritos en hierro los nombres de los 64 vecinos, entre ellos varios niños, víctimas del primer bombardeo sobre población civil en el mundo. Aunque Gernika es el más conocido, el de Otxandio se produjo antes: cuatro días después del golpe de Estado de Franco, el 22 de julio de 1936, durante media hora los aviones dejaron caer las bombas sobre el pueblo. El segundo ‘santuario’, detrás del ayuntamiento, es un homenaje a ETA que incluye un mural con el mapa del País Vasco y las fotografías de 225 hombres y mujeres “presos o prófugos”.
En este silencioso y empedrado pueblo al pie del Urkiola nació hace 40 años Pello Otxandiano, el nuevo candidato de la coalición EH Bildu para unas elecciones autonómicas que previsiblemente se celebrarán en la primavera de 2024 y en las que, por primera vez, la izquierda abertzale aspira a ganar.
De algunas ventanas de Otxandio cuelgan banderas con dos flechas enfrentadas junto a la palabra “etxera” (a casa). Hace un año, los colectivos de presos etarras decidieron cambiar el logotipo clásico de un mapa del País Vasco y Navarra con el que exigían el acercamiento de presos de ETA y cambiarlo por el que hay ahora. El mapa ya no es necesario porque el 92% de los presos está en cárceles vascas o navarras; la nueva estrategia se centra, por tanto, en exigir terceros grados (el régimen de semilibertad) y permisos penitenciarios. Las telas aparecen en las ventanas en una proporción similar a las banderas de España que se ven en Madrid o a las independentistas en Barcelona. O sea, de vez en cuando. Cuando llega el turno de las banderas de verdad, las oficiales, al pie del ayuntamiento gobernado por EH Bildu, hay una placa de febrero de 2014 que dice: “Hoy ha sido colocada la bandera española en el ayuntamiento de Otxandio contra la voluntad de los vecinos, porque así nos lo impone la legislación española”.
En 2011, el año en el que ETA se disolvió, Pello Otxandiano entró en política y su partido ganó con mayoría absoluta en su pueblo. Tenía por entonces 28 años y acababa de terminar el doctorado como ingeniero de Telecomunicaciones y un año de especialización en Suecia. El ayuntamiento del que formaba parte acató la orden que obliga a poner la bandera española en todos los consistorios, pero protestó con una placa en cinco idiomas.
El pasado domingo en Bilbao, Otxandiano se convirtió en el candidato de Bildu a las elecciones en el momento más dulce desde su creación en 2011, resultado de una coalición formada por Sortu (herederos de Batasuna), Eusko Alkartasuna, Herritarron Garaia y Araba Bai, entre otros. Arnaldo Otegi, el político de 65 años que militó en ETA, pasaba el testigo a un ingeniero de 40 años que se doctoró con una tesis dedicada a mejorar el algoritmo en la señales de la televisión digital terrestre. Cuando Otegi hizo el anuncio, resumió la decisión con cinco palabras: “Es mucho mejor que yo”.
Pello Otxandiano será la punta de lanza de un partido que es clave en los tres niveles de gobierno —local, autonómico y nacional— y del centro a la periferia. En Madrid, sus seis escaños permiten la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez. Más al norte, EH Bildu está a punto de hacerse con la alcaldía de Pamplona, una de las joyas de la corona para el mundo abertzale, gracias al apoyo del PSOE navarro (PSN) a la moción de censura que se votará el jueves. Y en el País Vasco es la formación política que más sube. Según la última encuesta del Gobierno vasco, logrará un resultado histórico de 25 escaños que, sin embargo, no será suficiente para gobernar si se repite el pacto actual entre el PNV y el PSOE.
El día de su unción como nuevo referente de la izquierda abertzale, Otxandiano se presentó como parte de una generación que debe dar “respuestas actualizadas a las viejas preguntas”. Lo hizo ante 2.000 simpatizantes de la izquierda abertzale durante un acto con aires de gala de los Goya en el elegante Palacio Euskalduna: actuaciones musicales, trajes largos, juegos de luces y proyecciones multimedia. Nada de encapuchados, “gora ETA” o quema de banderas españolas, sino chaquetas americanas, gafas de pasta y concierto de chelo y trikitixa para amenizar los discursos.
En una decena de entrevistas a políticos retirados, sociólogos, profesores de universidad, empresarios, militantes de la izquierda y senadores de la oposición para elaborar este reportaje, la idea que más se repite a la hora de describir a EH Bildu es que se ha vuelto un partido “práctico”. La mayoría coincide en que el éxito electoral de Bildu se apoya en tres patas. Los datos del Deustobarómetro Social, de la Universidad de Deusto, confirman oleada tras oleada que aumenta el número de vascos que se sienten más libres para hablar públicamente de política, un 61%, y el de quienes sostienen que la violencia no justifica ningún objetivo político, un 89%. En esos números radica, según estos analistas, parte del éxito de EH Bildu ya que es el partido que mejor ha sabido entender la sociedad y el momento que se vive en el País Vasco tras el fin de ETA. La segunda pata es que Bildu ha aumentado notablemente su base social al atraer a votantes no solo nacionalistas sino también de izquierdas. En consecuencia, ha captado el voto que un día tuvo Podemos, cuya irrupción en el País Vasco fue tan potente como en el resto de España, dice Imanol Zubero, de Gesto por la Paz. El tercer acierto de la izquierda abertzale ha sido potenciar el discurso de izquierdas y rebajar el componente abertzale. “Se ha volcado en causas como el feminismo, el ecologismo, la economía sostenible, la defensa de lo público… lo que le ha permitido atraer un voto nuevo no nacionalista sino vasquista”, resume el periodista Luis R. Aizpeolea.
