El debate, la última bala de la izquierda
Moreno descuenta los días y cree que basta con no cometer errores. Espadas, Nieto y Rodríguez están obligados a arriesgar. Vox echa el resto con la líder de la ultraderecha italiana en Marbella
―¿Pero tú crees que se puede hacer campaña en junio en Andalucía? Si vamos por los pueblos y la gente no sale de sus casas porque hasta que no cae la tarde es imposible. Moreno sabía muy bien lo que hacía. Ha matado la campaña.
Así se quejaba un dirigente socialista andaluz el pasado sábado, poco después de lograr lo que en estas condiciones parece un milagro: juntar a 3.000 personas en Cártama (Málaga) a mediodía, cubiertas por unos toldos, en plena ola...
―¿Pero tú crees que se puede hacer campaña en junio en Andalucía? Si vamos por los pueblos y la gente no sale de sus casas porque hasta que no cae la tarde es imposible. Moreno sabía muy bien lo que hacía. Ha matado la campaña.
Así se quejaba un dirigente socialista andaluz el pasado sábado, poco después de lograr lo que en estas condiciones parece un milagro: juntar a 3.000 personas en Cártama (Málaga) a mediodía, cubiertas por unos toldos, en plena ola de calor. La intervención de Pedro Sánchez y el éxito de convocatoria, el mayor de toda la campaña, es un chute de energía para un PSOE andaluz que durante casi 40 años fue una imbatible maquinaria electoral y ahora ha sufrido para ponerse en marcha, aunque está echando el resto en la recta final. El debate de este lunes en Canal Sur, el segundo y último, es seguramente la última bala de los socialistas y de la izquierda a su izquierda para evitar que el triunfo del PP que vaticinan las encuestas se materialice.
“La verdad es que fue casualidad esto de la fecha. No lo teníamos pensado. No habíamos calculado que hiciera tanto calor”, dice un miembro de la cúpula del PP andaluz mientras sonríe de forma pícara, poco después de terminar otro gran mitin, el más importante, ese mismo sábado por la tarde, en Málaga capital, bajo la imponente Alcazaba. Estaba Alberto Núñez Feijóo, pero el gran protagonista del acto era Juan Manuel Moreno, que ha conseguido, como antes Feijóo en Galicia, hacer desaparecer por completo la marca PP e incluso las banderas de España que antes dominaban los actos populares. Aquí todo son banderas andaluzas y “Juanma”.
Tanto que un miembro de su equipo señala que están pensando hacer un vídeo explicativo para que los votantes más despistados no se confundan. Habrá muchos, se inquietan, que quieran votar “a Juanma” y no lo encuentren, porque él solo está en la lista en Málaga. Tanto se han borrado las siglas que a alguno habrá que explicarles que tienen que votar al PP.
Sánchez y el PSOE tratan de incidir en lo contrario: en que Moreno es muy del PP y pretende aumentar la privatización de la sanidad pública, como hizo su partido en la Comunidad Valenciana o en Madrid. “Esto va de derechos o derechas”, clama Sánchez. Pero el presidente andaluz, lejos de plantear un combate entre “comunismo o libertad” como hizo Isabel Díaz Ayuso en Madrid, se ofrece como el mayor defensor de la sanidad pública.
Por Andalucía, la candidatura de la izquierda que ha logrado reunificarse parcialmente ―quedó fuera Adelante Andalucía, de Teresa Rodríguez, que va en solitario―, también ha recibido este fin de semana una inyección de energía con dos mítines masivos de Yolanda Díaz, que finalmente sí se volcó en la campaña. El sábado estuvo en Córdoba con Ione Belarra y el domingo en Málaga con Íñigo Errejón, dos caras visibles de la gran ruptura de Podemos. De momento parece imposible que estén juntos, aunque Pablo Iglesias, desde San Fernando (Cádiz), lanzó todo su “cariño a Yolanda Díaz e Íñigo Errejón”, algo que no sucedía desde que el líder de Más País abandonó Podemos en 2019. La guerra interna parece dejarse para después de unas elecciones decisivas, también para este incipiente intento de reunificación.
