Juanma Moreno aspira a superar a toda la izquierda junta para evitar a Vox
Las encuestas auguran una mayoría cómoda de la derecha, que confirmaría el cambio de ciclo político en Andalucía que empezó en 2018
No hace mucho, vencer al todo poderoso PSOE de Andalucía se consideraba una especie de hecho sobrenatural, casi milagroso, una misión imposible. Todo eso trocó el 2 de diciembre de 2018 cuando a las 10 de la noche el conteo arrojó un resultado nunca visto en ninguna elección en Andalucía: las derechas sumaron más que las izquierdas. El deseo de cambio político, que las encuestas venían detectando desde 2012, explotó con el resultado más extraño. Las derechas divididas, desde el extremo hasta el centro (PP, Cs y Vox), sumaron juntas 59 escaños, cuatro más de la mayoría absoluta. Y el PSOE, que ...
No hace mucho, vencer al todo poderoso PSOE de Andalucía se consideraba una especie de hecho sobrenatural, casi milagroso, una misión imposible. Todo eso trocó el 2 de diciembre de 2018 cuando a las 10 de la noche el conteo arrojó un resultado nunca visto en ninguna elección en Andalucía: las derechas sumaron más que las izquierdas. El deseo de cambio político, que las encuestas venían detectando desde 2012, explotó con el resultado más extraño. Las derechas divididas, desde el extremo hasta el centro (PP, Cs y Vox), sumaron juntas 59 escaños, cuatro más de la mayoría absoluta. Y el PSOE, que ganó con 33 diputados, perdió su diamante más valioso, la Junta de Andalucía. No había salvavidas a su izquierda con los 17 de la coalición de Podemos e IU.
¿Es posible que el PSOE vuelva a ganar? Todas las encuestas dicen que no. ¿Hay deseo de que lo haga? Los politólogos y sociólogos creen que no. ¿La hipotética entrada de Vox en el Gobierno andaluz asusta? De nuevo, no. ¿Es posible que las derechas sumen 66 de los 109 escaños del Parlamento andaluz? Lo es.
Con estos interrogantes sin resolver, pero apuntando en una dirección, Juan Manuel Moreno, presidente y candidato del PP a la reelección a la presidencia de la Junta, se ha puesto como meta principal sumar más que toda la izquierda junta, para no dar cabida a la ultraderecha de Vox en San Telmo, pasar definitivamente la página del PSOE en Andalucía y consolidar el reinado de la derecha iniciado hace tres años y medio. Despejaría la pista de aterrizaje a Alberto Núñez Feijóo en 2023 en una comunidad que aporta 61 de los 350 escaños del Congreso.
Clima a favor de la continuidad
“Hay un clima a favor de la continuidad del Gobierno actual”, asegura Paco Camas, director de investigación de opinión pública de IPSOS. Lo explica: “Hay una buena evaluación del Gobierno y del presidente. Juanma [Moreno] no tiene contestación con ningún otro líder. El electorado de centro y de centroizquierda tiene buena imagen de él. Lo pueden votar sin tener que ponerse la pinza en la nariz. Ahora se va a reafirmar el cambio de ciclo político que se produjo en diciembre de 2018. Es muy difícil que se revierta esa situación, que la izquierda vuelva a la Junta”.
El PP lo confía todo a Moreno, por encima de las siglas, y al mensaje de que “el cambio funciona”. “No hay otra campaña”, asegura Toni Martín, en la sala de máquinas electoral del partido. El politólogo malagueño Jesús Jurado destaca sobre Moreno: “Apenas tiene valoración negativa. Y ha desdemonizado a la derecha en Andalucía, donde se acabó el miedo. Ha matado ese mito y ha sabido heredar los símbolos andaluces”, sostiene.
Desde que llegó a la Junta, Moreno no ha parado de mirarse en el espejo de sus antecesores en cuanto a la proyección pública de la acción del Gobierno y en el manejo mimético de argumentos ideados durante mucho tiempo en los despachos socialistas: el agravio comparativo, la confrontación con el Gobierno central, la identificación con Andalucía. Pero también en las políticas: “Hay una continuidad muy profunda en su gestión con la del PSOE”, comenta Jurado.
