Una operación de siembra y riego de nueve meses

Yolanda Díaz reivindica la duda y el tiempo que ha tardado en anunciar su candidatura: “No se me comprendió”

Yolanda Díaz, en el centro, junto a Ada Colau y Mónica García, este domingo.Samuel Sánchez

Reivindicar la duda. Eso es lo que ha hecho la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, segundos antes de anunciar este domingo que sí, que da el paso, que quiere ser “la primera presidenta de España” con el apoyo de Sumar, sin que esta plataforma tenga aún la corporeidad de formación política inscrita en el registro de partidos, de agrupación electoral o del formato que finalmente se acuerde. Hac...

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Reivindicar la duda. Eso es lo que ha hecho la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, segundos antes de anunciar este domingo que sí, que da el paso, que quiere ser “la primera presidenta de España” con el apoyo de Sumar, sin que esta plataforma tenga aún la corporeidad de formación política inscrita en el registro de partidos, de agrupación electoral o del formato que finalmente se acuerde. Hace nueve meses, después de otros tantos que precedieron al anuncio de abrir “un período de escucha”, en una calurosa tarde de julio, empezó en Madrid lo que ha culminado también en la capital de España.

Al reivindicar la duda —“Yo dudo mucho”— ha querido transmitir que, el verano pasado, la decisión de presentarse como candidata de un proyecto que trascendiera a Unidas Podemos no estaba tomada. Cierto o no, lo real es que desde entonces se ha dedicado a recorrer todas las comunidades autónomas, a formar grupos de apoyo que han sostenido su proceso, organizativa y económicamente. Al mismo tiempo, centenares de expertos de todos los campos y disciplinas han trabajado desinteresadamente en nutrir el cuerpo teórico del proyecto que representará Yolanda Díaz, abierto en breve a la discusión de las organizaciones que con claridad se han decantado por estar con ella. Las ironías, caricaturas y las dudas sobre cómo iba ese proceso de escucha anunciado por Díaz han circulado estos meses, con cierta justificación, pero ella seguía en la tarea de explorar y ganar complicidades.

Se ha tomado su tiempo —“no se me comprendió”—, ha reconocido en su presentación en el polideportivo Magariños de Madrid. Y ha constatado que en España hay ilusión y expectación por un nuevo espacio que “ensanche la democracia”: con nuevos derechos, con nuevas políticas de ecologismo y desarrollo sostenible; junto a una ambiciosa apuesta para los jóvenes, para los mayores, para el fortalecimiento del sindicalismo, para el respeto y reconocimiento de la diversidad territorial de España…. La certeza de que España debe dar un salto en todos los ámbitos, aunque no se parte de la nada.

Díaz no ha caído en el adanismo de que este país es un erial, en el que todo está por hacer. Pero sí que hay peligros que acechan (aquí y en todas partes) por parte de regímenes y movimientos populistas. Su proyecto reivindica en el mismo plano la libertad y la igualdad. Y las personas que la acompañaron y tomaron la palabra pudieran ser el paradigma de su proyecto: un joven veinteañero extremeño; una propietaria valenciana de un pequeño establecimiento de comestibles que ha puesto en marcha paquetes de alimentos con precios muy ajustados; y una líder sindical murciana. Junto a ellos, Díaz estuvo flanqueada por la poeta y escritora nicaragüense Gioconda Belli y la exdiputada socialista Carla Antonelli, cuya baja del PSOE cursó hace pocos meses por discrepancias insalvables con la ley trans. El discurso de ambas puso en pie al auditorio.

No será posible encontrar una referencia directa de Yolanda Díaz a Unidas Podemos, pero sí la declaración de que ella “no es de nadie”. Tampoco Sumar. No va a aceptar que le exijan adhesiones, ni tampoco que le reclamen deudas. Solo con esas apreciaciones ya se da por supuesto que las bases de negociaciones con Unidas Podemos parten de premisas contrapuestas. El anterior líder de Unidas Podemos, y referente central actual, Pablo Iglesias, la eligió como candidata electoral y la convirtió en la cabeza visible de UP dentro del Gobierno de coalición. Pero esos hechos no la van a apartar de su camino de liderar un proyecto mucho más amplio que el que representa Podemos. Se le queda corto para afrontar el salto que necesita España.

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