“No hay ruptura en Bildu. Otxandiano es un hombre de confianza de Otegi, quien le encargó el diseño del programa electoral. Pero Otegi tiene su futuro político por detrás y Otxandiano por delante. Hay continuidad porque viene de Sortu, pero está limpio y no distorsiona”, dice Zubero, uno de los miles de vascos que hasta hace 12 años daba clase con escolta y ahora “solo mira debajo del coche por si hay un gato”, bromea.
Durante la etapa en la que Otxandiano formó parte del ayuntamiento, en todas las entradas al pueblo se pintó esta frase del poeta Joseba Sarrionandia: “El euskera es el único territorio libre para los euskaldunes”. Su llegada a lo más alto de la política vasca es el resultado del poder territorial en el que hasta ahora ha crecido Bildu tejiendo una red que va desde las ikastolas a las fiestas patronales. En las elecciones municipales de mayo, EH Bildu ganó en 107 de los 251 ayuntamientos del País Vasco, incluida Vitoria, y en 37 de los 272 de Navarra. Desde el próximo jueves tendrá también un alcalde en Pamplona. Según el Deustobarómetro los ayuntamientos son la institución más valorada por los vascos, por encima del gobierno autonómico. Precisamente la expansión del euskera y la inmersión lingüística es una de las obsesiones del aspirante a lehendakari.
Hay un Bildu que gestiona ayuntamientos, cierra presupuestos con superávit, abre escuelas, presenta propuestas en Bruselas, peatonaliza calles, gestiona el DNI y pone carriles bici. Y otro Bildu que mantiene vivo el discurso radical y el vínculo de una parte de la coalición — Sortu— con el pasado etarra, aunque con otro lenguaje. En junio, después de las presiones de distintas asociaciones de víctimas, EH Bildu redujo al ámbito “privado” un homenaje a Diego Ugarte, miembro del comando que asesinó al socialista Fernando Buesa y a su escolta Jorge Díez en febrero de 2000 con un coche bomba. En septiembre, sin embargo, Otegi aplaudió en redes sociales las palabras de un remero de Urdaibai que dedicó su victoria a los presos de ETA. “Lamentablemente algunos tienen un largo camino por recorrer”, dijo entonces el lehendakari, Iñigo Urkullu, del PNV. Diez días después, todos los grupos del Parlamento vasco salvo EH Bildu condenaron los homenajes a presos y miembros de ETA que se habían producido ese verano.
¿Son dos bildus? ¿Es una estrategia? “No es una estrategia. En Bildu conviven sus dos almas como también pasa en el PNV. La diferencia es que esta vez ha hecho una buena lectura de la realidad. Siempre leyeron mal la Transición, el Estatuto, el terrorismo… Esta vez han leído bien el momento que viven y frenar a la derecha es un buen pegamento”, opina Zubero. Se ha caído el mito de que solo el PNV sabe gestionar pero “Bildu terminará enfrentando tensiones”, añade. “Una es ideológica, ya que las bases comenzarán a presionar con la independencia y para profundizar en políticas de izquierdas, y la otra es de gestión. El mejor ejemplo es San Sebastián y la gestión de las basuras, que les hizo perder las elecciones”.
Moción de censura en Pamplona
La llegada de Bildu al Ayuntamiento de Pamplona el próximo jueves será la coronación a su mejor año electoral. Joseba Asiron volverá a la alcaldía como resultado de una moción de censura. Sin embargo, uno de los logros más llamativos tras las últimas elecciones fue el crecimiento de Bildu al sur de Pamplona. La mancha verde abertzale se expande desde Bilbao hasta el Ebro en municipios como Tafalla, Puente la Reina o Estella, a 48 kilómetros de Logroño. Este periódico ha tratado de recoger la opinión de los responsables de Bildu en estos ayuntamientos pero rechazaron hacer declaraciones.
Según Hedoi Etxarte, uno de los dueños de la librería Katakrak de Pamplona, la expansión de EH Bildu hacia el sur tiene que ver con una crisis de los partidos tradicionales. “En los últimos años mucha gente en el País Vasco se ha movido del abertzalismo a la izquierda; y en Navarra, de la izquierda al abertzalismo”, resume. “Bildu ha moderado su discurso para crecer en zonas que antes parecía imposible. Ahora no pide ‘la independencia’ sino el ‘derecho a decidir”, dice Ricardo Feliú, profesor de Sociología de la Universidad de Navarra. Segun él, EH Bildu combina su presencia en el tejido social con las instituciones, lo que ha dado paso a una paradoja: “UPN amenaza con salirse de la federación de municipios de Navarra [en protesta por la moción de censura en Pamplona] y eso era algo que antes solo hacía Bildu, que creó su propia red (udalbiltza)”.
Cae la lluvia en Otxandio. En el frontón, unos niños terminan de jugar a la pelota y se refugian en el estanco, en cuyo mostrador conviven el tabaco, las chucherías y la imagen de la princesa Leonor en la revista Pronto con el diario Gara. Pello Otxandiano asegura que su bisabuelo y dos hermanos de su abuela materna murieron en aquel bombardeo de julio de 1936. Aunque entre los nombres de los fallecidos grabados en la plaza Andikona no hay nadie con sus apellidos, ni Otxandiano ni Kampo, el nuevo líder de la izquierda abertzale dice que ahí comenzó su conciencia política. La plaza que recuerda la matanza de hace 87 años es un lugar cuidado, limpio y bien diseñado, con un monumento en hierro encargado a un conocido escultor. El segundo santuario, el que recuerda a los presos de ETA, es una fachada de ladrillos y con una fea valla metálica de obra donde orinan los perros.