Hallado muerto en su celda el exrapero británico juzgado por yihadismo este julio

El presunto terrorista Abdel-Majed Abdel Bary se encontraba pendiente de conocer la sentencia de la Audiencia Nacional, donde defendió su inocencia

Abdel Bary, durante su declaración en el juicio de la Audiencia Nacional, el pasado 12 de julio.

Abdel-Majed Abdel Bary, el exrapero británico juzgado este julio en la Audiencia Nacional por viajar presuntamente a Siria para combatir en las filas del autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), ha sido hallado muerto este miércoles en su celda de la cárcel de Puerto III, en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde se encontraba en prisión provisional a la espera de conocer su sentencia, según han confirmado fuentes ju...

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Abdel-Majed Abdel Bary, el exrapero británico juzgado este julio en la Audiencia Nacional por viajar presuntamente a Siria para combatir en las filas del autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), ha sido hallado muerto este miércoles en su celda de la cárcel de Puerto III, en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde se encontraba en prisión provisional a la espera de conocer su sentencia, según han confirmado fuentes jurídicas y penitenciarias, que han precisado que las causas del fallecimiento aún se desconocen. Fuentes penitenciarias afirman que el cadáver no presentaba aparentes signos de violencia.

Según han indicado fuentes de su defensa, ya se ha informado a la familia —que quiere pedir que se le practique una autopsia privada, más allá de la oficial— y su hermano ha explicado que llevaba seis días sin hablar con él.

Este 14 de julio, la Audiencia Nacional dejó visto para sentencia el juicio celebrado contra Abdel Bary, un antiguo rapero de 33 años que firmaba canciones con el alias de L Jinny y que, en 2013, dejó atrás Reino Unido para viajar a Siria. Según los servicios de inteligencia y la Fiscalía, el presunto yihadista se unió allí a las filas del ISIS como foreign fighter (combatiente extranjero), hasta que abandonó el país asiático en 2015. Después, en abril de 2020, fue detenido en Almería junto a los argelinos Abderrezak Siddiki y Kossaila Cholluah, de 31 y 27 años respectivamente, que también se sentaron en el banquillo de los acusados. Según relataron ellos mismos, los tres entraron en patera a España, aprovechando las vías de llegada irregular de inmigrantes.

Las fuerzas de seguridad mantienen que los tres habían formado una célula yihadista que pretendía “cometer cualquier tipo de acción relacionada con su militancia terrorista o, cuando menos, recabar apoyo local para viajar” por Europa. La Fiscalía explica que, entre otras tareas, se dedicaban a la búsqueda de “financiación de sus actividades terroristas”, incluso mediante estafas bancarias. “Su objetivo final era consolidar un califato islámico regido por el Corán y la sharía [ley islámica]”, expuso el ministerio público en su escrito de acusación, donde pedía nueve años de cárcel para Abdel Bary; ocho para Seddiki (al que encontraron un pasaporte falso); y siete para Cholluah.

Abdel Bary, que permanecía en prisión provisional desde su arresto en 2020, negó todas las acusaciones durante el juicio. “No es cierto lo que se dice. Yo no viajé a Siria para proteger el islam, ni para combatir. Viajé por razones humanitarias”, se defendió el 12 de julio ante el tribunal. “Mi familia y yo mismo hemos vivido en Reino Unido por más de 30 años. He adoptado por completo el estilo de vida occidental [...] Creo en la libertad de credo. Y respecto al ISIS o Al Qaeda, mi sentimiento es de odio. No estoy de acuerdo con su ideología ni con sus acciones”.

Nacido en Egipto, aunque criado en Reino Unido, Abdel Bary había permaneció durante años bajo el radar de las fuerzas de inteligencia. Los agentes lo consideran un “violento” radical y se le llegó a señalar como uno de los presuntos yihadistas más buscados de Europa. Es hijo de Adel Abdelmajed Abdelbary, un histórico terrorista de Al Qaeda extraditado a EE UU por participar en los atentados perpetrados contra las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania en 1998. En una de sus resoluciones, la juez María Tardón apunta que subió a las redes sociales en 2014 “una fotografía de él mismo sosteniendo la cabeza de una persona en una plaza de Raqqa (Siria)”. Los agentes lo identifican en varias imágenes colgadas en internet con “fusiles de asalto tipo Kaláshnikov o ametralladoras”.

Sin embargo, Abdel Bary lo negó todo en el juicio, a preguntas de su abogado, Álvaro Durán: “Yo nunca he estado en Raqqa [...] Yo no soy el de esas imágenes”, subrayó en el juicio, donde remarcó que, en esas instantáneas, no se ve la cara de las personas que aparecen: “Yo no sé quién es. Ni sé si las armas son reales o no. No entiendo cómo pueden asumir que sean reales”. Según dijo, el fue a Siria a desarrollar labores “humanitarias”, y ayudó a la población afectada por la guerra y montó una cafetería en Atma, una población cercana a la frontera con Turquía y donde se levantó un campo de refugiados.

Según la Policía, imágenes de Abdel Bary subidas a sus redes sociales donde "porta fusiles de asalto tipo 'kalashnikov' o ametralladoras".

Como desveló EL PAÍS, la Policía capturó a Abdel Bary y a los otros dos acusados en Almería el 20 de abril de 2020, tras seguir el rastro que habían dejado en aplicaciones móviles para pedir comida a domicilio. Los servicios de inteligencia habían comunicado sus sospechas de que el grupo intentaría acceder a la Península y que, con el país confinado por la pandemia de coronavirus, podría utilizar las vías de entrada de inmigrantes. Durante su declaración en la vista oral, los tres insistieron en que no comparten el ideario yihadista.

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