Los niños que llegaron a Ceuta para quedarse

Hijos de trabajadores transfronterizos se sumaron a la entrada masiva en la ciudad autónoma en mayo de 2021

Rabea junto a sus dos nietos llegados a Ceuta desde Marruecos en mayo de 2021.PACO PUENTES

Hamza (nombre ficticio, como los de todos los niños de esta historia) mira atentamente cuando alguien le pregunta en castellano. Antes de contestar, casi se pueden oír los pequeños engranajes de su cerebro funcionando.

—¿Vas al cole?

—Sí

—¿Te gusta?

—Sí. El español es más fácil que el árabe—, sentencia el pequeño de ocho años.

Frente a él ríe su primo Tareq, seis años mayor y mucho más tímido. Ambos menores marroquíes, que han pasado su último cumpleaños en Ceuta, echan la tarde juntos jugando en el atardecer del barrio de El Príncipe al cuidado de su abuela....

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Hamza (nombre ficticio, como los de todos los niños de esta historia) mira atentamente cuando alguien le pregunta en castellano. Antes de contestar, casi se pueden oír los pequeños engranajes de su cerebro funcionando.

—¿Vas al cole?

—Sí

—¿Te gusta?

—Sí. El español es más fácil que el árabe—, sentencia el pequeño de ocho años.

Frente a él ríe su primo Tareq, seis años mayor y mucho más tímido. Ambos menores marroquíes, que han pasado su último cumpleaños en Ceuta, echan la tarde juntos jugando en el atardecer del barrio de El Príncipe al cuidado de su abuela.

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Hamza y Tareq llegaron a la ciudad autónoma el 17 de mayo de 2021 cruzando a nado desde la ribera junto al paso internacional de El Tarajal, en el lado marroquí, hasta la playa ceutí de La Almadraba, durante la crisis fronteriza que mantuvo a la ciudad en vilo durante cuatro días. Entre 10.000 y 14.500 personas, según los últimos cálculos del Gobierno local, entraron durante aquellas interminables jornadas en las que los guardias marroquíes hicieron la vista gorda, mientras el Ejército español se desplegaba en la costa; hasta 1.400 menores de edad pudieron llegar solos o acompañados por familiares. El episodio, desatado tras la acogida humanitaria en España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, fue el arranque de una crisis diplomática que solo se ha resuelto casi un año después con el cambio de postura de Madrid sobre el plan de autonomía para el Sáhara Occidental.

Varios de los menores llegados en mayo de 2021, la semana pasada en la playa de la Almadraba junto su monitor. PACO PUENTES (EL PAIS)

Se desconoce el número de niños, niñas y adolescentes devueltos en caliente por las fuerzas de seguridad según pisaban la arena de la playa (solo hay un caso investigado y archivado por la Fiscalía). Otros pequeños regresaron por su propio pie, muchos otros malvivieron durante meses en las calles de la ciudad hasta conseguir escapar a la Península, pero también hubo a quienes sus familiares los recibieron con los brazos abiertos al llegar a la orilla.

“Mi hijo me llamó [desde Marruecos], me dijo que no podía quedarse con los niños y los echó al mar”, rememora Rabea, empleada de hogar transfronteriza de 61 años, que se quedó en Ceuta en 2020 para seguir manteniendo a su marido, enfermo de cáncer. El hijo, tío de los pequeños, le espetó: “La responsabilidad es tuya, ve a recogerlos”. Tareq y sus dos hermanas mayores, Aisha, de 16 años, y Zeinab, de 18, se habían quedado en Marruecos a cargo de su tío. Rabea, la abuela, los esperaba en Ceuta. El padre de Hamza aprovechó también el mismo 17 para dejar su casa: cogió a su hijo y juntos llegaron nadando al encuentro de su mujer, hermana de la madre de Tareq, Aisha y Zeinab, a quien no veían desde hacía más de un año y que aguardaba al otro lado con amigas que trajeron toallas y ropa seca para que se cambiaran y nadie los señalara por la calle en aquella tarde de caos.

“Yo no tuve miedo porque sabía que mi madre estaba allí”, cuenta Hamza: “Al principio, aunque veíamos a la policía intentando asustarnos, yo no me asusté. El único momento en el que sí me asusté fue cuando un policía se acercó a darme la mano para ayudarme, pero con mala cara”. El periplo de los dos primos, que cruzaron por separado, es el de muchos hijos que quedaron en Marruecos separados de sus padres, que trabajaban en casas y negocios de Ceuta para mantener la economía familiar y, en buena parte, la de la propia ciudad autónoma española. Los sucesos de mayo de 2021 no se entienden sin un cierre fronterizo que se inició un año antes con el pretexto de la emergencia sanitaria, pero que se perpetuó, aunque nunca de manera oficial, por la crisis diplomática entre España y Marruecos por el contencioso del Sáhara.

Menores marroquíes llegados en mayo de 2021 a Ceuta, eran ayudados la semana pasada por colaboradoras de Sabah Ahmed, empresaria de la ciudad. PACO PUENTES (EL PAIS)

La apertura total del paso fronterizo aún está por definirse. El martes, la frontera de El Tarajal, al igual que la melillense de Beni Enzar, volverá a abrirse únicamente para los ciudadanos y residentes de la Unión Europea y para aquellas personas autorizadas a circular en el espacio Schengen. El día 31, los pasos quedarán expeditos para el tránsito de los llamados “transfronterizos”, ciudadanos marroquíes con autorizaciones de trabajo en ambas ciudades autónomos.

Tareq, el pequeño, es ahora el único de los tres hermanos que vive con su abuela. Él y su primo duermen solos en las camas dispuestas en un garaje que una conocida alquila a la mujer por 150 euros al mes. Allí han instalado buenos electrodomésticos de segunda mano para poder cocinar e ingresar algo más por servicios de comidas. La mediana está alojada en un centro bajo tutela de la ciudad autónoma, como otros 280 menores que entraron entonces y que aún están a cargo de la Administración. Muchísimos, como la hermana mayor, se han marchado; otros han muerto o desaparecido intentando llegar a la Península. Fuentes de los servicios de acogida denuncian una “desbandada” de chavales desde el verano que provocó la drástica caída de las cifras, desde unos 1.000 niños, en una ciudad de 85.000 habitantes, hasta niveles anteriores a la crisis.

La desbandada se aceleró en agosto, cuando el Ministerio del Interior, la Delegación del Gobierno y el Ejecutivo local ejecutaron la repatriación de 55 menores. Estas devoluciones, aun amparadas por un acuerdo de 2007 entre Rabat y Madrid, no cumplieron con las debidas garantías legales. La Justicia acabó frenando el plan. Ahora, ambas Administraciones siguen inmersas en el proceso de repatriación que marca la ley de Extranjería y que requiere informes individualizados que ya han sido remitidos en su totalidad, según la vicepresidenta ceutí, Mabel Deu. “Todo esto es un entramado un poco complicado; es verdad que la repatriación existe, pero, ¿cuándo se ha cumplido? Si desde mayo estamos trabajando en eso”, clama la consejera con competencias en menores. “De todo ese procedimiento, hasta el momento, todavía no tenemos ni una sola resolución, hemos hecho la primera fase y todavía no tenemos nada avanzado, ¿dónde está esa repatriación?”, concluye.

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