Ángel Cazorla, profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada, advierte sobre la penetración de la derecha en Andalucía: “De manera sorpresiva se está normalizando el Gobierno del PP y, en segundo lugar, el posible pacto con Vox. Este se da por asumido, sin que haya contestación política y ciudadana. La propia elección de la fecha electoral va por ahí. Cuando se forme Gobierno se le va a hacer poco caso porque la gente está de vacaciones”.
Los socialistas andaluces afrontan por primera vez estas elecciones en la oposición. Confían sobre todo en el ejército de alcaldes y concejales del PSOE: gobiernan en seis de las ocho diputaciones y en el 58% de los 785 municipios. “Hay que ir con la cabeza alta. Defendiendo el legado de lo que ha hecho el PSOE en esta tierra. Lo podéis y lo debéis hacer”, instó el ministro de la Presidencia y miembro de la ejecutiva federal, Félix Bolaños, el pasado viernes. Pero la larga permanencia en el poder (casi 37 años) del PSOE le ha puesto mucho plomo en las alas. “Una buena parte de los andaluces valora lo que ha hecho el PSOE, pero el peso de los ERE, aunque no esté en la conversación, está ahí. El PSOE sigue siendo parte del pasado. Le quedan cuatro años más en el purgatorio”, asegura el sociólogo Paco Camas.
Movilización de alcaldes
El candidato socialista, Juan Espadas, cree que la movilización de sus alcaldes es la clave para lograr que el medio millón que no votó al PSOE de Susana Díaz en las pasadas autonómicas, en 2018, pero sí lo hizo por Pedro Sánchez en abril de 2019, vuelvan a confiar en este partido. El PSOE lo fía casi todo a la movilización que pueda provocar en los suyos el debut electoral como candidata a la Junta de la dirigente ultra Macarena Olona. “O gobierna PP-Vox o gobierna el PSOE”, repite a modo de resumen Espadas. Desde el PP replican: “Mientras Pedro Sánchez pacte con Bildu ese argumento no va a ninguna parte”.
Cazorla no cree que apelar a Vox sea suficiente: “El PSOE no levanta cabeza. Y el PP nacional, que estaba en su momento más desastroso, ha pasado en cuestión de días al escenario más favorable”. Tampoco Jurado: “Es perfectamente posible que el incremento de la participación por Olona acabe beneficiando aún más a Moreno con su estrategia macronista, porque la polarización no se dé en términos izquierda-derecha sino entre calma-agitación, orden-desorden, moderación-radicalidad”.
Izquierda dividida
A la izquierda del PSOE todo es confusión en estos momentos. Seis formaciones (entre ellas Podemos, Izquierda Unida y Más País) negocian a tortazo limpio cómo se unen para el 19-J, cuando faltan pocos días (el 6 de mayo) para que expire el plazo del registro de la coalición. Los expertos consultados aseguran que perderán votos, se “diluirán”, mientras el PSOE confía en que este electorado acuda a él para refugiarse. Al margen está Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, que, sin dinero para la campaña pero con 600.000 seguidores en sus redes sociales, buscará el cuerpo a cuerpo con Olona.
Otra incógnita gira alrededor de Ciudadanos, saber cuántos de sus 21 escaños actuales va a mantener. “En Andalucía, Ciudadanos tiene cierta peculiaridad porque ha permitido una coalición sin tener que gobernar con Vox. Va a tener una pérdida masiva de votos, pero tal vez no tan grande como en otros sitios. El papel de hombre tranquilo de su candidato, Juan Marín, ha funcionado”, asegura Ángel Cazorla.
Pero volvamos a una de las preguntas del principio. ¿Es posible que las derechas sumen el 60% de los escaños en una comunidad tradicionalmente de izquierdas? “Es posible, si no lo vemos tanto desde el eje ideológico como desde el de la gestión. Andalucía no es una sociedad conservadora. Hay un momento excepcional de desorden por la pandemia, la guerra. La gente busca seguridad en un momento de incertidumbre. El cuerpo te pide continuidad. Por eso, esa suma de PP y Vox es abrumadora y la izquierda está desmovilizada”, sostiene el director de opinión pública de IPSOS. Un analista electoral, que pide el anonimato, añade además el cambio sociológico en el campo andaluz, donde los cultivos latifundistas (cereal, algodón, remolacha) han dado paso a minifundios muy rentables (cultivos tropicales, cítricos) que han creado una nueva clase media, menos ideologizada, y en la que el peso de la memoria histórica se va diluyendo.