La izquierda está claramente tocada en Andalucía después de años de batallas fratricidas y una legislatura de Gobierno del PP, pero Díaz genera un entusiasmo visible en los mítines que hace soñar a algunos con un cambio de tendencia. “Hay mucha gente de izquierdas que parece deprimida. Que tiene miedo. No podemos resignarnos. Si logramos subir el salario mínimo, sacar la reforma laboral, y ahora vamos a hacer una ley para las trabajadoras del hogar, tenemos que ilusionarnos. Nosotros gestionamos mejor”, clamaba la vicepresidenta segunda del Gobierno en Málaga. Las encuestas no detectan movimientos importantes, pero en el PSOE y en Por Andalucía confían en que vuelvan a equivocarse, como casi siempre en esta comunidad. Sus cuadros sí ven un ambiente muy diferente este fin de semana, con los mítines centrales. Aunque las playas de Málaga están mucho más llenas que los actos políticos.
Moreno ha planteado una campaña de bajo perfil a la que ya solo le quedan cinco días y una última gran bala: el debate de este lunes en Canal Sur, segundo y último. Espadas, que nunca sube la voz ―”¿cómo va a pedir el voto útil para frenar a Vox si no tiene sangre en las venas?”, le criticaba el sábado Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía―, está preparado para arriesgar mucho más esta vez. Necesita lograr que Moreno salga de su esquema de convidado de piedra del debate pasado en RTVE, donde a veces parecía que ni estaba ahí. Espadas no quiere chocar con Macarena Olona, de Vox, para no bajar a ese barro. Su rival real es Moreno. Pero el presidente andaluz, según su entorno, va a mantener la misma línea esquiva, de evitar pisar charcos. Un debate a seis y con audiencias no muy altas, sostiene su equipo, no mueve nada salvo si se comete un error garrafal.
Vox también irá a buscar a Moreno, pero su campaña tiene otros códigos. Con Olona con un perfil mucho más bajo del esperado, Santiago Abascal ha ocupado el protagonismo final con un mitin central en Marbella este domingo con Giorgia Meloni, líder de la ultraderecha italiana. “Eres mi inspiración, Giorgia”, le dijo Olona. Y ella contestó con un discurso que hizo vibrar a los asistentes con todos los componentes de la ultraderecha europea: “sí a la familia natural, no a los lobby LGTBI, sí a la identidad sexual, no a la ideología de género, sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte, sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista, sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva, sí al trabajo para nuestros ciudadanos, no a las grandes finanzas internacionales, sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas, sí a nuestra civilización, no a quienes quieran destruirla. ¡Viva Macarena Olona, presidenta de Andalucía! ¡Viva Santiago Abascal, presidente de España!”.
El público rugía cuando Meloni hablaba de la “violencia étnica” y les contaba que en Italia unos norteafricanos impidieron a unas jóvenes italianas subir a un tren. “Las mujeres blancas no pueden subir aquí, les dijeron. Si hubieran hecho unos jóvenes italianos habríamos escuchado a la izquierda hablar de racismo. Pero con ellos se callan. La izquierda defiende a la mujer hasta que se encuentra con un criminal extranjero, en ese momento por reflejo ideológico apoyan más al criminal que a la mujer” se desgañitaba Meloni mientras el público se revolvía en sus asientos de ira contra esos migrantes y entusiasmo con la italiana.
El mensaje de Abascal con este mitin central, en el que ahuyentó la idea del “pinchazo” de su partido que apuntan algunas encuestas y atacó duro al PP, es claro: Vox no es una moda pasajera o una muleta de los populares. Ha venido para quedarse y aspira a gobernar como sus aliados en Polonia, en Hungría y ahora tal vez en Italia. Una señal muy clara de que no regalará el Gobierno al PP en Andalucía y forzará lo que haga falta para que Olona sea vicepresidenta. Lo dejó meridiano en el mitin: “El PP, como el avestruz, hace como si no nos viera. Ya lo hicieron en Castilla y León, y ahora el vicepresidente es de Vox. Juanma Moreno desprecia a Vox. Es un gesto de ingratitud hacia los que le hemos permitido gobernar cuatro años con el peor resultado de su historia. Pero sobre todo es un gesto estúpido, porque o nos entendemos o gobierna la izquierda. No vamos a regalar vuestros votos. La opción de que Vox les entregue cobardemente la investidura es imposible. Lo dejamos muy claro. El que tenga miedo que vote al PP”. Por si había dudas.