LA CRÓNICA

El PSOE se encomienda a su gestión

Los barones socialistas confían en la marca y el perfil personal de alcaldes y presidentes para sortear el ‘efecto Feijóo’

La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez y el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, el 2 de septiembre en Mérida.Jorge Armestar (Europa Press)

Cuando el próximo sábado los presidentes autonómicos, los líderes territoriales, la máxima representación de los alcaldes, la ejecutiva federal y su secretario general y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reúnan en Zaragoza, el ambiente será de preocupación, pero no de pánico. El Consejo Político Federal del PSOE, presidido por el líder socialista andaluz, Juan Espadas, tiene mucho sobre lo que debatir y, sobre todo...

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Cuando el próximo sábado los presidentes autonómicos, los líderes territoriales, la máxima representación de los alcaldes, la ejecutiva federal y su secretario general y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reúnan en Zaragoza, el ambiente será de preocupación, pero no de pánico. El Consejo Político Federal del PSOE, presidido por el líder socialista andaluz, Juan Espadas, tiene mucho sobre lo que debatir y, sobre todo, mucho que escenificar. El efecto Feijóo, traducido en las encuestas como la primacía electoral del PP sobre el PSOE, no está aún para los socialistas en el capítulo de los designios inevitables. No lo aceptan los alcaldes y presidentes autonómicos socialistas. La marca, la gestión individual de los gobiernos y el perfil personal y político de los gobernantes municipales y regionales justifican la ausencia de derrotismo. Esta es la visión generalizada de numerosos interlocutores regionales, locales y autonómicos consultados Todos aluden, no obstante, a que la dureza del invierno, con sacrificios y restricciones, puede arrastrarlos a la derrota.

Comunidad a comunidad, la expectativa de victoria del PP en elecciones generales, reflejada en todas las encuestas, y en la última de 40db. para EL PAÍS, del lunes pasado, entra en el terreno de los matices. La suma de bloques será necesaria salvo excepciones, en las que los socialistas solo pueden gobernar si obtienen mayoría absoluta, al no haber compañeros de viaje con los que sumar. Lo consiguieron hace cuatro años Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, y Guillermo Fernández Vara en Extremadura. Con cautela, ven posible repetir. En las cuentas del PP se suele excluir a Extremadura y a Castilla-La Mancha, cuando la conversación no es pública, aunque siempre invocan la gran esperanza de que la erosión del Gobierno central, a la que se van a dedicar con ahínco, genere un efecto general de castigo a todo aquel que sea de la familia ideológica de Pedro Sánchez.

Los antecedentes sirven al PP para establecer paralelismos de desastres del PSOE. En 1995 los socialistas se despeñaron en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos y en 1996 perdieron el Gobierno de la nación. Locales y autonómicas anticipan el cambio, reiteran en las filas populares. Ese automatismo no es sostenido por ahora por sociólogos y expertos en demoscopia, aunque tampoco lo excluyen. En una situación de total incertidumbre sobre el devenir económico de España, de toda Europa y de buena parte del mundo, prever el grado de enojo, de desesperación o de frustración de los ciudadanos es harto difícil. Tampoco está escrito quién será el blanco del descontento. Los economistas más reputados avisan de que la economía de guerra se va a instalar en Europa ante la carestía imparable de la vida cotidiana y las restricciones energéticas. Desde el Gobierno la obsesión se centra en proteger al máximo a quienes más lo necesitan, que son la mayoría, ante el aumento de los precios. ¿Responsabilizarán los votantes a sus presidentes autonómicos y hasta a sus alcaldes por las consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania y los demoledores daños colaterales? Presidentes y alcaldes quieren creer que no. La conversación con los líderes autonómicos y sus entornos conduce a la gestión de cada uno de ellos.

El comienzo se sitúa en la gestión de la pandemia, cuando necesariamente estuvieron a pie de obra. La mayoría defiende que los ciudadanos han valorado el esfuerzo de todos ellos, sean del color que sean. En Aragón, el presidente socialista, Javier Lambán, anota en el haber logros como el aumento de las exportaciones de la región y la instalación de nuevas empresas. Alcaldes como el de Alcañiz, el sociólogo Ignacio Urquizu, con un creciente activismo en terrenos antes ajenos a los ayuntamientos, ayudan a que la marca del PSOE no tenga que esconderse. Nadie duda en el PSOE de que el alcalde de Vigo, Abel Caballero, presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, volverá a ganar con holgura, así como otros ediles muy consolidados. Siglas, gestión y perfil personal.

No admiten los socialistas valencianos ni la dirección federal del PSOE que la comunidad valenciana, presidida por Ximo Puig, pueda darse por perdida en beneficio del PP. De nuevo se invoca a la persona, Puig, y a la gestión, al igual que ocurre con Fernández Vara y Page. En los apoyos para sumar una mayoría estará el problema de la Comunidad Valenciana, y lo mismo ocurrirá en las Islas Baleares. La presidenta, Francina Armengol, y su equipo creen que la labor hecha —y la que queda hasta las elecciones— es palpable. El problema pueden ser los socios y, singularmente, la debilidad de Podemos. En Canarias los socialistas resaltan la solidez de su presidente, Ángel Víctor Torres. El asturiano Adrián Barbón cree que hay razones para que los ciudadanos vuelvan a colocar a los socialistas en el Gobierno. Barbón es otro líder del que Ferraz presume, tanto como de la presidenta navarra, María Chivite, a pesar de sus accidentados comienzos por pactar con Geroa Bai. El apoyo continúa, siempre con referencia a la gestión. No dan por perdida La Rioja, presidida por Concha Andreu, que llegó al Gobierno autonómico tras 24 años de mayorías del PP.

El resultado no lo pueden prever en el aparato de Ferraz pero sí que no habrá trifulcas internas. Los líderes territoriales, con sus peculiaridades diferenciales, no son capaces aún de definir si el Gobierno central beneficia o perjudica. No quieren, eso no, que la política vuelva a entrar en tensión por demandas independentistas de Cataluña. No prevén que ocurra. El diálogo con el Govern se reanudará, pero despacio, y con el no por delante a la amnistía y al referéndum de autodeterminación.

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