La Audiencia Nacional condena a la célula yihadista liderada por un exrapero británico
El tribunal considera probado que Abdel Bary, encontrado muerto en prisión tras el juicio, formaba parte de un grupúsculo del ISIS que entró en patera en España
La Audiencia Nacional ha concluido que el exrapero británico Abdel-Majed Abdel Bary, hallado muerto el pasado julio en su celda de la prisión de Puerto III (El Puerto de Santa María, Cádiz), lideró una célula terrorista que buscaba implantarse en Europa, tras entrar en la Península en patera en abril de 2020 a través de Almería. El tribunal considera que existe una “multitud de pruebas” que demuestran que el fallecido, de 33 años, y sus dos c...
La Audiencia Nacional ha concluido que el exrapero británico Abdel-Majed Abdel Bary, hallado muerto el pasado julio en su celda de la prisión de Puerto III (El Puerto de Santa María, Cádiz), lideró una célula terrorista que buscaba implantarse en Europa, tras entrar en la Península en patera en abril de 2020 a través de Almería. El tribunal considera que existe una “multitud de pruebas” que demuestran que el fallecido, de 33 años, y sus dos compañeros —los argelinos Abderrezak Siddiki y Kossaila Cholluah, de 31 y 28 años— formaban parte del autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés); y que, a través de estafas bancarias por internet, habían comenzado a “financiar” sus actividades ilegales, que pretendían continuar tras desembarcar en España.
Los magistrados rechazan así la teoría de los tres acusados, que durante el juicio alegaron que eran unos simples inmigrantes y que habían coincidido en la patera en las costas de Almería. “Esa tesis es insostenible”, recalca la sentencia, fechada el 3 de octubre y a la que tuvo acceso EL PAÍS, que añade: “No son inmigrantes al uso. Lo desdice el poder adquisitivo que tienen”.
El tribunal ha declarado extinguida la responsabilidad penal de Abdel Bary debido a su muerte —las causas aún no se han aclarado, según la defensa—; y condena a Siddiki y Cholluah a siete y seis años de cárcel, respectivamente, como avanzó El Confidencial. A Siddiki se le castiga con un año más porque, además del delito de integración en organización terrorista, se le atribuye otro de falsedad documental, ya que se le intervino un pasaporte falso.
Como desveló EL PAÍS, la Policía capturó a Abdel Bary y a sus dos compañeros en Almería, el 20 de abril de 2020, cinco días después de desembarcar en territorio español, tras seguir el rastro que dejaron en aplicaciones móviles para pedir comida a domicilio. Por aquella época, los servicios de inteligencia habían comunicado sus sospechas de que, junto a otras personas, el exrapero podría intentar acceder a la Península y que, con el país confinado entonces por la pandemia de coronavirus, podría recurrir a las vías de entrada de inmigrantes. Una tesis que resultó acertada. Siddiki precisó que, tras salir de Argelia, desembarcaron cerca de San José, en la zona del Cabo de Gata. Después, se ocultaron hasta su arresto.
Los investigadores mantenían bajo el radar al británico desde mucho antes. Hijo de Adel Abdelmajed Abdelbary, un histórico terrorista de Al Qaeda extraditado a EE UU por participar en los atentados contra las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania en 1998, Abdel Bary había nacido en Egipto, pero creció en Reino Unido. Allí emprendió una modesta carrera en el rap británico bajo el nombre artístico de L Jinny, que dejó atrás en 2013 para viajar a Siria. Según considera probado la Audiencia Nacional, siguió así los pasos de su padre y se sumó al radicalismo islamista. “Se trasladó a Siria para combatir a favor del Estado Islámico. Se integró en el Ejército de Al Furqan, para acabar en el Daesh”, reza la sentencia.
Los jueces añaden que, entre las pruebas contra el fallecido, se encuentran mensajes que él mismo fue colgando en las redes sociales, donde “exponía su radicalismo religioso salafista” y “llamaba a la Yihad y a la lucha armada”. “En agosto de 2014, realiza la publicación de una fotografía de él mismo sosteniendo la cabeza de una persona en una plaza de Raqqa (Siria)”, aseveró la jueza instructora María Tardón en un escrito del sumario. La Policía lo consideraba como un “violento” foreign fighter (combatiente extranjero) y se le llegó a señalar como uno de los yihadistas más buscados de Europa. En España, tras su detención, fue recluido en una celda de aislamiento.
El tribunal explica que Abdel Bary abandonó Siria en 2015 para trasladarse a Turquía, donde vivió hasta desplazarse a Argelia. Allí “entra en contacto” de nuevo con Siddiki y Cholluah, “a los que ya conocía con anterioridad por su vinculación con el Estado Islámico”. Los jueces consideran probado que, entonces, los tres ponen en marcha varias estafas bancarias a través de internet, —mediante el sistema conocido como carding, un uso no autorizado de números de tarjetas de crédito—, “lo que les permite financiar sus actividades terroristas”. “Así, obtuvieron recursos para formar el grupo, acceder a Europa, pagar el viaje a España, alquilar varias viviendas en Almería, acceder a comida (de restaurante), e incluso comprarse un ordenador y otros objetos”, afirma la sentencia.
Según los magistrados, aunque no se les ha podido vincular con “con ninguna actividad terrorista lesiva concreta” debido a la “pronta actuación de la Policía”, todos los indicios hacen pensar que pretendían financiar “algo no lícito”. Las fuerzas de seguridad mantienen que buscaban “cometer cualquier tipo de acción relacionada con su militancia terrorista o, cuando menos, recabar apoyo local para viajar” por Europa. Según la Fiscalía, “su objetivo final era consolidar un califato islámico regido por el Corán y la sharía [ley islámica]”.
El juicio contra la presunta célula yihadista quedó visto para sentencia el 14 de julio. Ante el tribunal, los tres acusados defendieron su inocencia y rechazaron su vinculación con grupos extremistas. “Mi familia y yo mismo hemos vivido en Reino Unido por más de 30 años. He adoptado por completo el estilo de vida occidental [...] Creo en la libertad de credo. Y respecto al ISIS o Al Qaeda, mi sentimiento es de odio. No estoy de acuerdo con su ideología ni con sus acciones”, alegó Abdel Bary, que negó igualmente haber viajado hasta Siria para integrarse en el ISIS —según él, se desplazó por labores humanitarias—. “Los [yihadistas] son como los etarras aquí en España. No creo en ellos”, remachó Kossaila Cholluah.
Días después de finalizada la vista, se halló a Abdel Bary muerto en su celda de la cárcel de Puerto III, en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde se encontraba en prisión provisional a la espera de conocer su sentencia. Fuentes penitenciarias detallaron que el cadáver no presentaba señales de violencia.